Empezaré por hablar de algunas cosas que son importantes para mí. Lo primero que me gustaría decir es que no tengo nada que expresar como artista. Es parte de mis preocupaciones el dejar claro que no trato de expresar nada. Esto no tiene que ver con la expresión. Continuaré negando algunas cosas mías.
No estoy interesado en la composición; no busco yuxtaponer, dentro de una composición, unos elementos a otros. Lo que busco son condiciones del ser, condiciones de la materia, allí donde las cosas son estados puros. Esto es como decir que si estoy haciendo algo en rojo, lo que busco es que lo rojo sea lo mismo que la humedad, la dureza o la sequedad. Lo que esto me deja como artista aparentemente es muy poco. Ir al estudio con la determinación de no expresarme me fuerza a un proceso de vaciado, y éste es el proceso en el que estoy interesado.
El trabajo que yo hacía hace quince años empezó quizá en otro sitio. Buscaba grupos de objetos que funcionasen juntos. Éstos parecían contener un espacio, un espacio interior. Estoy hablando de los trabajos que yo realizaba en el 78 ó 79 y durante la mitad de los 80, la mayoría con pigmento. Su cualidad inmanente era lo que me preocupaba.
Lo que sucedió lentamente es que el espacio contenido entre los objetos comenzó a desplazarse hacia el interior y los objetos se convirtieron en vacíos. Hoy el vacío es una noción espacialmente en el país en el que yo trabajo, que inmediatamente conecta con Henry Moore. Quisiera significar que Henry Moore hacía objetos que tenían agujeros que parecían ser golpeados a través de los otros hacia el otro lado, permitiendo un espacio a través del objeto. Ésta no es mi preocupación. Aquello con lo que yo trato es el negativo, en cierto sentido, sin el positivo. El no objeto. Estoy en busca de la piel, la superficie, si le parece, que de alguna manera describe el espacio interior, casi sin describir el espacio exterior. Esto es cuestionar la noción de lo que es un objeto destacando algo que yo llamo el objeto incierto. Si la interioridad es algo que no puede ser descrito, los objetos de interioridad son esos “no-objetos”. Es el opuesto a Brancusi; no es el hacer la forma sino el hacer la “no-forma”.
Comencé con las piezas de pigmento y empecé por hablar de la idea de forma, forma desplazándose hacia el interior. Ahora empiezo a descubrir que la interioridad que yo buscaba era una condición de la oscuridad. Comencé por hacer las primeras formas vacías (“hollow forms”). Necesitaba que el espacio interior de los objetos jugase un papel particular en el color. El azul oscuro que usaba no describía la forma, parecía llegar la forma. La forma parecía ser XXXXX en la oscuridad del color y, curiosamente, el espacio semejaba llenarse –el objeto vacío parecía lleno. Emocionadamente, vaciarse equivale a llenarse.
Comencé a ver que mi preocupación residía en lo sublime, con la idea de un receso poético, un momento de calma, un momento de silencio, que estaba allí en ese momento de oscuridad, en Void nr. 1. No estaba vacío, de laguna manera estaba lleno, preciado, de una forma diferente a las piezas anteriores. Esto me permitió un nuevo cuerpo de trabajo: qué se debe hacer para buscar la oscuridad. El trabajo que abarca esto de forma más conmovedora es Descent into the limbo (1992). El título viene de el Cristo descendiendoal limbo de Mantenga. El descenso al limbo es una condición de la sublimidad poética. Describe el momento de una clase de ensueño que es condición de la pérdida de uno mismo, de autoabsorción en el esmalte de la oscuridad. Físicamente, Descent into the limbo es una habitación de seis por seis metro con un agüero en el suelo, hecho de tal manera que el agujero es absolutamente plano y rasante con la superficie del suelo.
Algo como el espejo, presente aquí en la exposición. Está pintado en un azul muy oscuro. Hay una historia que yo siempre suelo contar: cuando hago una instalación y cierro la puerta siempre hay una cola. Un hombre esperó en la cola cuarenta y cinco minutos y, después de su paciente espera, pudo entrar a la instalación. Estaba absolutamente furioso por haber esperado cuarenta y cinco minutos para ver una alfombra negra. No podía creer que fuese un agujero. Para él era una alfombra negra. En mis términos, esto es un éxito absoluto. Esto prueba que mi proyecto no es sólo engañar al ojo, aunque pienso que es otro punto al que volver, sino llenar el vacío o hacer otra clase de vacío. Propone que el vacío no es tal vacío, que nosotros como seres psicológicos y poéticos, portamos las nociones de vacío en nosotros, que la proximidad de un vasto y oscuro vacío es algo psicológicamente insoportable.
Lo sublime, aunque es una noción de una clase de ensueño, es también una noción de peligro.
Cuando observamos la pintura de Caspar David Friedrich nosotros compartimos el ensueño de otro. Hay una pequeña figura observando la puesta de sol; nosotros, poéticamente, participamos de su sueño. Mi proyecto es hacer más corta esa distancia, hacerlo posible sintiendo el absoluto del ensueño, hacerlo lo más palpable posible.
He trabajado con la oscuridad un número de años, y no digo azul, sino oscuridad, porque pienso que eso es lo que es. Sólo sucede que el azul crea una oscuridad más densa que el negro, porque nosotros no vemos el color enteramente con nuestros ojos. Los ojos son instrumentos intelectuales, los que nos permiten percibir los colores con nuestras mentes.
Desde la mirada absorta, hacia la idea de la pérdida del ser, empecé a preocuparme de si lo opuesto era posible. ¿Es posible retornar a la mirada y seguir aún tratando con lo sublime? La idea de la mirada retornada, o del autorreflejo: la inclusión es con lo que la siguiente exposición tiene que ver. Espejos vacíos que hacen algo semejante a los objetos oscuros. Ambos parecen no permitir el vacío. Como puede verse aquí, estas formas vacías no lo están realmente. Si el sublime tradicional u oscuro enlaza con el profundo espacio más allá del plano pictórico, el espejo o sublime moderno trabaja con un espacio diferente, uno que está frente al plano pictórico. Trabajo para ver dónde me llevará esto.