Entrevista a Francisco Ayala

Juan Luis Tapia
PUBLICADA EN EL "IDEAL DE GRANADA" EL  28 de abril de 2004.

Francisco Ayala vuelve mañana a Granada al aceptar una invitación de la Caja de Granada. Es la primera vez que visita la ciudad sin tener compromisos literarios. "Voy a disfrutar y hacer lo que me dé la gana", dice el escritor. "Es un regalo al final de la vida muy estimado y es algo muy generoso para mí. Pero tengo muchas cosas que agradecer a la gente de Granada", comenta.

Se celebrará una reunión de la Fundación dedicada a su obra, "porque mi deseo es que el centro de estudio y biblioteca esté en Granada". Los patronos ya tienen una lista con los requisitos que debe tener el centro granadino. "Son ellos los que tienen que establecer todo, y seguramente mejor que lo que yo pudiera sugerir".

"Estamos preparando el centenario, pero con este señor en vida. Yo lo prometo", comenta la esposa del escritor Carolyn Richmond, quien cuida y vela por la vida y obra del escritor. "La única que creyó en mi recuperación cuando los médicos me dieron por perdido", comenta Ayala. En su domicilio madrileño, Ayala observa con cariño los objetos de su vida, huellas materiales del recuerdo. Cuadros pintados por su madre, retratos, entre ellos uno firmado por el granadino Juan Vida, la mesa con un ordenador última generación, y muchos recuerdos, los que quedan en una memoria de 97 años, en una vida plasmada en su literatura.

-¿Por qué esa implicación de su vida en su literatura, esa presencia de lo biográfico?
-La literatura es la mejor parte de la vida de cada uno. Lo esencial de la vida es la literatura. La biografía del ser humano es la de su entorno tal como repercute en él y cómo él puede influir en ese entorno. El ser humano vive en una doble relación, que recibe influencias del entorno y fluyendo sobre él. La literatura no es separable de la vida sino la misma cosa. La literatura es la expresión con cierta orientación estética, artística o filosófica de la propia vida. La transcendencia no depende de las cosas que se dicen sino de cómo se cuentan.

-¿Qué es para usted la literatura?
-Es la autoexpresión de la personalidad en una forma artística. El arte es una de las escapatorias que tiene el ser humano para expresar lo que quizá no quisiera exponer en términos concretos y realistas.

-¿Por qué se le ha caracterizado como moralista?
-Por ese aspecto de la relación con el mundo exterior, porque la moralidad es la vida práctica, y ahí es donde falla muchas veces la conducta de la gente.

-¿Cómo encuentra el actual panorama literario donde no existen referentes claros y sí una gran confusión?
-Eso se explica por el desarrollo de la cultura, que ha llegado a unos cambios muy radicales. Hay mucha confusión porque los valores se han perdido y difuminado y no se sabe qué es lo admirable y lo reprobable.

-¿Se plantean hoy los escritores la literatura como un arte?
-Hay libros interesantes, pero que no son arte. Veo escritores que están bien dotados, que tienen las dotes natas de buenos escritores y que sin embargo están escribiendo basura por dinero o por pura vanidad.

-¿Vivimos el imperio de la vanidad?
-La vanidad es tremenda y se confunde la vanidad con la propia estima. Hay escritores que deberían abstenerse de escribir.

-¿La palabra está devaluada?
-Creo que sí, porque se emplea cualquier palabra para todo e incluso palabras que significan otra cosa o que quienes las usan no saben lo que significan.

-En ese aspecto debería jugar un papel importante la crítica literaria.
-La crítica literaria tampoco está muy respetada hoy en día. Tampoco hay crítica literaria porque se ha pasado a la erudición, a la ciencia de la literatura.

-Tampoco se moja mucho la crítica.
-No, porque hay una serie de intereses que inhiben a los críticos, porque darle un 'palo' a un escritor que es amigo del director+

-¿El intelectual ha perdido presencia e importancia en la sociedad actual?
-Hubo un momento de auge de los intelectuales que coincidió con mi juventud y donde el intelectual era respetado socialmente, pero luego ya no. Pero no creo que eso fuera lo más sano porque la vida práctica no son las ideas.

-¿En una sociedad como la actual se le debe exigir algo más a los escritores?
-El escritor da lo que puede dar, lo que tiene dentro, lo que quiere. Lo que ocurre es que a los escritores se les piden opiniones literarias o de partido o de secta, que pueden tenerlas y quererlas dar o no.

-¿Dónde se encuentra el compromiso en su obra?
-Yo no me he atenido al concepto ese de compromiso para nada y siempre he hablado por mí mismo y sin pretender que represento nada.

-Pero esa es una forma de estar comprometido frente a esa venta de algunos escritores al mercado.
-Sí, se están vendiendo y generalmente venden basura.

-Usted ha destacado el agotamiento de la novela como género ¿pero hacia dónde ir?
-Creo que la novela ha tenido su gran época, pero ha pasado por su disolución, se ha diluido. La gente cree que una novela es contar la idiotez que le ha ocurrido. Hubo una época grandiosa de la novela a partir de Cervantes y hasta el final del siglo XIX y en los años veinte, pero luego se ha acabado.

-¿Qué significó para usted la vanguardia?
-Fue una renovación, el comienzo de una crisis espiritual que ha culminado en esta total anomalía en la que nos encontramos.

-¿La posmodernidad es heredera de la vanguardia?
-No, la posmodernidad se acabó porque no hay nada presente. ¿Qué es la posmodernidad?

-¿Qué opina de los nacionalismos?
-El nacionalismo es un residuo que está superándose en todas partes y paradójicamente mediante la exacerbación, pero lo cierto es que no tiene porvenir, porque se está hablando de globalidad, que es hacia donde vamos.

-¿Qué opina de esta sociedad de telebasura, de rendición al mercado?
-Es una sociedad en transición, porque la historia es pura transición y en la transición hay indicaciones positivas y negativas. Lo negativo lo tenemos entre las manos y lo positivo lo tenemos en la aspiración y vinculado a los nuevos recursos de la sociedad. La tecnología da unas posibilidades al hombre que nunca tuvo, pero a ver qué hace el hombre con eso.

-El problema es que la tecnología está al servicio del dinero y no como forma de culturización de la sociedad.
-Bueno, el dinero es el medio, y si no fuera así no habría tecnología posible. Luego, la cultura está con el dinero y no se pueden separar las cosas.

-¿Qué le preocupa de España?
-La situación de España no es ni mejor ni peor que la del resto del mundo. Lo que está ocurriendo aquí está pasando esencialmente en la mayoría de los países. La sociedad española tiene de bueno que el bienestar generalizado, y de malo un desinterés, que es una parte de espíritu un poco mortecina, pero que es una parte de espíritu y no una lucha de unos contra otros.

-¿Qué papel juegan los medios de comunicación, han perdido fuerza social?
-Han perdido autoridad pero han ganado influencia, pero el público se mueve a través de la prensa.

-¿Ve necesaria la recuperación de una especie de misiones pedagógicas ante el elevado índice de analfabetismo funcional?
-Sí, y todo lo que se haga en ese sentido es bueno. Hay muy buena gente queriendo hacer cosas dentro de un ambiente indiferente.

-¿Cómo encuentra el cine actual español?
-Se ha hecho un cine de gran categoría comparable con cualquier otro. Los grandes cineastas españoles están a la altura de cualquier cineasta del mundo.

-¿Por qué no se ha llevado al cine alguna de sus novelas?
-Sí, se ha hecho un corto. Todo eso es complicado y yo soy -me da vergüenza decirlo- bastante perezoso y no me he promovido nunca. Hubo un proyecto para llevar al cine 'Los usurpadores', pero alguien debe acogerlo, algún productor. Mi literatura es muy de imagen, pero yo no la hago cine y debería hacerla alguien. Sí he tenido una experiencia muy bonita con un relato que escribí en 1939, que lo ha llevado al cine Juan Antonio Barrero.

-Hoy es fundamental la promoción.
-Sí, si no hay promoción no hay nada. La razón es que cuando he querido hacer literatura no la he visto como un medio de vida. Yo no he vivido de la literatura ni he querido vivir de ella, y siempre he vivido de otras cosas.

-Quizá el hecho de que ahora se pretenda vivir de la literatura ha influido en la calidad.
-Escriben novelas grandes, pero por el tamaño. Se toman la literatura como lo que no es, porque la literatura es un arte. A un pintor vulgar y profesional es como decirle que haga un gran cuadro, y el pintor lo hace, y con la literatura pasa lo mismo, pero eso no es literatura sino artesanía.

-Hoy existen más medios de comunicación que nunca, pero la gente se siente incomunicada y sola.
-Se sienten solos porque la comunicación es puramente verbal. La comunicación emocional es otra cosa. Estamos aquí charlando y yo de esta conversación voy a recordar lo formidable que lo he pasado con ustedes, lo agradable y vivaz, pero una cosa escrita es bella, pero nada más.

-¿Existe el peligro de la manipulación social a través de los medios?
-Sí, la manipulación es tremenda, pero hay que defenderse de los vicios de cada época.

-Pero la gente no tiene referentes.
-Bueno, ahí está la labor del crítico, que puede ser mala porque el crítico actúa en un sentido pernicioso, pero normalmente no, porque si el criticado no es tonto se da cuenta de si la crítica es buena o no.

-¿Qué opina de la labor de la Real Academia Española de la Lengua?
-Se ha puesto al día gracias al dinero que se ha invertido. Están tratando de depurar el idioma, aunque es difícil porque el idioma es una cosa viva. La gente antes seguía sus consejos, pero ahora no.

-¿Cómo le sentó que se le negara a Caballero Bonald el ingreso en la Academia?
-Lo que le hicieron a Pepe fue una infamia. Hubo un académico que se dedicó a boicotearle, a decir que si era comunista+ Y como la gente no tiene criterio formado de nadie, pues no lo votaron. Quedé muy decepcionado y ofendido, porque fui uno de los académicos que lo presentaron. Fue una iniquidad por torpeza.

-¿Cómo ve la izquierda en España?
-No la veo (risas). Están haciendo lo que pueden y en una posición muy difícil. No me gusta hablar de temas políticos.

BIOBIBLIOGRAFÍA 
Francisco Ayala nació en Granada en 1906. En 1923 comenzó las carreras de Filosofía y Letras y la de Derecho y empezó a hacer sus primeros pinitos en la Literatura. Dos años más tarde publicó su primera novela, 'Tragicomedia de un hombre sin espíritu', a la que siguió 'Historia de un amanecer', ambas de corte tradicional. En 1929 se licenció en Derecho por la Universidad de Madrid y publicó su primera obra de corte vanguardista, 'El boxeador y un ángel'. Después de una larga estancia en Alemania, y tras la proclamación de la II República, ganó por oposición una cátedra en la Universidad. Durante la Guerra Civil ocupó diversos cargos en el Gobierno republicano y una vez finalizada, tuvo que exiliarse. En 1960 regresó a España, aunque no estableció su residencia definitiva en Madrid hasta veinte años después. Desde entonces no para de recibir premios y homenajes, como el Nacional de Narrativa (1983) o el Cervantes (1991).