El mundo finito

Paul Krugman
 Premio Nobel de Economía 2008 
© diciembre 2010 The New York Times News Service. 

El petróleo está nuevamente por encima de los 90 dólares el barril. El cobre y el algodón llegaron a alturas récord. Los precios del trigo y el maíz están muy por arriba. En conjunto, los precios de las materias primas han aumentado en un cuarto en los últimos seis meses.

Así que ¿qué significa este aumento?

¿Acaso enloqueció la especulación? ¿Se trata del resultado de la excesiva creación de dinero, del precursor de una inflación galopante que está a la vuelta de la esquina? No y no.

Lo que nos están diciendo los mercados de las materias primas es que vivimos en un mundo finito, en el cual el crecimiento rápido de las economías emergentes está presionando a la oferta limitada de materias primas, haciendo que suban los precios. Y Estados Unidos es, en gran medida, solo un testigo inocente en esta historia.
Algunos antecedentes: la última vez que los precios del petróleo y otras materias primas estuvieron así de elevados, hace dos años y medio, muchos comentaristas descartaron al punto máximo en los precios como una aberración provocada por los especuladores. Y se reivindicaron cuando los precios de las materias primas se desplomaron en la segunda mitad del 2008.

Sin embargo, ese colapso en los precios coincidió con una grave recesión mundial, que condujo a una caída drástica en la demanda de materias primas. La gran prueba vendría cuando se recuperara la economía mundial. ¿Volverían de nuevo las materias primas a ser caras?

Bueno, aún pareciera que hay una recesión en Estados Unidos. Sin embargo, gracias al crecimiento en los países en desarrollo, la producción industrial mundial recientemente superó su punto máximo anterior; y, en efecto, los precios de las materias primas están aumentando de nuevo.

Esto no necesariamente significa que la especulación haya tenido un papel en el 2007 y 2008. Ni tampoco deberíamos rechazar la noción de que la especulación está jugando algún papel en los precios actuales; por ejemplo, ¿quién es ese inversionista misterioso que ha comprado gran parte de la oferta mundial de cobre? Sin embargo, el hecho de que la recuperación económica mundial también haya conllevado una recuperación en los precios de las materias primas sugiere que las recientes fluctuaciones en los precios reflejan principalmente factores fundamentales.

¿Qué hay de los precios de las materias primas como precursores de la inflación? Muchos comentaristas de la derecha han estado pronosticando durante años que la Reserva Federal, al imprimir grandes cantidades de dinero -en realidad, no lo está haciendo, pero esa es la acusación- nos está colocando en el camino de la inflación. Se avecina la estanflación, declaró el representante Paul Ryan en febrero del 2009; Glenn Beck ha estado advirtiendo sobre una inminente hiperinflación desde el 2008.

No obstante, la inflación ha seguido siendo baja. ¿Qué debe hacer una persona que se preocupa por la inflación?

Una respuesta ha sido una proliferación de teorías de la conspiración, de dichos de que el Gobierno oculta la verdad sobre los precios en aumento. Sin embargo, muchos en la derecha han sacado partido del aumento constante en los precios de las materias para decir que es la prueba de que han tenido razón todo el tiempo, como un signo de que una elevada inflación de conjunto está a la vuelta de la esquina.

Hay que preguntarse en qué pensaban estas personas hace dos años, cuando caían los precios de las materias primas. Si el aumento en el precio de ellas en los últimos seis meses anuncia una inflación galopante, ¿por qué la baja de 50% en la segunda mitad del 2008 no anunció una deflación galopante?

La falta de coherencia aparte, el gran problema con quienes responsabilizan a la Reserva Federal por aumentar los precios de las materias primas es que padecen delirios de la grandeza económica estadounidense. Ya que los precios de las materias primas se fijan mundialmente, lo que Estados Unidos haga, simplemente, no es un factor tan importante.

En particular, hoy, como en el 2007 y 2008, la principal fuerza motriz detrás del aumento en los precios de las materias primas no es la demanda en Estados Unidos. Es la demanda en China y otras economías emergentes. A medida que son cada vez más las personas de países que fueron pobres las que ingresan a la clase media mundial, empiezan a conducir automóviles y a comer carne, ejercen creciente presión sobre la oferta mundial de petróleo y alimentos.

Y esa oferta no les sigue el ritmo. La producción convencional de petróleo ha sido uniforme durante cuatro años; en ese sentido, al menos, llegó el punto máximo del petróleo. Cierto, fuentes alternativas, como el petróleo de las arenas de alquitrán de Canadá, han seguido creciendo. Sin embargo, estas fuentes alternas tienen un costo relativamente alto, tanto monetario como ambiental.

Asimismo, en el último año el clima extremo -en especial calor y sequías graves en algunas regiones agrícolas importantes- tuvo un papel importante en el aumento de los precios de los alimentos. Y, sí, hay todas las razones para creer que el cambio climático está provocando que tales episodios climáticos sean más comunes.

Entonces, ¿cuáles son las implicaciones del reciente incremento en los precios de las materias primas? Es, como dije, un signo de que vivimos en un mundo finito, uno en el que las limitaciones en los recursos se están volviendo cada vez más restrictivas.

Esto no terminará con el crecimiento económico, no digamos un colapso al estilo "Mad Max". Se requerirá que cambiemos gradualmente la forma en la que vivimos, adaptando nuestra economía y nuestro estilo de vida a la realidad de recursos más caros.

Sin embargo, eso es para el futuro. En este momento, los precios de las materias primas a la alza son básicamente resultado de la recuperación mundial. No tienen nada que ver, de una forma o de otra, con la política monetaria estadounidense. Ya que se trata de una historia mundial, en un nivel fundamental, no se trata de nosotros.