Entrevista a Rüdiger Safranski

Hector Pavon
CLARIN 23 de abril de 2010
Traducción de Carla Imbrogno

¿Cómo se conectan el Romanticismo y los movimientos de resistencia global? Antes de participar en la Feria del Libro, el autor de "El mal" lee el siglo XXI a la luz del XIX.

Rüdiger Safranski es un humanista, un sobreviviente del Romanticismo alemán del siglo XIX que, a pesar de haber escrito ensayos y biografías de filosofía alemana, es un escritor muy popular. Sus libros son muy vendidos "probablemente porque los escribo con pasión. ¡Y la pasión es contagiosa!", responde por email desde Alemania.
No sólo dedicó su vida a la filosofía, también ha puesto el cuerpo para pasiones como la docencia para adultos: "Me encontré con personas de una gran curiosidad, comprometidas, que se animaron a saltar de un camino ya iniciado para volver a aprender. Esa curiosidad por las propias posibilidades es muy motivadora, también para mí." Ahora trabaja en un libro sobre el "tiempo" y la "aceleración". Dice, soñador, que le habría gustado vivir en la Alemania de 1800.


¿Qué pasaba en su país en el inicio del siglo XIX para que surgiera un movimiento tan particular, interesante y complejo como el romanticismo?


En ese momento, Alemania no era todavía una "nación" en sentido político, sino una unión cultural, lingüística. De ahí la importancia del arte, la música, la filosofía y la literatura, que ocupaban un lugar privilegiado en el ambiente burgués. Esto dio gran empuje a todo el movimiento literario-filosófico y permitió que la "generación" en torno al 1800 saliera a escena con proyectos audaces. Querían producir una revolución en el terreno del espíritu, despertar la originalidad y la fantasía del individuo. Florecía un deseo renovado del "yo": en el centro de la atención se encontraba el "sujeto", con sus sueños, pensamientos, fantasías. Había un gran gusto por la experimentación y un anhelo de lo infinito. Todo eso confluye en una disposición general del espíritu que luego recibe el nombre de Romanticismo.


¿Cree que fue el momento más elevado de Alemania en cuanto a la producción de ideas filosóficas, literatura, poesía, arte?


Sí, fue un momento de apogeo. Pero no olvidemos que el Romanticismo se hallaba íntimamente ligado a otras corrientes: el Clasicismo, el Idealismo, etcétera. En Jena, por ejemplo, bastaba con cruzar de acera para que se encontraran el Romanticismo y el Clasicismo. Los románticos eran los más jóvenes y rebeldes, y se disputaban la autoridad con los que eran un poco mayores, con Schiller por ejemplo. Goethe en cambio era admirado y honrado por los románticos, algo de lo que no renegaba pues se sentía halagado. También en la filosofía descollaban figuras que contribuyeron al apogeo del Romanticismo. Fichte, Schelling, Hegel: todos estuvieron inspirados por el espíritu romántico. ¡Y ni qué hablar de la música! El Romanticismo hizo de la música el lenguaje del alma. Durante este período la música devino en un lugar sagrado, cuyos profetas eran Beethoven y después Schubert y Schumann...

En su libro "Romanticismo", usted señala que la Revolución Francesa fue "el triunfo de la tiranía de la razón". ¿Es un triunfo contra el individuo?


La Revolución Francesa tuvo su origen en el espíritu de emancipación, pero luego terminó desarrollando un nuevo terrorismo del conformismo. La sociedad entera fue sometida a un nuevo tipo de razón y de virtud. La religión quedó mal parada, triunfó la utilidad económica...


Usted afirmó que "el romanticismo es también una continuación de la religión con medios estéticos". ¿Cómo considera el romanticismo a la religión?


El presupuesto del Romanticismo fue una crítica abierta, ilustrada a la religión, es decir que cuando el Romanticismo entra en escena, la religión ya está debilitada. El Romanticismo considera la religión oficial, con sus dogmas e instituciones, muy limitada. Pero a diferencia de la Ilustración , no persigue el desencantamiento liso y llano de lo misterioso, sino que quiere conservar lo enigmático, lo infinito, lo misterioso, y no como una manifestación autoritaria impuesta desde afuera, sino como una "manifestación del alma", esto es, una subjetivación de lo religioso. Lo que les preocupa a los románticos en primer lugar no es la moral sino las percepciones estéticas, ya sea en el arte, la literatura, la filosofía, la música. Por eso podemos decir que el Romanticismo sustituye la relación dogmática-moral con la religión por una unión estética-perceptiva con lo trascendental, es decir, es la continuación de la religión con recursos subjetivos, estéticos. En este punto podemos observar algunas similitudes con el tipo moderno de religiosidad...


¿El Romanticismo jaqueó al cristianismo al ampliar la oferta de lecturas? La Biblia deja de ser la lectura por excelencia...


Sí, el gran filósofo de la religión durante el Romanticismo, Friedrich Schleiermacher, considera que la Biblia es un buen libro, pero que en realidad cada uno puede hacerse su propia Biblia, encontrar su religión en su alma. Para Schleiermacher la religión es "sentido y gusto por lo infinito".


¿Cómo se puede entender la presencia del Romanticismo en el nacionalsocialismo?


Los románticos se iniciaron muy centrados en lo subjetivo y luego fueron descubriendo el sentimiento de comunidad, y finalmente también el sentimiento de unión nacional, de historia nacional. Comenzaron a recolectar canciones y cuentos populares, etcétera. Pero abogaron siempre por la libertad y no eran nacionalistas. Pese a esto, más tarde los nacionalistas, y de hecho también los nacionalsocialistas, gustaron de remitirse al sentimiento nacional de los románticos. Esa instrumentalización posterior llevó en algunas ocasiones al -injusto- descrédito de los románticos. Finalmente, los ideólogos del nacionalsocialismo advirtieron que los románticos no cuadraban del todo con sus conceptos agresivos, racistas, y postularon su propio romanticismo que llamaron "romanticismo de acero" y que poco tiene que ver con el verdadero romanticismo.

¿Qué marcas dejó el Romanticismo en la cultura alemana?


La cultura alemana se encuentra atravesada por la tradición romántica. Thomas Mann, por ejemplo, siempre sostuvo ser un hijo del Romanticismo. La montaña mágica es una novela profundamente romántica. La música siguió siendo romántica por lo menos hasta Gustav Mahler y Carmina Burana de Carl Orff. El Romanticismo también se refleja en la cultura política. No es casual que el movimiento "verde", ecologista haya logrado en Alemania sus primeras conquistas; eso está ligado a la tradición romántica del amor por la naturaleza.


¿Los movimientos de resistencia global son... románticos?


Precisamente los ecologistas, por ejemplo, se inscriben en una tradición romántica, lo adviertan o no. También la actitud simpatizante por la diversidad de las culturas se remonta a una idea romántica que fue desarrollada sobre todo por el proto-romántico Johann Herder.


Muchos de los románticos del 68 hoy ocupan cargos ejecutivos en empresas o en la burocracia estatal. ¿Ahí termina la utopía?


No necesariamente. En Schiller encontramos al respecto una bella apreciación. En su obra de teatro Don Carlos, el marqués de Posa hace llevar a su amigo el siguiente mensaje: "Decidle que debe respetar los sueños de su juventud cuando llegue a hombre..."


En su libro "¿Cuánta globalización podemos soportar?" señala que la globalización incluye el hecho de que el pensamiento global se democratiza. ¿A qué "pensamiento" se refiere?


La conexión a través de las redes de TV e Internet, por ejemplo intensifica la comunicación, y los modos de pensamiento se intercambian y asimilan unos a otros. En el pasado, el solo hecho de la distancia hacía que las regiones permanecieran alejadas. Hoy las distancias se han eliminado y el intercambio de informaciones ocurre en tiempo real. Por primera vez en la historia de la humanidad estamos en presencia de una simultaneidad real, susceptible de ser vivida. Esto tiene consecuencias sustanciales: estamos yendo efectivamente hacia una sociedad mundial. En el pasado, era posible que los tiranos no se sintieran observados, hoy ya no. Es decir, que en el establecimiento de una esfera pública mundial radica una oportunidad: mejora los presupuestos de la democratización. Eso es bueno. Lo que no es tan bueno, sin embargo, es que el crecimiento de la red de comunicaciones puede significar también una asimilación en sentido conformista que se percibe, por ejemplo, en ciertos aspectos de la cultura: el pop es igual en todas partes, también el cine e incluso la literatura se está asimilando. Ahí hay que tener cuidado: ¡Más diversidad y menos simplismo!


También sostiene que el hombre puede actuar e intentar blandirse contra los peligros del exterior. ¿Qué papel les cabe a las redes sociales de Internet?


A través de las redes, las personas crean su propio mundo social. A su vez, pueden advertir que no son tan impotentes como parece y obtener mayor feedback del que era posible en el pasado, y eso fortalece el sentimiento de poder subjetivo. A lo que hay que prestarle atención, sin embargo, es a preservar la esfera privada puesto que si vamos a la Red , la Red viene a nosotros y puede atraparnos. La Red ofrece libertad pero también puede arrebatárnosla.


Poéticamente se ha referido a la búsqueda del "claro", del espacio propio, donde se puede "habitar en el extravío". ¿Quiénes cuentan con la capacidad de hacerse un "claro" en la jungla mundial?


En principio, cualquiera puede hacerlo. Sólo se trata de descubrir qué es lo que uno quiere y qué es lo adecuado para uno. Es cierto que esto no resulta del todo sencillo frente a la cantidad y variedad de ofertas de comunicación. Debemos aprender a establecer los propios límites, de lo contrario corremos el riesgo de convertirnos en un estanque de estímulos externos y perder el rostro propio.


En su libro "El mal", cita a Sade cuando éste se refiere a que la naturaleza no impide las matanzas sino que más bien las induce. ¿El siglo XXI continuará con las guerras del "estado de excepción permanente" como propone Giorgio Agamben?


Seguramente vamos a ser testigos de más guerras y matanzas, aunque quizá ya no de guerras mundiales como las del siglo XX: más bien guerras locales, "asimétricas", estados desintegrados, guerras de bandos, terroristas, etcétera. No olvidemos que sigue habiendo armas nucleares, esto es, el potencial de autodestrucción de la humanidad sigue disponible. Y tampoco se puede descartar un desvío de armas nucleares "sucias" hacia la circulación "privada". La brecha entre ricos y pobres crea conflictos que la escasez de recursos energéticos y el cambio climático no hacen más que enardecer. De ahí que no se pueda garantizar un mundo en paz. La experiencia también enseña que la supuesta "bondad" natural del hombre no garantiza la paz. El hombre tan bueno no es y para conservar la paz necesita de la justicia, pero también la protección por medio de las armas. Al parecer, la paz seguirá siendo siempre una paz "armada".


¿Cree que el mal hoy es fácilmente identificable? O por el contrario, es el lobo con piel de cordero...


Creímos haber dejado atrás la era de la ideología (comunismo, fascismo, etcétera), cuya característica era el hecho de hacer el mal en nombre de lo supuestamente bueno (la clase, la raza, entre otras). Sin embargo esto no ha terminado. El islamismo de hoy es la barbarie enmascarada, disfrazada de religión: el mal bajo el velo del bien. Por otro lado, el mal se halla oculto en el mecanismo meramente impersonal, objetivo, económico de los mercados. El gran daño que éstos pueden causar acabamos de verlo con la última crisis financiera.


El mundo del trabajo, que incluye a los que trabajan y a los que quieren trabajar y no pueden, ¿es la mayor resistencia contra la vida romántica?


Si el hombre queda reducido a un homo oeconomicus, no hay buenas perspectivas para el Romanticismo. Pero contra esto algo se puede hacer. El hombre es mucho más que un "animal de carga"; basta con que lo advierta y empiece a jugar, a soñar, a fantasear, a ir más allá de lo ordinario y lo acostumbrado, para que se encuentre ya, sin darse cuenta, camino a ser un romántico...


Hay quienes sostienen que vivimos un retorno a pensar en el individuo a través de una filosofía humanista. ¿Cree que el Romanticismo también podría ser recobrado para esta causa?


Estamos redescubriendo que el hombre también es un homo empathicus. Un ser que sabe de compasión, capaz de ponerse en el lugar del otro, de ser solidario, un ser con sentido de la justicia. Somos animales capaces de llorar y de alegrarnos, no sólo por nosotros mismos sino también por otros. Somos seres que no habitamos un único mundo, el material, sino muchos otros mundos en nuestra mente y nuestra alma. El hombre puede ser una criatura maravillosa; no debemos olvidarlo pese a todos los problemas.


 

Safranski En la Universidad de Fráncfort estudió filosofía, germanística, historia e historia del arte bajo la dirección de Theodor Adorno. En la Universidad Libre de Berlín fue asistente de investigación, y en 1976 obtuvo su doctorado con la tesis "Estudios sobre la literatura obrera en la RFA". Modera junto con Peter Sloterdijk el programa televisivo "El cuarteto filosófico". Escribió entre otros: "El mal"; "Un maestro de Alemania. Heidegger y su tiempo"; "Schiller o la invención del idealismo" (Tusquets).