Cervantes y Shakespeare

Harold Bloom
LA VANGUARDIA.-12/09/2005

Don Quijote es una obra tan original que casi cuatro siglos después sigue siendo la obra de ficción en prosa más avanzada que existe. Y este comentario en realidad la subestima, pues es a la vez la novela más legible y, en definitiva, la más difícil. Es esta paradoja lo que Cervantes comparte con Shakespeare: Hamlet y don Quijote, Falstaff y Sancho Panza son para todos pero en últimas agotan nuestros pensamientos. La influencia concertada de Cervantes y Shakespeare define el curso de la literatura occidental posterior. La fusión de Cervantes y Shakespeare produjo a Stendhal y a Turgenev, Moby Dick y Huckleberry Finn, a Dostoievsky y a Proust. (...)

Según Auden, don Quijote es la antítesis de Hamlet el actor, porque el caballero es "completamente incapaz de verse a sí mismo en un papel". Este don Quijote es "completamente irreflexivo". Confieso que yo no puedo encontrar el Quijote de Auden en el libro. El Quijote de Cervantes es el que dice: "Yo sé quién soy y quién puedo ser, si quisiera". De nada sirve santificar a don Quijote o subestimarlo. Su juego con la realidad es de una gran profundidad, como también lo es su juego con el Estado y con la Iglesia, y con la historia social y religiosa de España, y un Quijote irreflexivo es imposible.

A pesar de la encantadora fantasía de Burgess (Encuentro en Valladolid), Cervantes nunca oyó hablar de Shakespeare, pero Shakespeare sí tuvo que tener en cuenta a Cervantes en su última fase. Leyó Don Quijote en 1611 cuando la traducción de Shelton se publicó en Inglaterra, y fue testigo de la forma con que sus amigos Ben Jonson, Beaumont y Fletcher se reconciliaron con Cervantes en sus propias obras. Con Fletcher, Shakespeare escribió una obra, Cardenio, basada en el personaje de don Quijote, pero la obra continúa perdida. Entiendo por qué Burgess considera que Cervantes preocupaba a Shakespeare: finalmente era el único rival verdadero que tenía entre sus contemporáneos y había creado dos figuras que serían eternamente universales. Sólo las 25 (aproximadamente) mejores obras de Shakespeare se pueden igualar con Don Quijote y esa recopilación no se haría hasta el primer folio, después de su muerte. La querella entre el Shakespeare y el Cervantes de Burgess es fascinante: "Usted nunca podrá crear un Don Quijote ", le espeta Cervantes a Will, y este le replica: "He escrito buenas comedias y también tragedia, que es el punto más alto de la habilidad de un dramaturgo", lo cual provoca un sermón por parte de Cervantes: "No lo es y nunca lo será. Dios es un comediante. Dios no padece las consecuencias trágicas de una naturaleza defectuosa. La tragedia es demasiado humana. La comedia es divina".

No es necesario que Shakespeare contestara; Noche de Epifanía, o lo que queráis, es la respuesta a Don Quijote; y además uno se pregunta si Don Quijote es una comedia divina, o de cualquier otro tipo, a pesar de lo violentamente graciosa que puede llegar a ser. La caracterización de don Quijote como héroe que hace José Ortega y Gasset no se ajusta a ningún héroe cómico que yo me haya topado, al menos en la literatura occidental: "No creo que exista especie de originalidad más profunda que esta originalidad práctica, activa, del héroe. Su via es una pepetua resistencia a lo habitual y consueto. Cada movimiento que hace ha necesitado primero vencer a la costumbre e inventar una nueva manera de gesto. Una vida así es un perenne dolor, un constante desgarrarse de aquella parte de sí mismo rendida al hábito, prisionero de la materia".

La comedia de Cervantes está ligada al dolor y al sufrimeinto; es una versión de la comedia que sigue siendo tan original que nos resulta prácticamente imposible describirla ¡Pero es que hay tanto en Don Quijote que desborda nuestros parámetros literarios !.

La cueva de Montesinos atrae a don Quijote porque su legendaria reputación le hace pensar que allí podría haber una aventura digna de él y le permite al caballero parodiar el descenso épico de Eneas y de Odiseo al infierno. (...) La historia, o visión onirica , es fantáStica de cabo a rabo y deliberadamente desborda nuestra capacidad de interpre tac ión, además de que me recuerda con frecuencia a Kafka , sobre quien evidentemente ejerció gran influencia. El impulso narrativo de Kafka lo lleva a hacerse ininterpretable , lo cual significa que lo que habría que interpretar es la razón por la cual Kafka se hace tan opaco. La verdad sobre Sancho Panza es una parábola kafkiana que nos cuenta que Sancho era un lector obsesivo de romances de caballería, y que estos le producían tanta gracia a su demonio personal, don Quijote, que este resolvió volverse caballero andante. Sancho siguió a su demonio libre y filosóficamente y se mantuvo entretenido el resto de sus días. Aunque también Cervantes se vuelve alegremente ininterpretable , es un escritor de tal magnitud que nos recompensa, como Shakespeare , con un mundo de diversión. Don Quijote es su propio demonio y no cabalga para salvar la España de Felipe III, que, como la España de Felipe II, no puede ser salvada, sino para salvarnos a nosotros mismos, como insiste Unamuno . ¿Nos salvaremos (secularmente) convirtiéndonos en personajes de ficción? Las consecuencias de la primera parte de Don Quijote en la vida de Cervantes aparecen por doquier en la segunda parte. El pobre Cervantes -héroe sin recompensa, dramaturgo fracasado, esclavo de los turcos, prisionero del Estado español, perpetuo infeliz-. se ha transformado en un personaje de fama mundial porque don Quijote y Sancho Panza son famosos. (...) Cervantes sabía cómo escribir, don Quijote cómo actuar: sólo que los dos son una unidad, nacieron el uno para el otro.