Entrevista a Louise Bourgeois

Robert Miller Gallery
11 de abril de 1989

Soy una especie de reclusa y no necesito continuar y continuar cada vez mas rápido, ni necesito enseñar mi trabajo, ni explicarlo. Si el trabajo no se comunica contigo por sí solo, relájate. ¿Tienes que definirte a ti mismo? Es muy difícil definirse y es mucho más difícil mostrarse.

No estoy interesada en otros artistas, disfruto con algunos inmensamente, pero es un placer sin relación con mi trabajo. De hecho es casi como unas vacaciones cuando salgo a ver una exposición.

Tengo una casa de campo en Suiza, a la que cualquiera puede ir, pero he descubierto que quieren que haga crítica de su trabajo. Bien, esto es ridículo. Yo torturo mi cerebro para la crítica, hago crítica constructiva y ellos se lamentan porque no quieren ser criticados, ellos quieren ser amados y animados.
Esto no es posible, no se puede animar a todo el mundo. Puedo pasar horas hablando de su trabajo pero ellos no pueden pretender que lo ame. Y algunas veces no me gusta. No puedo comprometerme a decir que me gusta algo que no lo hace. Aprecio esas tardes pero siento al final de ellas que algo ha fallado. Siento que toda esa gente ha venido por algo que no ha conseguido. La gente espera demasiado; pretenden que les estimule a convertirse en Picasso, el cielo es el límite. Esto es lo que veo en los estudiantes, ellos desean el show y las grandes ventas, y no hay límite en esto.
Me recuerda a un viejo cuento de hadas: un niño quería dejar su casa, olvidarse de ella, y corrió hacia el bosque hasta las seis de la tarde, después quiso volver pero no pudo rehacer sus pasos.
La idea de vender es nueva, en el pasado los artistas trabajaban, hacían sus exposiciones y después llevaban sus trabajos de vuelta a casa.-nada se vendía, naturalmente-. Esto naturalmente me ha sucedido a mí. Un montón de artistas abandonaban, pero era una gran experiencia ver el trabajo lejos del estudio en una exposición.
Recuerdo que cuando Stuart Davis tuvo éxito y le hicieron una gran exposición en el MOMA, él dijo “nunca podré pintar de nuevo” y eso era cierto. No sé qué clase de síndrome es éste, pero muchos artistas no pueden soportar el éxito. Y tampoco puedes vivir continuamente en el fracaso… de modo que puedes decir que el arte es una adicción que no puedes controlar.

El material es sólo el material, está ahí para servirte y dar lo mejor de sí, si quieres o esperas algo más, simplemente cambias de material. El mármol es interesante para mí porque posee una magnífica resistencia y al mismo tiempo es frágil, se rompe. Uno busca una cosa y encuentra algo diferente; si quieres algo demasiado rompes la piedra.

La resistencia del material es semejante a la resistencia de las personas; cuando quieres seducirlas y ellas no lo desean, lo que tú quieres es la base, pero tienes que ajustar.
El romance con la materia es absurdo, una noción académica, los materiales son lo que son, no son un fin sino un medio para conseguir un fin, ha de servirte. La finalidad es conseguir lo que quieres decir. Tanto si lo que quieres es entender como si lo que quieres es entenderte el material no es el fin.

Yo quiero decir algo, algo que no puedo definir completamente. Lo que sé no es bastante preciso para definir lo que quiero. Quiero ser entendida.

No estoy influenciada por los surrealistas, los conozco porque eran coetáneos míos en un cierto período de mi vida, así que los conocí cuando estaba en una escuela de París; ellos vivían en la Rue du Seine, tenían su galería allí y yo me paraba y hablaba con ellos. Yo era una niña en edad escolar pero tenía el sentimiento de que era mejor que ellos, ésta fue mi primera reacción contra ellos (contra el grupo). Yo era muy feliz en aquella época de tener con quien enfrentarme. Esto era como el mármol, la resistencia que me ofrecían me hacía más fuerte.

Al mismo tiempo que los surrealistas entre 1932-1933, lo que me interesaba en París era el diseño gráfico Art-Decó. Eso era lo que me gustaba, aquellos artistas no por lo que decían sino por lo que hacían.
Los surrealistas eran extremadamente autoconscientes y estaban más interesados en su presencia, en sí mismos. No eran concretos. Pero la gente Art-Decó tenía orígenes modestos, eran formales y sus formas eran puras. Así eran A.M. Cassandre y Paul Colin, quienes me interesaban, y hubo una exposición muy interesante de ellos en 1925, mientras que la exposición de los Surrealista en 1936 fue solamente un show político.

El pensamiento y las preocupaciones de un hombre son realmente diferentes del pensamiento y las preocupaciones de una mujer, esto es obvio, y todos lo sabemos, y yo soy una mujer, así que, lo quiera o no, yo soy parte del movimiento feminista. Pero mi marido es mucho más feminista que yo, quizá porque su madre fue una importante activista feminista y él ha querido sobrepujarla en esto. Estoy interesada en las objeciones que los hombre hacen al feminismo, en sus argumentos.
¿Qué hay de extraño en esto? Qué hacer para ser una buena mujer nunca lo he descubierto. Aunque pienso que sólo estoy interesada en el trabajo que haré mañana, no destruyo mi trabajo anterior.
No estoy interesada en él, él vive por sí mismo, acumulando polvo. El polvo acumulado puedo quitarlo y decir “esta es una exposición de los cincuenta”. Es bonito encarar el pasado, no tiene nada de malo.
El sentimiento de crear es verdaderamente una lucha contra la depresión, la cosa es no deprimirse, lo cual no es interesante en absoluto; lo que interesa es salir de la depresión y la manera de salir es tener una pareja de ideas brillantes, esto realmente funciona. Naturalmente necesita de una disciplina, pero es realmente lo que está detrás del trabajo. Es  como decir “mañana será un gran día”, porque decir esto es ridículo, mañana será igual a ayer, pero de alguna manera salta algún resorte y piensas, “ mañana lo conseguiré”. Si eres un escultor tienes algo, el trabajo está allí, habla por ti.

Tengo una vida pequeña, estoy muy concentrada. Mi arte es preciso y cada día es lo mismo. La disciplina, la rutina, no me preocupa. Nunca me tomo vacaciones, no las disfruto. En  Europa no hay nada para mí, Europa no me fascina. Lo que me fascina es tener una meta que sea muy difícil de conseguir.
Estoy interesada en el metro de NY, en entrar allí y en observar cómo la gente se va a trabajar cada mañana, me fascina que no se caigan en la vías, cómo son capaces de llegar cada mañana a sus trabajos y cómo los vagones se quedan desiertos a las nueve y cinco. Me fascina cómo funciona toda esa gente, no diría que son felices, pero siguen. Esto para mí es una maravilla.

En Atlantic Avenue, en Brooklyn, por ejemplo, puedes encontrar gente de todo el mundo en el metro antes de las nueve. Se toleran unos a otros, no diría que ríen, pero se toleran, esto es maravilloso.