Correspondencia del desaliento

varios autores
Selección de Horacio Oliveira

Virgina Woolf a Leonard Woolf

[Nota escrita por Virginia Woolf a su marido Leonard, momentos antes de ahogarse intencionadamente en el río Ouse]

28 de Marzo de 1941
Querido,
estoy segura de que, de nuevo, me vuelvo loca. Creo que no puedo superar otra de aquellas terribles temporadas. No voy a curarme en esta ocasión. He empezado a oír voces y no me puedo concentrar. Por lo tanto, estoy haciendo lo que me parece mejor. Tu me has dado la mayor felicidad posible. Has sido en todo momento todo lo que uno puede ser. No creo que dos personas hayan sido más felices hasta el momento en que sobrevino esta terrible enfermedad.
No puedo luchar por más tiempo. Sé que estoy destrozando tu vida, que sin mí podrías trabajar. Y lo harás, lo sé. Te das cuenta, ni siquiera puedo escribir esto correctamente. No puedo leer. Cuanto te quiero decir es que te debo toda la felicidad de mi vida. Has sido totalmente paciente conmigo e increíblemente bueno. Quiero decirte... todo el mundo lo sabe. Si alguien podía salvarme, hubieras sido tu. No queda nada en mí salvo la certidumbre de tu bondad. No puedo seguir destrozando tu vida por más tiempo.
No creo que dos personas pudieran haber sido más felices de lo que nosotros hemos sido.
V.

Franz Kafka a Max Brod

Sanatorio naturista Jungborn en el Harz
22 VII 1912

Mi muy querido Max, ¿jugamos una vez más al juego de los niños infelices? Uno señala al otro y recita su antiguo verso. Tu opinión actual sobre ti mismo es un capricho filosófico, mi mala opinión sobre mí mismo no es una mala opinión trivial. En esta opinión quizá se halle mi única virtud, después de haberla delimitado adecuadamente en el transcurso de mi vida, es aquello en lo que jamás, jamás he tenido que dudar, me da un orden para mí mismo y me tranquiliza suficientemente, a mí, que me rindo de inmediato ante la falta de claridad. Estamos suficientemente cerca uno de otro como para poder ver los entresijos en la argumentación de la opinión del otro. Yo incluso he llegado a detalles y ellos me han alegrado más de lo que tú aprobarías -¿de qué otro modo podría seguir sosteniendo la pluma en mano? Nunca he sido de aquellos que sacan adelante alguna cosa a cualquier precio. Pero precisamente de eso se trata.
Lo que he escrito fue hecho en un baño tibio, no he vivido el infierno eterno de los verdaderos escritores, a excepción de unos pocos arrebatos que puedo ignorar en mi juicio, a pesar de su fuerza quizá infinita, debido a su escasa frecuencia y a la debilidad con que se manifestaron.
También aquí escribo, muy poco desde luego, me lamento de mí mismo y también me alegro; éste es el modo en que las mujeres piadosas rezan a Dios, pero en las historias bíblicas se deberá pasar mucho tiempo antes de que pueda mostrar lo que ahora te escribo a ti, y aunque sólo sea por mí. Está elaborado sobre la base de pequeñas piezas más bien alineadas que entrelazadas; durante mucho tiempo seguirá por un camino recto, antes de llegar a formar el círculo deseado, y en aquel instante, en función del cual trabajo, las cosas no resultarán en absoluto más fáciles, mucho más probable es que, habiendo sido inseguro, pierda la cabeza. Por esto, será algo de lo que se podrá hablar solamente cuando concluya la primera versión.
¿No hiciste mecanografiar el Arche? ¡Esto si que lo ha golpeado! Y yo no le escribo y no le escribo. Por favor, diles a la Srta. T. y a Weltsch y, si es posible, a los Baum que los quiero a todos y que el cariño no tiene nada que ver con escribir cartas. Dile de tal forma que sea acogido mejor y más amablemente que tres cartas reales. Si quieres, puedes hacerlo.
En nuestra historia común me ha alegrado únicamente, aparte de algunos detalles, el estar sentado junto a ti los domingos (haciendo excepción, desde luego, de los ataques de desesperación) y esta alegría me seduciría de inmediato a continuar el trabajo. Pero tú tienes cosas más importantes que hacer, aunque sólo fuera el Ulises.
Carezco de todo talento organizativo y por eso ni siquiera soy capaz de inventar un título para el anuario. Pero no olvides que en la invención los títulos mediocres o incluso malos alcanzan un buen prestigio por influencias probablemente caprichosas de la realidad.
¡No digas nada contra la sociabilidad! También vine aquí por la gente y estoy satisfecho de que al menos en esto no me haya equivocado. ¡Cómo vivo en Praga! Esta necesidad que tengo de la gente y que se transforma en temor tan pronto se satisface, sólo está a gusto durante las vacaciones; sin duda que he cambiado un poco. Por otra parte, no leíste con atención mi horario, hasta las 8 escribo poco, pero después de las 8 nada, aunque es cuando más libre me siento. Escribiría más sobre esto si no hubiera pasado todo el día tan tontamente con juegos de balón y de naipes y sentado y recostado en el prado. ¡No hago excursiones! El mayor peligro es que ni siquiera veré el fragmento. ¡Si supieras cómo transcurre este corto tiempo! ¡Si fluyera con tanta claridad como el agua, pero se escurre como el aceite!
El sábado por la tarde me iré de aquí (pero hasta entonces me gustaría mucho recibir una tarjeta tuya), me quedaré el domingo en Dresde y llegaré por la noche a Praga. No iré por Weimar únicamente por una debilidad que vislumbro a distancia. Recibí una pequeña carta suya con saludos de propia mano de la madre y tres fotografías. En las tres se la ve en distintas posiciones, en relación con las fotografías anteriores son incomparablemente nítidas y ¡es bella!. Y yo iré a Dresde fingiendo obligación y visitaré el jardín zoológico ¡que es donde debiera estar!

Franz

[Franz Kafka Cartas a Max Brod (1904-1924), traducción de Pablo Diener-Ojeda para Grijalbo Mondadori]

 

Henry Miller a Lawrence Durrell

[París]
jueves [29 de julio de 1937]

Querido Durrell:
[...]
Mi querido Durrell, ¡no siga el camino de la esquizofrenia! Si hay sólo media docena de personas en el mundo que, como yo, creen en usted, esto debería valer más que toas las consideraciones. El peligro es para la psique, créalo o no. Fraenkel es el ejemplo perfecto de desdoblamiento de espíritu. ¡Qué confusión tan terrible! Usted es joven, feliz en su matrimonio, todo el mundo le alienta, le pone por las nubes; está sano, no pasa hambre, no está en la miseria, está rodeado de gente que le ampara, que le llena de halagos y de todo, y por añadidura, un barco, ¡Dios mío!, los cielos jónicos, aislamiento (daría hasta la camisa por tener un poco), y qué se yo. Entonces, mi querido, mi buen Durrell, ¡no me pida que llore con usted porque está solo! Debería sentirse orgulloso por eso, porque le favorece. No se puede estar solo y a la vez estar con la multitud. No se puede escribir buenos libros y malos libros. No durante mucho tiempo. (Déme ejemplos, si conoce alguno) El precio que se paga es la “desintegración”.
Debe mantenerse o caer, sea como Charles Norden* o como Lawrence Durrell. Yo elegiría Lawrence Durrell, si fuera usted. Y ¿cuál es la pena, después de todo? ¿Qué pueden hacerle a usted ELLOS? Nada, en realidad. Muy pronto les tendrá bien atados. El hombre que se mantiene al pie del cañón tiene el mundo a sus pies. Es por eso que prefiero mil veces a Mussolini, por más que aborrezco su programa, que a todo el Imperio Británico. La política de Mussolini es auténtica política. Y eso es algo en un mundo de hijos de puta cobardes, de indecisos, de asquerosos hipócritas. Para mí es muy sencillo. Esta gentuza no me va en absoluto.
Tao, amigo mío, más y más Tao. Estoy sumergido en él. Es exactamente mi filosofía, milímetro a milímetro, incluso las contradicciones, precisamente las contradicciones. Lo llevo en la sangre, y estoy haciendo indagaciones en mi genealogía para descubrir si realmente no hay en mí un poco de sangre tibetana o mongólica.
Si, como dice, no puede escribir libros AUTÉNTICOS todo el tiempo, entonces, no escriba.
No escriba nada, quiero decir. Pásese un tiempo en barbecho. Reténgalo. Deje que se acumule.
Espere a que estalle en su interior. Puedo entender la expresión: incluso Homero se duerme a veces. Pero que Homero use un seudónimo es muy distinto, ¿no? Un hombre puede caer, rebajarse, volverse loco. Pero nunca debe encarnar deliberadamente a un ser inferior, a un fantasma, a un sustituto. Todo es cuestión de responsabilidad, de estar dispuesto a aceptar el propio destino, el propio castigo y también la recompensa. Creo que sencillamente es demasiado claro, dolorosamente claro, si lo piensa un poco. Usted quiere que Charles Norden sea el cabeza de turco, pero a la larga será L.D. quien se verá obligado a matar a Charles Norden. Éste es el tema del “doble”. (Por cierto, lea El doble de Dostoievsky, si es que no lo ha leído. Incluso Aaron’s Rod es un buen libro, dentro de la misma línea. También Lawrence sufría de este mal, y lo sabía. Era un problema un poco diferente, pero en esencia, era lo mismo.
No aceptarse a uno mismo totalmente. No integrarse.)
Y ¿por qué no va a poder escribir todos los libros que quiera como L.D.? ¿Por qué no puede ser L.D. el autor de libros de viajes, etc.? ¿Qué se lo impide? Y no es cierto que se esté amputando.
Al contrario, está introduciéndose por la fuerza. De la otra manera es como va a amputarse. No tardarán en encontrarle y el olor no es nada agradable. La parte podrida apestará hasta el cielo, créame. Es mejor dejar que la parte podrida, si está podrida, muera de muerte natural. Es mejor que sea consciente de su debilidad. No puede poner la perfección en un platillo de la balanza y la imperfección en el otro de esa manera. Somos absolutamente imperfectos, gracias a Dios.
Odio los libros perfectos y los seres perfectos. ¿Dónde están, d’ailleurs? Las cartas de Brown y Strauss deberían convencerle de lo odiosa que es esa onda. Muy pronto les cortará la cabeza. Se volverá rencoroso, vengativo, irritable, caprichoso, informal, etc. Ya lo verá. Le expulsarán de prisa, muy de prisa, tan pronto como muestre las garras. No, todo reside en el Tao. Nítido como una campana, así es. Cuando se ve la verdad, no se puede hacer otra cosa que obrar de acuerdo con ella. No hay dos caminos. Siempre es la senda estrecha y directa, y qué endiabladamente divertida es esta senda cuando se da plenamente con ella. Nunca he comprendido por qué la gente se detiene. Todo va como una seda cuando uno se lanza en serio. Es realmente alegre. La otra es triste, sombría, miserable. (¡Piense en Fraenkel otra vez!) Piense en la mierda que hay a su alrededor. Piense en el pobre y solitario Aldous Huxley. Piense en Charlie Chaplin, otro fracasado.
Observe también cómo me escribe a mí y cómo les escribe a ellos. Con ellos es fuerte; conmigo, débil. Pues bien, lleve la quilla a un lugar un poco más profundo. Una quilla equilibrada. ¡Y sin catamaranes! ¡Sin salvavidas! No es que opte por la cruz, creo que es una tontería, todo eso de la cruz (no es más que autocompasión y debilidad). Pero si tiene que ser la cruz, pues bien, ¡que sea la cruz! Mierda, es una salida honrosa. Y proporciona un cierto consuelo, además de hiel y vinagre. Pero en realidad la cruz es un mito. Si usted desarrolla sus poderes, descubrirá que ésta es, cuando todo está dicho y hecho, una vida alegre. Creo que usted es un tipo alegre, a pesar de todos los desvaríos, a pesar El libro negro. Que por lo demás es un libro sumamente alegre, El libro negro. Siempre lo he dicho, y todo el mundo está de acuerdo conmigo. Arrójelo sobre el contrario y no se ande con rodeos. Haga lo que le dé la real gana y acepte lo que se le presenta.
Bien, basta de todo eso. Piénselo. Y recuerde que estoy con usted hasta el último cartucho...

* Charles Norden era el seudónimo utilizado por Lawrence Durrell para firmara algunos de sus escritos.

[Cartas Durrell-Miller (1935-1980), traducción de María Faidella Martí para Edhasa]

 

Gustave Flaubert a Turguéniev

[Croisset]
Miércoles, 13 [noviembre de 1872]
Su última carta me ha enternecido, mi buen Turguéniev. Gracias por sus exhortaciones, pero ¡ay, me temo que mi mal es incurable! Aparte de mis motivos personales de aflicción (la muerte, en tres años, de casi todas las personas que yo quería), el estado social me abruma.- Sí, así es. Quizá sea tonto. Pero es así.
La Estupidez pública me desborda. Desde 1870 me he convertido en un patriota. Al ver como mi país se hundía, me he dado cuenta de que le amaba. Rusia puede desmontar sus fusiles. No necesitamos de ella para que nuestro país muera.
El desconcierto de la Burguesía es tal, que ni siquiera tiene el instinto de defenderse.- Y lo que venga será peor. Tengo la misma tristeza que tenían los patriotas romanos en el siglo cuarto.
Siento ascender del fondo de la tierra una irremediable barbarie. Espero haber reventado antes de que esa barbarie se lo haya llevado todo. Pero, mientras tanto, no es muy divertido. Nunca los intereses del espíritu han importado menos. Nunca el odio a cualquier grandeza, el desdén por lo bello, la aversión, en fin, a la literatura han sido tan palpables.
Siempre he procurado vivir en mi torre de marfil. Pero una marea de mierda bate ahora sus muros hasta el punto de derrumbarla. No se trata de política, sino del estado mental de Francia. ¿Ha leído la circular de Simon relativa a una reforma de la instrucción pública? El párrafo dedicado a los ejercicios corporales es más largo que el que se refiere a la literatura francesa.
Todo un síntoma.
En fin, mi querido amigo, si usted no viviera en París, pondría inmediatamente mi piso a disposición del casero. Si he seguido hasta ahora con él, es sólo por la esperanza de poder verle alguna vez.
No puedo charlar con nadie sin encolerizarme y todo lo que leo sobre la actualidad me enfurece. Estamos arreglados. -Lo que no me impide preparar un libro en que procuraré escupir bilis. Querría charlar con usted. Como ve, no me dejo ganar por el desaliento. Si no trabajara, acabaría arrojándome al río con una piedra al cuello.- 1870 ha enloquecido a mucha gente, ha vuelto a muchas personas imbéciles o enragés. Yo soy de los últimos. Yo estoy en esta última categoría. Esto es lo verdadero.
Supongo que tengo aburrida a la excelente señora Sand por mi mal humor. Hace tiempo que no oigo hablar de ella ¿Cuándo se representa su obra de teatro? ¿A principios de diciembre, quizá? En esa época espero hacer a usted una visita. Hasta entonces, procure soportar esa gota, mi pobre querido amigo, y crea en mi afecto.
Su
Gve Flaubert

[Flaubert-Turguéniev Correspondencia, traducción de Danielle Lacascade y Francisco Díez del Corral para Mondadori]

 

Francis Scott Fitzgerald a Zelda Fitzgerald

Univ. Princeton
37 Park Avenue,
Baltimore (Maryland)
6-4-1934
Perdona que dicte esta carta en lugar de escribirla a mano, pero si vieras mi escritorio y la cantidad de cosas que han llegado lo comprenderías. Tienes que combatir cualquier tipo de derrotismo. No hay ninguna razón para el pesimismo. En realidad nunca has tenido un temperamento melancólico, sino que, como tu madre decía, siempre destacaste por tu vital actitud animosa, alegre y extrovertida. Me refiero sobre todo a que no compartes ninguno de los puntos de vista melancólicos que parecen integrar a Anthony y Marjorie. Tú y yo hemos pasado momentos maravillosos en el pasado, y el futuro aún está cargado de posibilidades si levantas la moral y procuras creerlo. El mundo exterior, la situación política, etcétera, siguen siendo oscuros e influyen en todos directamente, y es inevitable que te afecten indirectamente a ti, pero procura distanciarte de todo ello mediante alguna forma de higiene mental, inventándola, si es necesario.
Déjame repetirte que no quiero que te concentres demasiado en mi libro, que es una obra melancólica y parece haber obsesionado a casi todos los críticos. Me preocupa muchísimo que lo estés releyendo. Describe determinadas fases de la vida que ya están superadas. Ciertamente nos hallamos en una ola ascendente, aunque no sepamos a ciencia cierta hacia dónde va.
No tienes ningún motivo real de pesimismo. Tus cuadros han sido un éxito, tu salud ha mejorado mucho, según tus médicos, y la única tristeza es vivir sin ti, sin oír los tonos de tu voz con sus peculiares intimidades de inflexión.
Tú y yo hemos sido felices; y no lo hemos sido solo una vez, hemos sido felices miles de veces.
Las posibilidades de que la primavera, que llega para todos, como las canciones populares, nos pertenezca también, las posibilidades son muy halagüeñas en este momento porque, como siempre, puedo aguantar casi toda la opinión literaria contemporánea, liquidada, en el hueco de la mano, y cuando lo hago, veo al cisne flotando en ella y descubro que eres tú y sólo tú.
Pero, Cisne, flota suavemente porque eres un cisne, porque con la exquisita curva de tu cuello los dioses te concedieron un don especial, y aunque te lo fracturaras tropezando con algún puente construido por el hombre, se curaría y seguirías avanzando. Olvida el pasado, lo que puedas, y da la vuelta y nada de nuevo hasta mí, a tu refugio de siempre, aunque a veces parezca una cueva oscura iluminada con las antorchas de la furia. Es el mejor refugio para ti, da la vuelta despacio en las aguas en las que te mueves y regresa.
Todo esto parece alegórico pero es muy real. Te necesito aquí. La tristeza del pasado me acompaña siempre. Las cosas que hicimos juntos y las cicatrices atroces que nos convirtieron en el pasado en supervivientes de guerra persisten como una especie de atmósfera que rodea todas las casas que habito. Las cosas agradables y los primeros años juntos, los meses que pasamos hace dos años en Montgomery me acompañarán siempre y tienes que creer como yo que podemos recuperarlos, si no en una nueva primavera, en un nuevo verano. Te quiero, amor mío, cariño.

* * *

5521 Amestoy Avenue
Encino (California)
19-3-1940
Queridísima:
Creo que lo mejor es no precipitarse.
(a) Me gustaría que salieras con el beneplácito del doctor Carroll (te ha dedicado más horas de trabajo de las que merece un ser humano de otro; estarías de acuerdo si vieras las cartas que me ha escrito). Ha sido tu mejor amigo, después de Forel, incluso mejor que Meyer (aunque esto es ser injusto con Meyer que nunca pretendió ser un clínico, sino sólo un diagnosticador).
Pero al diablo todo eso, y la enfermedad.
(b) Sería también mejor que esperaras porque sin duda tendré más dinero dentro de tres semanas que en este momento, y
(c) Si todo sale bien, Scottie puede bajar a verte un día en las vacaciones; de lo contrario, no la verás hasta el verano. ¡Es una posibilidad!
Creo que no comprendes del todo las dimensiones de lo que Scottie ha conseguido en Vassar.
Decías bastante despreocupadamente en la carta que dos años bastaban, pero no es cierto.
Tiene un talento excepcional. No sólo se puso a la altura de las circunstancias y consiguió ingresar muy joven, sino que ha pasado de ser una alumna mediocre a ser una alumna muy aceptable; vendió un relato profesional a los dieciocho años; y además ha introducido con bastante esfuerzo un tono nuevo en una escuela tan intelectual y políticamente comprometida como Vassar. Ha escrito y producido una comedia musical y ha fundado un club llamado el Omgim para perpetuar la idea, casi igual que Tarkington cuando fundó en 1893 el Triangle en Princeton. Y lo consiguió enfrentándose a una gran oposición: chicas que no querían dejarla entrar en el consejo de redacción del diario porque, aunque sabía escribir, carecía de “conciencia política”.
Tenemos todos los motivos del mundo para apoyar a nuestra pequeña. Haría cualquier cosa con tal de no negarle los dos últimos años de universidad que se merece. Tiene más que talento: posee un auténtico genio para la organización.
Aquí no hay nada nuevo. Escribo los relatos de “Pat Hobby” y espero. Tengo una nueva idea ahora (una serie cómica que volvería a llevarme a las grandes revistas), pero, Dios mío, soy un hombre olvidado. Tuvieron que retirar Gatsby de la Modern Library porque no se vendía, lo cual fue un golpe.
Con mi cariño de siempre,

[Scott]

[Cartas de amor y de guerra (1919-1940), traducción de Ángela Pérez para Grijalbo Mondadori]