Inventar lo común de los hombres

Toni Negri y Judith Revel

Clarín Ñ. 28.06.2008. Traducción: Estela Consigli.

Los espeluznantes efectos del capitalismo vuelven urgente una reflexión política que enfoque otra vez "lo común de los hombres". Escriben Toni Negri y Judith Revel: Si la democracia moderna fue la invención de la libertad, hoy la democracia radical pretende inventar lo común". 


Partamos de una comprobación muy simple, puesto que a veces es más fácil razonar comenzando por el final: vivimos hoy en un mundo donde producir se ha vuelto un acto común. Algunos de nosotros tenemos todavía en mente panoramas completos de análisis foucaultianos sobre la doble opresión que la industrialización impone a los cuerpos y a las mentes de los hombres desde fines del siglo XVIII: por una parte, la individualización, la separación, la de subjetivación, el adiestramiento de cada individuo -reducido a ser una unidad productiva en forma de mónada, sin puertas ni ventanas, totalmente desarticulado y rearticulado en función de las exigencias del rendimiento y de la maximización de los beneficios; por la otra, la seriación de esas mónadas productivas, su masificación, su constitución en población indiferenciada, también su carácter intercambiable, porque el gris omnipresente equivale al gris y un cuerpo adiestrado es igual a otro. Individuación, seriación - bendita opresión del capitalismo industrial, maravilla de una racionalidad política que no duda en desplegar sus procedimientos de control y de gestión, en clavar los dientes en la carne del individuo que acaba de modelar a su imagen y en encuadrar poblaciones que ella se inventa para asentar definitivamente su poder en la vida y explotar su potencial. Algunos, entonces, releerán Vigilar y castigar.

Otros, simplemente tienen en mente el ritmo de la cadena, los miembros destrozados, la impresión de ya no existir, el cuerpo que se transforma en carne de cañón de la producción en serie, la repetición infinita, el aislamiento, la fatiga. La impresión, a la vez, de haber sido tragado por una ballena, solo, en la oscuridad, y de ser masticado junto a tantos otros. Todo esto fue verdad. Todo esto existe todavía. No obstante, existe cada vez menos. Desde que tiene voz, Multitudes ha tratado de expresar este cambio, describir su realidad -esa "tendencia" que atravesaba lo existente y abría su consistencia íntima interior -, analizar sus consecuencias. Dicho cambio ha afectado a la vez las propias condiciones de la explotación, las relaciones de poder, el paradigma del trabajo, la producción de valor. Un cambio que también ha afectado las posibilidades de resistencia.

2. Uno de los puntos más difíciles, de los más polémicos también para todos aquellos que todavía hoy están adheridos al viejo modelo de producción en serie, a la imagen de la fábrica y a la historia de su resistencia interna, es pensar que, a una nueva forma de explotación de los hombres -más profundizada, rendidora, extendida -, pueda corresponder una posibilidad creciente de conflictividad y sabotaje, rebelión y libertad. Para nosotros, decir que el modelo de producción (y, en consecuencia, de explotación)ha cambiado, decir que hay que dejar de pensar en la fábrica a la vez como matriz de la producción y de conflictividad proletaria, también es decir esto: cuando hablamos de "nuevo capitalismo", de capitalismo cognitivo, trabajo inmaterial, cooperación social, circulación del saber, inteligencia colectiva, tratamos de describir a la vez la nueva extensión del pillaje capitalista de la vida, su aplicación ya no sólo a la fábrica sino a la sociedad completa, y también la generalización del ámbito de la lucha, la transformación del lugar de la resistencia y la manera en que hoy en día la metrópolis, en tanto lugar de producción, es el espacio de posibles resistencias. Decimos que actualmente, el capitalismo ya no puede permitirse desubjetivar -individuación, seriación - a los hombres, triturar su carne para hacer con ella golems de dos cabezas (el "individuo" como unidad productiva, la "población " como objeto de gestión masificada). El capitalismo ya no puede permitírselo porque lo que produce valor ahora es la producción común de las subjetividades. Cuando decimos que la producción se ha vuelto "común ", no pretendemos negar que todavía existen fábricas, cuerpos masacrados y cadenas de trabajo. Afirmamos solamente que el principio mismo de la producción, su centro de gravedad, se ha desplazado; que crear valor hoy en día es conectar en red las subjetividades y captar, desviar, apropiarse de lo que ellas hacen con ese común que inauguran. Hoy, el capitalismo necesita subjetividades, depende de ellas. Se encuentra pues encadenado a lo que, paradójicamente, lo socava: porque la resistencia, la libertad intransitiva de los hombres es precisamente hacer valer el potencial de invención subjetiva, su multiplicidad singular, su capacidad para producir, a partir de las diferencias, lo común. De la carne de cañón de la producción que eran, los cuerpos y las mentes se transformaron en la cruz del capitalismo. Sin lo común, el capitalismo no puede existir. Con lo común, las posibilidades de conflicto, resistencia y reapropiación se acrecentaron infinitamente. Llamativa paradoja de una época que finalmente logró desembarazarse de la fascinación de la modernidad.

3. Por lo tanto, desde el punto de vista de lo que se puede llamar la "composición técnica" del trabajo, la producción se ha vuelto común. Desde el punto de vista de su "composición política", esta producción común necesitaría pues que le correspondieran categorías jurídicas y políticas nuevas capaces de organizar ese "común", dar cuenta de su centralidad, describir sus nuevas instituciones y su funcionamiento interno. Pero esas nuevas categorías no existen. Faltan. El hecho de que se enmascaren las nuevas exigencias de lo común, que paradójicamente se siga razonando en términos obsoletos -como si el lugar de la producción fuera todavía la fábrica, como si los cuerpos estuvieran aún encadenados, como si uno no pudiera elegir sino entre estar solo (individuo, ciudadano, mónada productiva, número de prisionero u obrero de línea, Pinocho solitario en el vientre de la ballena)y ser indistintamente masificado (población, pueblo, nación, fuerza de trabajo, raza, carne de cañón de la patria, bolo digestivo en el vientre de la ballena)-; el hecho de que se siga haciendo como si no fuese nada, como si nada hubiese cambiado: en eso consiste la más perversa mistificación del poder. Debemos abrir el vientre de la ballena. Debemos vencer a Moby Dick.

4. Esta mistificación se apoya especialmente en la reproposición casi permanente de dos términos, que funcionan como cebos pero también corresponden a dos maneras de apropiarse de lo común de los hombres. La primera es el recurso a la categoría de "privado"; la segunda es el recurso a la categoría de "público". En el primer caso, la propiedad -Rousseau dixit : y el primer hombre que dijo " esto es mío "... - es una apropiación de lo común por parte de uno solo, es decir también una expropiación a todos los otros. Hoy en día, la propiedad privada consiste precisamente en negar a los hombres su derecho común sobre lo que únicamente su cooperación es capaz de producir. La segunda categoría, en cambio, es la de "público". El buen Rousseau, que era tan duro con la propiedad privada cuando, con justicia, hacía de ella la fuente de todas las corrupciones y sufrimientos humanos, cae inmediatamente después en la trampa. Problema del contrato social problema de la democracia moderna: puesto que la propiedad privada genera desigualdad, ¿cómo inventar un sistema político donde todo, perteneciente a todos, no pertenezca a nadie?"... no pertenece sin embargo a nadie ...": la trampa se cierra sobre Jean Jacques -y al mismo tiempo, sobre nosotros. Lo público es pues eso: lo que pertenece a todos y a nadie, es decir, lo que le pertenece al Estado. Como el Estado deberíamos ser nosotros, habrá que inventar algo para adornar la mano que este introduce en lo común: hacernos creer, por ejemplo, que si él nos representa y se arroga derechos sobre lo que producimos, es porque ese "nosotros " que somos, no es lo que producimos en común, inventamos y organizamos como común, sino lo que nos permite existir. Lo común, nos dice el Estado, no nos pertenece, porque no lo creamos verdaderamente: lo común es nuestro suelo, nuestro fundamento, lo que tenemos bajo los pies: nuestra naturaleza, nuestra identidad. Y si ese común no nos pertenece realmente -ser no es tener -, la mano del Estado en lo común no se llama apropiación sino gestión (económica), delegación y representación (política). QED: belleza implacable del pragmatismo público. La naturaleza y la identidad son mistificaciones del paradigma moderno del poder. Para reapropiarse de nuestro común, antes que nada hay que producir la crítica drástica. No somos nada y no queremos ser nada. "Nosotros" no es una posición, una esencia ni una "cosa" de la que rápidamente se ha dicho que era pública. Nuestro común no es nuestro fundamento, es nuestra producción, nuestra invención incesantemente recomenzada. " Nosotros ": el nombre de un horizonte, de un devenir. Lo común está ante nosotros, siempre, es un proceso. Somos ese común: hacer, producir, participar, moverse, compartir, circular, enriquecer, inventar, reactivar.

6. Hemos pensado la democracia durante casi tres siglos como administración de la cosa pública, es decir como institucionalización de la apropiación estatal de lo común. Hoy en día, la democracia ya no puede pensarse sino en términos radicalmente diferentes: como gestión común de lo común. Tal gestión implica a su vez una redefinición del espacio -cosmopolítico - y una redefinición de a temporalidad -constituyente. Ya no se trata de definir una forma de contrato que haga que todo, al ser de todos, no pertenezca sin embargo a nadie. No: todo, al ser producido por todos, pertenece a todos.

7 . En el dossier que algunos de nosotros proponemos como el más importante -a partir de experiencias que llevan muchos años y también de comprobar que esas experiencias, que antes eran "de nicho ", se generalizan -, tratamos de hacer visible ese común, relatar estrategias de reapropiación de lo común. La metrópolis se ha convertido hoy en un tejido productivo generalizado: es allí donde la producción común se da y se organiza, donde la acumulación de lo común se realiza. La apropiación violenta de esa acumulación se hace todavía a título privado o a título público -lo que se llama "la administración " del espacio metropolitano es ahora un desafío económico mayor, y es en este punto donde las estrategias de control se cristalizan -, pero aquí no queremos entrar en el análisis de la relación de esta "administración " con el beneficio, o en el de las "externalidades productivas "... Nos basta por el momento con señalar que la apropiación privada, muy frecuentemente, está garantizada y legitimada por la apropiación pública, y viceversa.

8. Recuperar lo común, reconquistar no una cosa sino un proceso constituyente, es decir, también el espacio en el cual este se da -el de la metrópolis. Trazar diagonales en el espacio rectilíneo del control: oponer diagonales a los diagramas, intersticios a las cuadrículas, movimientos a las posiciones, transformaciones a las identidades, multiplicidades culturales infinitas a las naturalezas simples, artificios a las pretensiones de origen. En un bello libro, hace algunos años, Jean Starobinski habló del Siglo de las Luces como de un tiempo que había visto "la invención de la libertad ". Si la democracia moderna fue la invención de la libertad, la democracia radical, hoy, pretende ser la invención de lo común.


TONI NEGRI

En las universidades de Paris VIII y de Padua dictó Teoría del Estado. En los 60 participó en la revista Quaderni Rossi y luego en el grupo Potere Operaio. En 1979 fue acusado y condenado por el supuesto asesinato de Aldo Moro y a otras 17 personas. En 1983 fue elegido diputado pero se le negó la inmunidad parlamentaria y se exilió en francia durante 14 años. En 1997 regresó a Italia y a la cárcel hasta 2003. Escribió: "La anomalía salvaje", "El poder constituyente", y Junto a Michael Hardt "Imperio " y "Multitud".

 

JUDITH REVEL

Enseñó en la Universidad de Roma entre 1992 y 2004, actualmente trabaja en la Universidad de París I. Ha trabajado en particular el pensamiento de Michel Foucault (escribió varios libros y una treintena de artículos, publicados en francia e Italia). Es doctora en historia del pensamiento contemporáneo en la Universidad san Marino, y en filosofía (EHEss, 2005). Ha publicado "Le Vocabulaire de foucault" y "The Vertical Thought: an Ethics of Problematization". Integra las revistas Posse y Multitudes.