Los franceses no son los únicos temerosos de las fechorías del mercado. Según una encuesta mundial realizada por IPSOS a 22.000 líderes de opinión de 22 países y que fue publicada el 2 de enero, tres cuartos de éstos estiman que las grandes empresas influyen demasiado en sus respectivos gobiernos. Casi igualmente numerosos son los que desean que el Poder Ejecutivo regule más la actividad de estos grupos nacionales o mundiales. Más de la mitad (52%) esperan incluso que los gobiernos las controlen.
Es verdad que los franceses tienen una buena posición en este ranking del antiliberalismo. Empatados con los argentinos, son también los más numerosos en considerar que los grandes grupos son demasiado influyentes. Claro que Estados Unidos les pisa los talones a estos dos países, ubicándose en el cuarto puesto después de Brasil. En cambio, los polacos y los japoneses son menos hostiles.
La encuesta permite anticipar los riesgos sociales que deberán enfrentar las empresas y los Estados en el futuro. Revela que la influencia de los antiliberales podría ser creciente. En Francia, este hecho se debe en parte a razones históricas. Los franceses conservan la nostalgia de los "treinta gloriosos", período de reconstrucción posterior a la Segunda Guerra mundial y durante el cual la economía centralizada y planificada obró maravillas.
Pero la mayoría de los otros países no tienen ese pasado. Sin embargo, según la encuesta, también ellos temen los efectos de un mercado que podría llegar a ser incontrolable. En esa situación se encuentran aún los países más vinculados al liberalismo. La crisis financiera actual podría confirmar sus miedos. En todo el mundo, los bancos no tomaron precauciones suficientes contra riesgos posibles. El mercado no pudo desempeñar su función de alertar al respecto.
Por el momento, los bancos centrales salieron al rescate. Es demasiado pronto para decir si su acción bastará para evitar lo peor. Pero gobiernos más poderosos habrían sido más efectivos