La rutinización del carisma

Max Weber
De Los cambios sociales, tipos y consecuencias, Fondo de Cultura Económica, México., 1968.

Carácter de la autoridad carismática

Se aplicará la palabra "carisma" a cierta cualidad de una personalidad individual por virtud de la cual se le pone aparte de los individuos corrientes y se le trata como a quien está investido de poderes o cualidades sobrenaturales, sobrehumanas, o por lo menos específicamente excepcionales. En cuanto tales, no son accesibles a la persona corriente, sino que se las considera de origen divino, o ejemplares, y a base de ellas el individuo en cuestión es tratado como jefe. En circunstancias primitivas este tipo peculiar de deferencia se les rinde a los profetas, a individuos con fama de sabiduría terapéutica o jurídica, a los jefes de la caza y a los héroes de la guerra. Se cree con mucha frecuencia que descansa en poderes mágicos. Para los fines de la definición es completamente indiferente cómo se juzgue en definitiva la cualidad en cuestión desde un punto de vista ético, estético u otro cualquiera. Lo único que importa es cómo consideran realmente a ese individuo los sometidos a la autoridad carismática, sus "secuaces" o "discípulos".

Para el objeto presente será necesario tratar diferentes tipos que se consideran dotados de carisma en este sentido. Comprende éste el estado del "berserker", cuyos accesos de pasión maniática se han atribuido a veces, erróneamente desde luego, al uso de drogas. En la Bizancio medieval se conservaban como una especie de arma un grupo de individuos dotados de este tipo de pasión guerrera carismática. Comprende al "chamán", especie de mago que en su tipo puro sufre ataques epileptoides como un medio de caer en trance. Otro tipo es el de Joseph Smith, fundador del mormonismo, quien empero, no puede ser clasificado de esta manera con absoluta seguridad, ya que existe la posibilidad de que haya sido un tipo muy complicado de farsante deliberado. Finalmente, comprende al intelectual, como Kurt Eísner (1) que es arrastrado por su propio éxito demagógico. El análisis sociológico, que debe abstenerse de juicios de valor, los tratará a todos en el mismo plano como individuos que, según los juicios tradicionales, son los héroes, los profetas y los salvadores "más grandes" ...

La autoridad carismática está específicamente fuera del campo de la rutina diaria y de la esfera profana. En este respecto, es diametralmente opuesta a la autoridad racional y particularmente a la autoridad burocrática y a la autoridad tradicional, tanto en su forma patriarcal como en la patrimonial u otra cualquiera. Lo mismo la autoridad racional que la tradicional son específicamente formas de la rutina diaria de control de la acción: mientras que el tipo carismático es la antítesis directa de ellas. La autoridad burocrática es específicamente racional en el sentido de estar vinculada a reglas intelectualmente analizables, mientras que la autoridad carismática es específicamente irracional en el sentido de ser extraña a todas las reglas. La autoridad tradicional está enlazada a los precedentes legados por el pasado y en esa medida se orienta también hacia reglas. Dentro de la esfera de sus pretensiones, la autoridad carismática rechaza el pasado, y en este sentido es una fuerza específicamente revolucionaria. No admite la apropiación de cargos de poder por virtud de la posesión de riqueza, ni por parte de un jefe ni de grupos socialmente privilegiados. Para ella, la única base de legitimidad es el carisma personal, en la medida en que está demostrado, es decir, en la medida en que es reconocido y puede satisfacer a los secuaces o a los discípulos. Pero esto dura sólo tanto como dura la creencia en su inspiración carismática.

No es necesario insistir más en lo anterior. Lo que se ha dicho se aplica a la posición de autoridad de monarcas elegidos, como Napoleón, usando el plebiscito. Se aplica al "dominio del genio", que elevó a individuos de origen humilde a tronos y a altos mandos militares, lo mismo que a los profetas religiosos o a los héroes de la guerra...

En las épocas tradicionalmente estereotipadas, el carisma es la mayor fuerza revolucionaria. La fuerza igualmente revolucionaria de la "razón" opera desde afuera alterando las situaciones de acción y, en consecuencia, sus problemas, modificando al fin de esa manera las actitudes de los hombres hacia ellos; o intelectualiza al individuo. Por otra parte, el carisma puede implicar una reorientación subjetiva o interna nacida del sufrimiento, de antagonismos o del entusiasmo. Entonces puede producir una alteración radical del sistema central de actitudes v direcciones de la acción, con una orientación completamente nueva de todas las actitudes hacia los diferentes problemas y estructuras del "mundo".s En épocas prerracionalistas, la tradición y el carisma en tre ellas casi han agotado toda la orientación de la acción.

Necesidad de la rutinización

En su pura forma carismática la autoridad tiene un carácter específicamente extraño a las estructuras rutinarias cotidianas. Las relaciones sociales directamente afectadas son estrictamente personales, basadas en la validez y la práctica de cualidades personales carismáticas. Si esto no ha de ser un fenómeno puramente transitorio, sino que ha de tomar el carácter de una relación permanente que forme una comunidad estable de discípulos, o una banda de secuaces, o un partido, o cualquier clase de organización política o hierocrática, es necesario que cambie radicalmente el carácter de la autoridad carismática. Realmente, en su pura forma carismática puede decirse que sólo existe la autoridad en el proceso de su nacimiento. No puede permanecer estable, sino que o bien se tradicionaliza, o se racionaliza, o ambas cosas a la vez.

Los principales motivos que sustentan esa transformación son los siguientes: 1) los intereses tanto ideales como materiales de los partidarios en la perduración v la reactivación constante de la comunidad; 2) los intereses ideales y materiales aún más fuertes de los individuos del personal administrativo, de 'los discípulos o los partidarios del jefe carismático, en continuar sus relaciones. No sólo esto, sino que tienen interés en continuarlas de tal manera, que tanto desde un punto de vista ideal como desde un punto de vista material, su situación se asiente sobre una base diaria estable. Esto significa, sobre todo, hacer posible la participación en relaciones familiares normales o, por lo menos, gozar una posición social segura, en vez del tipo de discipulado aislado de las conexiones mundanas ordinarias, principalmente en la familia y en las relaciones económicas.

El problema de la sucesión

Por lo general esos intereses se hacen notoriamente evidentes al desaparecer el jefe carismático personal y con el problema de la sucesión que inevitablemente se plantea. El modo de resolver este problema -si es que se resuelve y el grupo carismático sigue existiendo-tiene importancia decisiva para el carácter de las relaciones sociales subsiguientes. Los principales tipos posibles de solución son los siguientes:

1) Búsqueda de un jefe carismático nuevo a base del criterio de las cualidades que !o harán idóneo para el puesto de autoridad. Puede verse esto en un tipo relativamente puro en el proceso de la elección de un nuevo Dalai Lama. Consiste en la busca de un niño con características que se interpretan como significativas de que es una reencarnación del Buda. Esto se parece mucho a la elección de un nuevo Toro de Apis.

En este caso, la legitimidad del nuevo jefe carismático va unida a ciertas características distintivas, por ejemplo, a reglas respecto de las cuales nace una tradición. El resultado es un proceso de tradicionalización en favor del cual se elimina el carácter puramente personal de la jefatura.

2) Por revelación manifestada en oráculos, suertes, juicios divinos y otras técnicas de selección. En este caso, la legitimidad del nuevo jefe depende de la legitimidad de la técnica de su selección. Esto implica una técnica de legalización. Se ha dicho que a veces los Schojetim de Israel tenían este carácter, Se dice que Saúl fue elegido por el antiguo oráculo de la guerra.

3) Por la designación que el jefe carismático hace de su sucesor y el reconocimiento de éste por quienes le siguen. Ésta es una forma muy frecuente. Al principio, las magistraturas romanas se cubrían todas por este procedimiento. El sistema persistió de manera muy clara en tiempos posteriores en el nombramiento de "dictadores" y en la institución del "interrex", En este caso, la legitimidad se adquiere mediante el acto de la designación.

4) Designación de un sucesor por el personal administrativo carismáticamente calificado y su reconocimiento por la comunidad. En su forma típica, este procedimiento no debe interpretarse de un modo totalmente definido como "elección", o "nombramiento", ni nada de ese tipo. No es asunto de libre elección, sino de una selección estrictamente unida a un deber objetivo. No la determina meramente la mayoría de votos, sino que hay que llegar a la designación correcta, a la designación de la persona adecuada que está verdaderamente dotada de carisma. Es muy posible que sea la minoría, y no la mayoría, la que tenga razón en este caso. A veces se exige unanimidad. Es obligatorio reconocer el error, y la persistencia en el error es un delito grave. Hacer una elección errónea es una verdadera falta que requiere expiación. Originariamente fue un delito mágico.

Sin embargo, es fácil en este caso que la legitimidad asuma el carácter de un derecho adquirido que está justificado por las normas de la corrección del procedimiento por el cual fue adquirido el puesto, la mayor parte de las veces por haber sido adquirido de acuerdo con ciertas formalidades,' tales como la coronación. Este el primer sentido de la coronación de los obispos y de los reyes en el mundo occidental por el clero y la nobleza con la "anuencia" de la comunidad. Hay numerosos fenómenos análogos en todo el mundo. El hecho de que sea éste el origen del concepto moderno de "elección" plantea problemas que se verán más adelante.

5) Por la idea de que el carisma es una cualidad que se trasmite por. herencia, de suerte que participan en ella los deudos del que la posee, en particular sus parientes más cercanos. Tal es el caso del carisma hereditario. El orden de sucesión hereditaria en este caso no tiene por qué ser el mismo que el vigente para los derechos de propiedad, sino que puede diferir de ellos. En ocasiones también es necesario seleccionar al heredero apropiado dentro del grupo de parientes por algunos de los métodos de que acaba de hablarse; así, en ciertos Estados negros los hermanos han tenido que luchar por la sucesión. En China, la sucesión tenía lugar de tal' manera, que la relación del grupo vivo con los espíritus ancestrales fuera perturbada. La regla de la antigüedad o de la designación por los secuaces fue muy común en Oriente. De ahí que en la casa de Osmán fuese obligatorio eliminar a todos los otros candidatos posibles, únicamente en la Europa Medieval y en el Japón, en forma universal, y sólo de manera esporádica en otras partes, fue establecido con claridad el principio de la primogenitura para regir la herencia de la autoridad. Esto facilitó mucho la consolidación de los grupos políticos porque eliminó la lucha entre los diferente> candidatos de la misma familia carismática.

En el caso del carisma hereditario, no se presta ya reconocimiento a las cualidades carismáticas del individuo, sino a la legitimidad del puesto que adquirió por sucesión hereditaria, lo cual puede llevar a la tradicionalización o a la legalización. El concepto de "derecho divino" es fundamentalmente alterado y pasa a significar autoridad por virtud de un derecho personal que no depende de que los súbditos reconozcan la autoridad. El carisma personal puede estar totalmente ausente. La monarquía hereditaria es un ejemplo destacado. En Asia hubo muchos sacerdocios hereditarios; asimismo, con frecuencia, el carisma hereditario de los grupos de parentesco ha sido tratado como criterio de jerarquía social y de elegibilidad para los feudos y los beneficios.

6) La idea de que el carisma puede trasmitirse mediante un ritual de un poseedor a otro, o que puede crearse en una persona nueva. Esta idea fue mágica originariamente. Implica la disociación del carisma de un individuo particular, convirtiéndolo en una entidad objetiva, transferible. En particular. puede convertirse en carisma del cargo o función. En este caso, la creencia en la legitimidad no se dirige ya al individuo, sino a las cualidades adquiridas y a la efectividad de los actos del ritual. El ejemplo más importante es la trasmisión del carisma sacerdotal por unción o por consagración, o la imposición de manos y de la autoridad regia, por unción y por coronación. El character indelebilis así adquirido significa que las cualidades y los poderes carismáticos del cargo están emancipados de las cualidades personales del sacerdote. Precisamente por esta razón esto ha sido, desde las herejías donatista y montanista hasta la revolución puritana, motivo de incesantes conflictos. El hireling o mercenario de los cuáqueros es el predicador dotado del carisma del cargo.

La rutinización y el personal administrativo

Simultáneos con la rutinización del carisma para asegura!' una sucesióu adecuada, son les intereses en su rutinización por parte del estado mayor administrativo. Sólo en las ctapas iniciales y mientras el jefe carismático actúa de un modo completamente ajeno a la organización social diaria, es posible para sus secuaces vivir en forma comunista en una comunidad de la fe y entusiasmo, por donaciones, "botín" o adquisición esporádica. Sólo los individuos del pequeño grupo de discípulos y secuaces entusiastas están dispuestos a consagrar sus vidas de un modo puramente idealista a su vocación. La gran mayoría de discípulos y secuaces, a la larga "harán su modo de vida" de su "vocación" también en un sentido material. En realidad, tiene que ser así, si el movimiento no se va a desintegrar.

En consecuencia, la rutinización del carisma asume también la forma de la apropiación de poderes de control y de ventajas económicas; por los secuaces o los discípulos, y de reglamentación del reclutamiento de esos grupos. Este proceso de tradicionalización o de legalización, según esté implicada o no una legislación racional, puede tomar cualquiera de varias formas típicas:

1) La base originaria del reclutamiento es el carisma personal. Con la rutinización, los secuaces o discípulos pueden establecer normas para el reclutamiento, en particular normas que impliquen una preparación o pruebas de elegibilidad. El carisma sólo puede ser "despertado" o "comprobado"; no puede ser "aprendido" ni "enseñado". Todos los tipos de ascetismo mágico, practicados por magos y héroes, y todos los noviciados, pertenecen a esta categoría. Son medios para cerrar el grupo que constituye el estado mayor administrativo.

Sólo al novicio probado se le permite ejercer autoridad. El verdadero jefe carismático está en situación de oponerse a este tipo de requisito previo para ingresar en el grupo. No lo está su sucesor, por lo menos si fue elegido por el estado mayor administrativo. Es ejemplo de este tipo el ascetismo mágico y guerrero de la "casa de hombres" con ceremonias de iniciación y grupos de edad. El individuo que no logra pasar la iniciación sigue siendo una "mujer", es decir, queda excluido del grupo carismático.

2) Es fácil que las formas carismáticas se conviertan en las que definen una posición social tradicional sobre una base carismática hereditaria. Si se elige el jefe a base de la herencia, es muy fácil que el carisma hereditario gobierne la selección del estado mayor administrativo y aun, quizás, a los secuaces sin puesto de autoridad. Se empleará la expresión "Estado familístico" cuando un cuerpo político está organizado estricta y totalmente según el principio del carisma hereditario. En este caso, toda apropiación de poderes gubernativos, de feudos, de beneficios, y toda clase de ventajas económicas, siguen la misma norma. El resultado es que se tradicionalizan todos los poderes y toda clase de ventajas. Los jefes de familia, que son gerontócratas o patriarcas tradicionales sin legitimidad carismática personal, regulan el ejercicio de esos poderes, que no pueden quitárselo a su familia. No es el tipo de puesto que ocupa lo que determina la jerarquía de un hombre o ele su familia, sino que es más bien la jerarquía carismática hereditaria de la familia la que determina el puesto que ocupará. El Japón, antes de la creación de la burocracia, estaba organizado de este modo. Lo mismo ocurría, indudablemente, en China, donde, antes de la racionalización que tuvo lugar en los Estados territoriales, la autoridad estaba en manos de las "familias antiguas", Otros tipos de ejemplos los proporcionan el sistema de castas de la India y Rusia antes de la introducción del Mjestnitschestvo. En realidad, todas las clases sociales hereditarias con privilegios consagrados pertenecen a la misma categoría.

3) El estado mayor administrativo puede procurar y conseguir la creación y la apropiación ele cargos individuales y las correspondientes ventajas económicas para sus individuos. En ese caso, según que la tendencia sea hacia la tradicionalización o hacia la legalización, se crearán: a) beneficios, b) cargos, o e) feudos. En el primer caso, la consecuencia será una organización de prebendas; en el segundo, el patrimonialismo o la burocracia; en el tercero, el feudalismo. Aquellos se apropian, en lugar del tipo de provisión de donaciones o botines, sin una relación consagrada con la estructura económica cotidiana.

El caso a), beneficios, puede consistir en el derecho al productor de la mendicidad, a pagos en especie o al producto de impuestos en dinero, o finalmente, al producto de gajes u honorarios. Cualquiera de esas cosas puede ser resultado de la reglamentación de la provisión por donaciones o por "botín", de acuerdo con una organización racional de las finanzas. La mendicidad reglamentada se encuentra en el budismo; los beneficios en especie en las "rentas en arroz" de China y el Japón; el sostenimiento mediante impuestos en dinero fue la regla general en. todos los Estados conquistadores racionalizados. El último caso es común en todos sitios, especialmente por parte de sacerdotes y de jueces, y en la India hasta por parte de las autoridades militares.

El caso b), transformación de la misión carismática en un cargo, puede tener un carácter más patrimonial o más burocrático. El primero es con mucho el más común; el último se encuentra principalmente en la antigüedad mediterránea y en el mundo occidental moderno. En otras partes es excepcional.

En el caso c), sólo la tierra puede ser apropiada como feudo, mientras que el puesto como tal conserva su carácter originariamente carismático. Por otra parte, poderes y autoridad pueden ser plenamente apropiados como feudos. Es difícil distinguir los dos casos. Pero es raro que la orientación hacia el carácter carismático del cargo desaparezca por completo; no lo hizo en la Edad Media.

Rutinizacion y organización económica

Para que el carisma se transforme en una estructura rutinaria permanente, es necesario que cambie su carácter antieconómico. Debe adaptarse a alguna forma de organización fiscal para proveer a las necesidades del grupo, y, por lo tanto, a las condiciones económicas necesarias para cobrar impuestos y contribuciones. Cuando un movimiento carismático se desenvuelve en dirección de la provisión de prebendas, los laicos se diferencian de los clérigos; esto es, de los individuos participantes del estado mayor administrativo carismático que entonces se ha rutinizado. Son los sacerdotes de la "iglesia" que nace. De manera correspondiente, en un cuerpo político en desarrollo los vasallos, quienes disfrutan de los beneficios, o los funcionarios, se diferencian de los "contribuyentes". Los primeros, en vez de ser los "secuaces" del jefe, se convierten en funcionarios del Estado o en funcionarios nombrados por el partido. Este procedimiento es muy notorio en el budismo y en las sectas hindúes. Lo mismo ocurre en todos los Estados resultantes de la conquista que se racionalizaron para formar estructuras permanentes, así como con los partidos y otros movimientos que tuvieron originariamente un carácter puramente carismático. Con el proceso de rutinización, el grupo carismático tiende a convertirse en una de las formas de autoridad cotidiana, particularmente en la forma patrimonial en su variedad descentralizada, o en la burocrática. Sus peculiaridades originarias pueden ser conservadas en las normas carismáticas de honor que acompañan a la posición social adquirida por herencia o por el desempeño del cargo. Esto se aplica a todos los que participan en el proceso de apropiación, al jefe mismo y a los miembros de su estado mayor. Es, pues, cuestión del tipo de prestigio que gozan los grupos gobernantes. Un monarca hereditario por "derecho divino" no es un simple jefe, patriarca o jeque patrimonial; un vasallo no es un mero criado o funcionario doméstico. Pueden aplazarse mayores detalles para cuando hagamos el análisis de la estratificación social. '

Por regla general, el proceso de rutinización no está libre de conflictos. En las primeras etapas las pretensiones personales al carisma de jefe no se olvidan fácilmente, y el conflicto entre el carisma de cargo o de posición hereditaria y el carisma personal es un proceso típico de muchas situaciones históricas.

1) El poder de absolución, es decir, el poder de absolver de pecados mortales, lo tuvieron sólo originariamente mártires o ascetas carismáticos personales, pero se convirtió en un poder del cargo o función de obispo o sacerdote. Este proceso fue mucho más lento en Oriente que en Occidente, porque en este último caso fue incluido por el concepto romano de cargo. Revoluciones dirigidas por un jefe carismático, orientadas contra poderes carismáticos hereditarios o contra los poderes del cargo, se encuentran en todos los tipos de grupos corporativos, desde

Estados hasta sindicatos. Cuanto mayor sea la interdependencia de diferentes unidades económicas en una economía monetaria, mayor es la presión de las necesidades cotidianas de los secuaces del movimiento carismático. Esto da por resultado el fortalecimiento de la tendencia a la rutinización, que opera en todas partes y por regla general triunfa rápidamente. El carisma es un fenómeno típico de los movimientos religiosos proféticos o de los movimientos políticos expansivos en sus primeras etapas. Pero así que está bien afianzado el cargo de autoridad, y, sobre todo, así que existe el control sobre grandes masas de pueblo, deja el lugar a las fuerzas de la rutina diaria.

2) Uno de los motivos decisivos subyacentes en todos los casos de rutinízación del carisma es, naturalmente, la lucha por la seguridad. Esto significa legitimación, por una parte, de los puestos de autoridad y del prestigio social; por otra parte. de las ventajas económicas de que gozan los secuaces y simpatizadores del jefe. Pero otro motivo importante estriba en la necesidad objetiva de adaptación de las normas del orden y de la organización del estado mayor administrativo a las necesidades y circunstancias diarias y normales de ejercer la administración. En este respecto, en particular, siempre hay momentos en que pueden imponerse tradiciones de práctica administrativa y de soluciones judiciales, ya que las necesitan tanto el personal administrativo normal como los sometidos a su autoridad. También es necesario que se establezca un orden definido en la organización del estado mayor administrativo. Finalmente, como se estudiará en detalle más abajo, es necesario que el personal administrativo y todas sus prácticas administrativas se adapten a las condiciones económicas de todos los días. No es posible cubrir con "botín", contribuciones, donativos y hospitalidad, los costos de una administración rutinaria permanente, como es típico del tipo puro de carisma militar y profético.

3) El proceso de rutinización no se limita, pues, de ningún modo al problema de la sucesión ni se detiene cuando éste ha sido resuelto. Por el contrario, el problema más fundamental es el de la transición de un estado mayor administrativo carismático, y de los correspondientes principios de administración, a un personal administrativo adaptado a las condiciones de todos los días. Pero el problema de la sucesión es decisivo, porque a través de él se produce la rutinizacíón del foco carismático de la estructura. En él, el carácter del jefe mismo y sus pretensiones de legitimidad se modifican. Este proceso implica concepciones peculiares y características que solo son comprensibles en este contexto, y no tienen aplicación al problema de la transición a tipos tradicionales o jurídicos de orden y a tipos de organización administrativa. Los modos más importantes de resolver el problema de la sucesión son la designación carismática de un sucesor y el carisma hereditario.

4) Como ya hemos observado, el ejemplo histórico más importante de nombramiento por el jefe carismático de su sucesor es el de Roma. Para el rex, este procedimiento está atestiguado por la tradición; mientras que para el nombramiento del "dictador" v del co-emperador y sucesor en el principado, existió en tiempos históricos. El modo como todos los altos magistrados eran investidos de imperium revela claramente que también eran designados como sucesores por el jefe militar, sujetos al reconocimiento por el ejército de ciudadanos. El hecho de que los candidatos fuesen examinados por los magistrados en funciones, y de que originariamente pudieran ser excluidos por motivos manifiestamente arbitrarios, revela claramente cuál era el carácter del procedimiento.

5) Los ejemplos más importantes de designación de un sucesor por los secuaces carismáticós del jefe se encuentran en la elección de obispos, y particularmente del Papa, por el sistema originario de designación por el clero y de reconocimiento por la comunidad profana. Es probable, según mostraron las investigaciones de U. Stutz, que, aunque después se modificó, la elección del emperador alemán tuviese por modelo la de los obispos. Era designado por un grupo de príncipes calificados y reconocidos por el "pueblo", es decir, por !os que tenían las almas. Arreglos parecidos son muy comunes.

6) El caso clásico de revelación de carisma hereditario es el de las castas de la India. Todas las calificaciones ocupacionales, y en particular todas las calificaciones para puestos de autoridad y de poder, llegaron allí a considerarse estrictamente ligadas a la herencia del carisma. La elegibilidad para feudos, que implica poderes gubernamentales, estaba limitada a individuos del grupo de parientes del rey, y eran los más ancianos del grupo quienes concedían los feudos. Todos los tipos de cargos religiosos, incluso el cargo extraordinariamente importante e influyente de guru, o director del alma, se consideraban ligados a cualidades carismáticas hereditarias. Lo mismo ocurría con toda clase de relaciones de los clientes tradicionales y con todos los cargos de la organización de la aldea, tales como sacerdotes, barberos, lavanderos, guardianes, etc. La fundación de una secta significó siempre la creación de una jerarquía hereditaria, como sucedía también con el taoísmo en China. Asimismo, en el Estado "feudal" japonés, antes de la introducción de una burocracia patrimonial según el modelo chirlo, que condujo después a un régimen de prebendas y a una nueva feudalización, la organización social se basaba puramente en el carisma hereditario.

Este tipo de derecho carismático hereditario a puestos de autoridad se desarrolló de maneras análogas en todo el mundo. La habilitación por virtud de los logros individuales fue sustituida por la habilitación por el nacimiento. Ésta es en todas partes la base de la formación de aristocracias hereditarias, en la nobleza romana, en el concepto de la stirps regia que Tácito describe entre los germanos, en las reglas de elegibilidad para los torneos y los monasterios a fines de la Edad Media, y hasta en la investigación genealógica que se realiza en favor de la aristocracia advenediza de los Estados Unidos. En realidad, se encuentra esto en todas partes donde llegó a establecerse una diferenciación de clases sociales hereditarias.

La relación principal con las condiciones económicas es la siguiente: El proceso de rutinización del carisma es, en muchos respectos importantes, idéntico a la adaptación a las condiciones de la vida económica, ya que ésta es una de las fuerzas principales que operan constantemente en la vida cotidiana. En este respecto, las condiciones económicas desempeñan un papel directivo y no constituyen meramente una variable dependiente. En muy gran medida, la transición al carisma hereditario o al carisma de cargo sirve en este respecto como medio para legitimar poderes de control sobre bienes económicos ya existentes o adquiridos recientemente. Al lado de la ideología de la lealtad, que de ningún modo deja de tener importancia, la fidelidad a la monarquía hereditaria en particular resulta influida en alto grado por la consideración de que correrían peligro toda la propiedad heredada y toda la legítimamente adquirida si se eliminase el reconocimiento subjetivo de la santidad de la sucesión al trono. Así, pues, no es fortuito de ningún modo que la monarquía hereditaria sea más aceptable para las clases propietarias que, por ejemplo, para el proletariado.

Fuera de esto, no es posible decir nada en términos generales que sea al mismo tiempo esencial y valioso, sobre las relaciones de los diferentes modos posibles de adaptación al orden económico. Esto hay que reservarlo a una investigación especial, La aparición de una estructura de prebendas, del feudalismo y de la apropiación de todas clases de ventajas sobre una base carismática hereditaria, puede tener en todos los casos el mismo efecto estereotipador sobre el orden económico tanto si se desarrollan sobre puntos de partida carismáticos como si nacen ele orígenes patrimoniales o burocráticos. El efecto inmediato del carisma en el aspecto económico como en otros, suele ser muy revolucionario; en realidad, con frecuencia es destructor, pues significa modas nuevas de orientación. Pero en el caso de que el proceso de rutinización lleve en la dirección del tradicionalismo, su efecto definitivo puede ser exactamente el contrario.


 

NOTAS

(*) De The Theory of Social and Economic Organization, de Max Weber (Nueva York. Oxford University Press, 1947). pp. 358-373. Reproducido con autorización del traductor, Talcot Parsons.

(1) Jefe del experimento comunista de Baviera en 1919. Ed. (T. P.)

(2) Weber utiliza aquí la palabra "Welt" entre comillas, indicando que se refiere a su sentido en lo que es primariamente un contexto religioso. Es la esfera de las cosas de los intereses "mundanos", como distintos de intereses religiosos trascendentales. [T. P.].