Entrevista a Peter Eisenman

Der Spiegel
Peter Eisenman, arquitecto del Monumento al Holocausto de Berlín
Der Spiegel, mayo 2005

El arquitecto estadounidense inauguró el memorial el martes pasado y en esta entrevista explica el significado de su obra y las razones por las cuales no le importa verlo cubierto de graffitis nazis en un futuro cercano.

 


-Berlín ha sido testigo de la creación de este monumento durante años. Usted se ha dedicado a él durante más de seis años. ¿Está contento de haberlo terminado?

-No. Claro que no. Es como decir que uno está feliz porque va a morir. A mí no me gustan los finales, me gustan los comienzos. Siempre estoy pensando acerca del próximo proyecto que estamos gestando, esas son las cosas que me apasionan. Yo siempre he dicho que los finales son como los embarazos de una mujer. Cuando nace el niño ella está feliz pero después viene la depresión posparto. ¿Es emocionante verlo terminado? ¿Hay una sensación de haber logrado algo? ¿Es más de lo que podría haber esperado? Sí.

-¿Está satisfecho con el producto final? ¿Es como usted lo había imaginado?

-Lo interesante para mí es cuánto he aprendido con este proyecto. Sólo ayer, vi a la gente entrar en él por primera vez y es maravilloso cómo las cabezas desaparecen, como si se sumergieran bajo el agua. Primo Levi plantea una idea similar en su libro sobre Auschwitz. En él afirma que los prisioneros ya no estaban vivos pero tampoco estaban muertos. Antes bien, parecían descender a un infierno personal. Súbitamente, recordé aquel pasaje al ver aquellas cabezas desaparecer en el monumento. No se ve a menudo la gente desaparecer en algo que parece ser plano. Eso fue maravilloso, verlos desaparecer.

-¿No pensó en ese efecto cuando diseñó el monumento?

-No. Uno reza y reza porque acontezca un resultado de ese tipo, porque en realidad, uno no sabe cómo va a ser el producto final. Por ejemplo, no imaginé que el sonido iba a ser tan atenuado adentro. No se escucha nada salvo el sonido de los pasos. Otro ejemplo es el suelo. No quisimos usar materiales originarios de la tierra, porque la tierra fue para los alemanes. “Sangre y Tierra” fue el momento ideológico que separó a los judíos de los alemanes. Y aquí, el suelo es muy irregular y difícil. Ayer mi esposa se mareó caminando en el memorial porque se inclina en varias direcciones. Fue realmente extraordinario.

-¿Hay algo que no le gusta del resultado final?

- Lo encontré un tanto estético. Se ve demasiado bien. No es que buscara algo que se viera mal, pero no quería que pareciera diseñado. Buscaba lo ordinario, lo banal. Si quieres mostrar un cuadro, sólo hazlo, no pierdas tiempo arreglándolo. Y desafortunadamente tiene ese aspecto.

-Mucho gente opinó que parece un cementerio.

- No puedo opinar acerca de esto. Si una persona dice que parece un cementerio y la siguiente dice que parece una ciudad en ruinas y luego la de más allá opina que se parece a Marte, es porque todos necesitan verla como algo que ellos conocen. En los periódicos apareció una foto aérea, una bella foto. Yo jamás he visto un cementerio similar. Y luego cuando entras, ciertamente no lo parece. Pero si la gente lo ve así, no puedes impedirlo. Está bien.

-¿Hay un sentimiento o una emoción que usted buscaba generar en las personas al visitar el monumento?

-Siempre dije que quería que la gente tuviera la sensación de estar en el presente y una experiencia que no se comparara a nada. Y que fuera diferente y levemente perturbadora. El mundo está demasiado lleno de información y este es un lugar sin información. Eso es lo que quería.

-¿Usted estuvo contra la construcción del centro de información subterráneo?

- Así es. Pero como arquitecto, algunas veces ganas y otras pierdes.

-¿Para quién es el monumento? ¿Es para los judíos?

-Es para el pueblo alemán. Nunca fue pensado para los judíos. Colocar algo en medio de la ciudad para recordarles el pasado es un espléndido gesto del pueblo alemán.


-¿Se refiere a una expresión de culpa?


-No, para mí no se trata de la culpa. Cuando miro a los alemanes, jamás tengo la impresión que son culpables. También he visto el antisemitismo en Estados Unidos. Claramente el antisemitismo en Alemania en 1930 se desbordó e indudablemente fue un momento terrible en la historia. ¿Pero por cuánto tiempo uno debe sentir culpa? ¿Podemos superarlo? Siempre pensé que este monumento se trataba de un intento de superar el tema de la culpa. Siempre que vengo acá, llego sintiéndome un norteamericano. Pero al irme, me siento como un judío. ¿Y por qué es así? Porque los alemanes se esmeran - porque soy judío- en hacerme sentir bien. Y eso me hace sentir peor. No me agrada. Dejen de hacerme sentir bien. Si eres anti semita, bien. Si no te caigo bien, bien. Pero trátame como una persona, no como un judío. Mi esperanza es que este memorial, en su ausencia de culpabilización, sea parte del proceso de superación de la culpa. No se puede vivir con culpa. Si Alemania lo hiciera, el país entero tendría que acudir al terapeuta. No sé de que otra forma decirlo.

-El monumento está específicamente dedicado a recordar a los judíos muertos en el Holocausto. ¿Cree usted que es correcto haber excluido a los otros pueblos victimizados en el Holocausto?

-Sí, eso creo. Hace unos meses cambié de parecer. Leí mucho acerca de la Segunda Guerra Mundial y entendí que a medida que empeoraba la guerra en Rusia, los nazis asesinaban a más judíos. Cuando los nazis comprendieron que no podían derrotar a los bolcheviques se aseguraron de que sí iban a aplastar a los judíos. Ahora creo que está bien que el monumento sea sólo para los judíos.

-Pero ahora se corre el riesgo que todos los otros también pidan un monumento y Berlín se transforme en una ciudad de memoriales.

-Eso no lo puedo predecir. Pero yo, por cierto, no construiré otro. No soy aficionado a hacer este tipo de monumento.

-Su proyecto fue elegido en 1999 entre centenares de otras propuestas. ¿Qué ha sido lo más difícil desde ese entonces?

-El proyecto estaba fuertemente politizado. Se me hizo difícil manejar ese proceso. Soy norteamericano y no tengo una comprensión plena respecto de las sensibilidades o sentido del humor alemanes. Hubo muchos problemas; si te sientas en una sala con 20 políticos de distintos partidos, cada uno tiene que hablar. Es hermoso, pero también es tedioso. No existe un cliente puro que te de rienda libre. Y los mejores clientes del mundo son aquellos que te obligan a luchar.

-Ahora que el monumento se abrió al público, no pasará mucho tiempo antes de que alguien pinte la primera esvástica en su superficie.

-¿Sería malo eso? Yo estaba en contra de que le colocaran pintura anti graffiti. Si le pintan una esvástica sería un reflejo de lo que siente la gente. Y si permanece ahí, reflejaría lo que el gobierno alemán siente ante un hecho de ese tipo. Yo no tengo control sobre eso. Cuando uno entrega un proyecto a un cliente, ellos hacen lo que quieren con él. Si quieren botar los bloques mañana, sinceramente, está bien. Las personas harán picnic en el predio. Los niños jugarán a la pinta. Harán desfiles de modelos y filmarán películas en el predio. ¿Qué puedo decir yo? No es un lugar sagrado.

-¿Cuál es su monumento favorito?

-En realidad no soy muy aficionado a los monumentos. No me llaman mucho la atención. Más me interesan los deportes.