La ciudad del sol

Tomasso Campanella
-diálogo poético-
Interlocutores: Hospitalario y Genovés, piloto de Colón.

Hospitalario. -Cuéntame, por favor, todo lo que te aconteció en esta navegación.
Genovés.- Ya te he contado cómo di la vuelta a todo el mundo y también cómo llegué a la isla de Taprobana y me vi obligado a saltar a tierra, y después, huyendo de la furia de los habitantes del lugar, me introduje en una selva, y salí a una gran llanura justo debajo de la línea equinoccial.
Hospitalario.-¿Qué te sucedió allí?
Genovés.-Encontré en seguida un escuadrón de hombres y mujeres armados, y muchos de ellos, entendían mi lengua, y me condujeron a la Ciudad del Sol.
Hospitalario.-Dime cómo está hecha esta ciudad y cómo es gobernada.
Genovés.-En una amplia llanura se levanta una colina sobre la cual se encuentra la mayor parte de la ciudad; sus confines, sin embargo, van mucho más allá de la base del monte, que es tan grande que la ciudad tiene un diámetro de dos millas e incluso más, y aproximadamente un círculo de siete; además, debido a la pendiente, tiene un espacio mayor que si estuviese en el llano.
La ciudad está dividida en siete círculos grandísimos que llevan el nombre de los siete planetas, y se pasa de uno a otro a través de cuatro calles y cuatro puertas, que miran a los cuatro ángulos del mundo, y está construida de tal forma que si fuese tomado el primer círculo, se necesitaría más esfuerzo para el segundo, y después más, de forma que siete veces sería necesario tomarla para vencerla. Pero, a mi parecer, no se puede ni siquiera tomar el primero, tan grande es y lleno de terraplenes, y tiene baluartes, torreones, artillería y fosos en el exterior.
Entrando, pues, por la puerta Tramontana, que está cubierta de hierro y hecha de forma que se levanta y baja con un maravilloso mecanismo, se ve un terreno llano de cincuenta pasos entre la primera muralla y la siguiente. Después están los palacios todos unidos alrededor del muro, de forma que podrías pensar que se trata de uno solo, y en la parte de arriba tienen unas galerías apoyadas en columnas, como los claustros de los frailes, y en la parte inferior no hay entrada, si no es en la parte cóncava de. los palacios. Después tienen hermosas estancias con ventanas al lado convexo y al cóncavo, separadas entre sí por finos muros. El muro convexo tiene 'solamente un espesor de otro, palmos, el cóncavo tres, los medianeros uno o poco Más.
Inmediatamente después se llega al segundo llano, que tiene dos o tres pasos menos, y se ven los segundos muros con las galerías exteriores y gentes paseando; en la parte interna está el otro muro que cierra a los palacios en medio, y tiene el claustro con las columnas en la parte inferior, y en la parte superior hermosas pinturas.
Y así, siempre por llanos, se llega hasta el más alto. Sólo cuando se pasa por las puertas, que son dobles por el muro externo e, interno, se sube por tales escalinatas, que casi no se nota, pues suben oblicuamente, y os distintos escalones son de una altura casi invisible.
En la cima del monte hay una gran llanura y en el centro se levanta un templo de una construcción maravillosa.
Hospitalario.-Por tu vida, continúa continúa.
Genovés.--El templo es perfectamente circular y no tiene muros alrededor, sino que está construido sobre columnas robustas y muy hermosas. Está cubierto por una gran cúpula, que tiene en el centro una cúpula menor con una abertura sobre el altar, que es único y está situado en medio del templo. Lo rodean columnas casi unos trescientos pasos o más, y por fuera de las columnas de la cúpula están los claustros de unos ocho pasos con muros poco elevados y asientos, que están en la parte cóncava del muro exterior, si bien en todas las columnas interiores, que sin el muro por medio sostienen conjuntamente el templo, hay muchos asientos portátiles.
Sobre el altar solamente hay un mapamundi bastante grande, sobre el que está pintado todo el cielo y otro sobre el que está pintada la tierra. Después sobre el techo de la cúpula están representadas todas las mayores estrellas del cielo, y de cada una de ellas con tres versos se describen el nombre y la influencia que ejercen sobre las cosas terrenas; están también los polos y los círculos, no terminados del todo, porque falta la parte interior del muro, pero pueden completarse en correspondencia con los globos del altar. Están siempre encendidas siete lámparas con los nombres de los siete planetas.
En la parte más alta del templo, alrededor de la cúpula pequeña, hay algunas celdas, y otras muchas más grandes se encuentran encima de los claustros, y aquí habitan los religiosos, que son unos cuarenta.
Sobre la cúpula hay una banderola para indicar la dirección de los vientos, de los que conocen treinta y seis, y saben cuando sopla cada viento qué cambios de tiempo trae. También se encuentra allí un libro de, cosas importantísimas escrito con letras de oro.
Hospitalario.-Por tu fe, aquí te esperaba, cuéntame todo lo concerniente a la forma de gobierno.
Genovés.-Entre ellos hay un príncipe sacerdote, que se llama Sol y en nuestra lengua le llamaríamos Metafísico: éste es el jefe de todos en lo espiritual y en lo temporal y todos los asuntos van a para a él, Tiene tres príncipes adjuntos: Pon, Sin y Mor, que significan: Potestad, Sabiduría, Amor.
El Potestad se encarga de todo lo relativo a la guerra y a la paz y del arte militar; tiene el mando supremo en la guerra, pero no sobre el Sol; se encarga de los oficiales, de los guerreros, de los soldados, de las municiones, de las fortificaciones y de las conquistas.
El Sabiduría se encarga de todas las ciencias y de los doctores y magistrados de las artes liberales y mecánicas, y tiene bajo su mando tantos oficiales como ciencias: está el Astrólogo, el Cosmógrafo, el Geómatra, el Lógico, Retórico, el Gramático, el Médico, el Físico, el Político, el Moralista, y tiene un solo libro que contiene todas las ciencias, que hace leer a todo el pueblo, a la usanza de los pitagóricos. Y éste ha hecho representar en todas las murallas, sobre las galerías, por dentro y por fuera, todas las ciencias.
En los muros exteriores del templo y en las cortinas, que se bajan cuando se predica, para que la voz no se pierda, están representadas de forma ordenada todas las estrellas, cada una descrita con tres versos.
En el interior del primer círculo están todas las figuras matemáticas, en número mayor dé las descritas por Euclides y Arquímídes, cada una con una proposición explicativa. En la parte exterior está el mapa de toda la tierra, y después las tablas de cada país con sus ritos, costumbres y leyes, y con los alfabetos y su correspondencia con el suyo.
En el interior del segundo círculo están todas las piedras preciosas y no preciosas, y minerales, y metales verdaderos y pintados, con una explicación en dos versos para cada una de estas cosas. En el exterior están representados toda clase de lagos, mares y ríos, vinos, aceites y otros licores, con sus características, origen y propiedades, y hay garrafas llenas de diversos, licores de cien y trescientos años, con los que curan casi todas las enfermedades.
En el interior del tercer círculo están pintadas todas las clases de hierbas y árboles del mundo, e incluso en tiestos de tierra colocados en la galería, con explicaciones del lugar donde se encontraron por primera vez, con sus características y las afinidades que tienen con las estrellas y con los metales y con los miembros humanos y su uso en medicina. En el exterior todas las especies de peces de ríos, lagos y mares, con sus características, y su modo de vivir, de reproducirse y de criarse, y para qué sirven y sus afinidades con las cosas terrestres y celestes tanto artificiales como naturales, hasta el punto que me asombré al encontrar un pez en forma de obispo, de cadena, de clavo y de estrella, exactamente con la misma forma que tienen entre nosotros. Hay erizos marinos de los que viven en la superficie y a mayor profundidad, moluscos, y todo cuanto es digno de saberse está representado con maravilloso arte pictórico y con un texto que lo explica....
En el interior del cuarto círculo están pintadas toda ,clase de aves con sus propiedades, tamaños y costumbres, también el ave Fénix que es considerada por ellos como realmente existente. En el exterior están toda clase de animales reptiles serpientes dragones, gusanos y los insectos, tábanos, etc., con sus condiciones de vida, venenos y propiedades, y son muchos más de lo que pensamos.
En el interior del quinto están los animales perfectos terrestres y es tal su variedad que produce asombro. Nosotros no conocemos ni la milésima parte, y, a pesar de ser de gran tamaño, los han pintado también en la parte exterior de la galería, y solamente de caballos ¡cuántos ejemplares distintos o qué hermosos dibujos tan doctamente explicados!
En el interior del sexto están representadas todas las artes mecánicas con sus inventores, y sus diversas aplicaciones en las distintas- partes del mundo. En el exterior están todos los inventores de las leyes, de las ciencias y de las armas. Vi a Moisés, Osiris, Júpiter, Mercurio, Mahoma y otros muchos; en un lugar especialmente honroso estaba Jesucristo y los doce Apóstoles, a los que tienen en gran estima, César, Alejandro, Pirrón, y todos los inventores romanos, por lo que al verme sorprendido de su conocimiento de aquellas historias, me explicaron que dominaban la lengua de todas las naciones, y que mandaban expresamente embajadores por el mundo, para informarse de lo bueno y de lo malo de todos, y en esto encuentran un gran placer. Vi que en China la artillería y la imprenta se usaron antes que entre nosotros. Existen, además, maestros que explican estas cosas, y los niños, sin esfuerzo y como jugando, aprenden todas las ciencias gráficamente incluso antes de los diez años.
El Amor se encarga de la reproducción, uniendo a los machos y a las hembras para que engendren una buena raza, y se ríen de nosotros que nos preocupamos de la raza de los perros y de los caballos, y nos olvidamos de la nuestra. Se encarga también de la educación, de las medicinas, de las farmacias, de, la siembra y de la recolección de los frutos, de los cereales, de las comidas y de cualquier otra cosa que se refiera al alimento, al vestido y al coito, y tiene muchos maestros y maestras dedicados a estos menesteres.
El Metafísico trata de todos estos asuntos con ellos, pues sin él nada se hace, y todos los asuntos los tratan ellos cuatro, y acuerdan aquello por lo que el Metafísico se inclina.
Hospitalario.-Háblame ahora de los oficios, de la educación y del modo como se vive; si es una república, una monarquía o un gobierno de unos pocos.
Genovés.- Se trata de una gente que llegó allí de la india, y muchos eran filósofos, que huían de la ruina provocada por los tártaros, y de otros saqueadores y tiranos, por lo que acordaron vivir en común de acuerdo con la filosofía, si bien la comunidad de mujeres no formaba parte de las costumbres de las gentes de su país de origen; no obstante, sí es costumbre entre ellos, y éste es el modo de vivir. Todas las cosas son comunes, estando en manos de los oficiales su distribución, por lo que no sólo el alimento, si no también las ciencias, los, honores y las diversiones son comunes, pero de tal forma que nadie puede apropiarse cosa alguna,
Ellos sostienen que toda la propiedad nace de tener casa por separado, e hijos y mujer propia, y de aquí nace el amor propio, pues por encumbrar con riquezas o dignidades al hijo o por dejarle bienes en herencia, todos se convierten 'o en depredadores de los bienes públicos, si no tienen miedo, por ser poderosos, o en avaros, insidiosos e hipócritas, si carecen de poder. Por el contrario, cuando dejan de preocuparse por el amor propio, sólo les queda el común.
Hospitalario.-Así pues, nadie querrá trabajar, esperando que lo haga el otro, como Aristóteles argumenta contra Platón.
Genovés.-Yo no sé discutir, pero te aseguro que tienen tanto más amor a su patria, lo cual es una cosa estupenda, más aún de lo que se dice que tenían los romanos, cuanto más están desprovistos de bienes propios. Y creo que los sacerdotes y nuestros monjes, si no tuviesen parientes y amigos, o ambicionasen mayores p dignidades, serían más desinteresados, santos y caritativos con todos.
Hospitalario.--Allí, pues, no habrá amistad, pues no pueden hacerse favores entre sí.
Genovés.-Al contrario, es grandísima, pues es hermoso el ver que entre ellos no pueden darse cosa alguna, pues todo lo reciben de la comunidad, cuidando mucho los oficiales que nadie reciba más de lo que merece, pero que todos tengan cuanto necesitan. Y el amigo se reconoce entre ellos en las guerras, en la enfermedad y en las ciencias, donde se ayudan y se enseñan entre sí. Y todos los jóvenes se llaman hermanos, y llaman padres a los que tienen quince años más que ellos, e hijos a los que tienen quince años menos que ellos. Y además están. los oficiales atentos a todo, para que en la relación fraternal nadie cometa injusticia con el otro.
Hospitalario.-¿Y cómo?
Genovés.-Ellos tienen un oficial por cada clase de virtud que tenemos nosotros: hay uno que se llama Liberalidad, otro Magnanimidad, otro Castidad, otro Fortaleza, otro justicia criminal y civil, otro Diligencia, otro Verdad, Beneficiencia, Gratitud, Misericordia, etc., y para cada uno de éstos menesteres se elige a aquel que desde niño, en las escuelas, se mostró inclinado a tal virtud. Y, por tanto, no existiendo entre ellos latrocinios, ni asesinatos, ni estupros e incestos, adulterios, de los que nos acusamos nosotros, ellos se acusan de ingratitud, de malignidad -cuando uno rehúsa conceder al otro un placer honesto-, de mentira, que aborrecen más que la peste. Y estos reos, para que se corrijan, son castigados con la privación de la mesa común, o de la relación sexual con las mujeres, y de algunos honores, mientras el juez lo estime conveniente, para corregirlos.
Hospitálario.-Dime ahora: ¿cómo eligen a los oficiales?
Genovés.-Esto no se puede explicar si antes no se conoce su modo de vivir. Ante todo, es necesario saber que tanto los hombres como las mujeres visten de una, forma adecuada para guerrear, si bien las mujeres llevan la- túnica por debajo de las rodillas, y los hombres por encima.
Todos se instruyen en todas las artes. Después de cumplir los tres años los niños aprenden la lengua y el alfabeto mirando en los muros, caminando en filas de a cuatro, y cuatro viejos les guían y les enseñan, y después les hacen jugar y correr para fortalecerles, siempre descalzos y con la cabeza descubierta hasta los siete años, y les conducen a los talleres de las artes, sastrería, pintura, orfebrería, etc., y observan su aptitudes. Todos, después de cumplir los siete años, van a las lecciones de las ciencias naturales, y puesto que son cuatro los lectores de la misma materia, en cuatro horas los cuatro grupos son despachados, pues mientras unos hacen ejercicios físicos o realizan los servicios públicos, los otros asisten a la lección. Después todos se dedican al estudio de las matemáticas, de la medicina y de otras ciencias, existiendo entre ellos una continua disputa y rivalidad, y después aquéllos se convierten en oficiales de aquella ciencia o de aquel arte mecánica, en la que hayan hecho un mayor progreso, pues todos tienen su jefe. Y van también a aprender al campo, en las tareas campestres y en el pastoreo de los animales, y aquel que más artes aprende y mejor las ejercita, es considerado de mayor nobleza. Por eso se ríen de nosotros que consideramos faltos de nobleza a los artesanos, y llamamos nobles a aquellos, que no aprenden ningún arte, viven en la ociosidad y mantienen en el ocio y en las lascivia a tantos servidores para ruina de la república.
Después los oficiales se eligen por aquellos cuatro jefes, y por los maestros de aquel arte, que saben muy bien quién está más preparado en aquel arte o virtud, en la que deberá gobernar, y son Propuestos en el Consejo, p y todo el mundo expone lo que sabe de ellos. Sin embargo, no. puede llegar a ser Sol, sino aquel que conoce todas las historias de los pueblos y los ritos, los sacrificios, las repúblicas y los inventores de leyes y de artes. Además, es necesario que sepa todas las artes mecánicas -cada dos días aprende una, si bien la práctica le permite aquí saberlas todas-, y la pintura. Debe saber también toda! las ciencias matemáticas, físicas y astrológicas. No se interesa por conocer las lenguas, pues tiene intérpretes, que son sus gramáticos. Pero, por encima de todo, es necesario que sea metafísico y teólogo, que conozca bien la raíz y el Fundamento de todo arte y de toda ciencia, las semejanzas y las diferencias de las cosas, la necesidad, el hado y la armonía del mundo, el poder, la sabiduría y el amor divino y de todas las cosas, y los grados de los seres y sus correspondencias con las cosas celestes, terrestres y marítimas, y debe conocer muy bien a los profetas y a la astrología. Por tanto, saben quién va a ser el Sol, y si no supera los treinta y cinco años, no puede llegar a tal dignidad, y este cargo es perpetuo, hasta que no se encuentre a alguien que sepa más que él y esté mejor preparado para el gobierno.
Hospitalario.-¿Y quién puede saber tanto? Es más, quien se dedica a las ciencias, no puede saber gobernar.
Genovés.-Eso les dije yo, y me respondieron: «Más seguros estamos nosotros, que un sabio tan grande sepa gobernar, que vosotros que elegís para los altos cargos a los ignorantes, pensando que son capaces de hacerlo, porque han nacido nobles, o porque han sido elegidos por facciones poderosas. Pero nuestro Sol, aunque fuera incapaz para gobernar, no sería nunca cruel, perverso o tirano alguien que sabe tanto, Mas sabed que ese es un argumento que puede valer entre vosotros, que pensáis que es sabio quien sabe más gramática lógica de y Aristóteles, o de este o aquel autor; para. eso es suficiente con una memoria servil, por lo que el hombre se vuelve pasivo al no contemplar las cosas sino los libros, y se empobrece el alma con aquellas cosas muertas, desconociendo cómo gobierna Dios las cosas, e ignorando las leyes, de la naturaleza y de las naciones. Esto no puede ocurrirle a nuestro Sol, pues no puede conocer tantas ciencias quien no es despierto de ingenio para todo, por lo que es siempre aptísimo para el gobierno. Nosotros pensamos, además, que quien conoce una sola ciencia, no conoce bien ni esa ni las otras, y que quien es apto para una sola estudiada en los libros, es pasivo y de mente obtusa. Pero esto no, sucede a los que son de mente despejada y rápida para todo conocimiento, como es necesario que sea el Sol. Y en nuestra ciudad las ciencias se aprenden con tal facilidad, como ves, que aquí se obtiene más conocimiento en un solo ano, que en diez o quince entre vosotros, como puedes ver en estos niños.» Ante esto yo permanecí confuso, tanto por sus argumentaciones, como por el hecho de que aquellos niños entendían mi lengua. Efectivamente siempre hay entre ellos tres expertos de cada una de las lenguas. Y no existe entre ellos ocio alguno, excepto aquel que les permite ser doctos; van al campo a correr, y a lanzar dardos, disparar arcabuces, cazar fieras, trabajar, conocer las hierbas, ahora una fila, luego la otra.
Los primeros tres oficiales deben conocer solamente aquellas artes que son propias de su oficio. Conocen, por tanto, las artes que son comunes a todos, habiéndoles aprendido gráficamente y después las propias, en las que cada uno se ejercita más que el otro: así el Potestad conocerá el arte de la caballería, la fabricación de toda clase de armas, asuntos relacionados con la guerra, máquinas, estrategia militar, etc. Todos estos oficiales han de ser, además, filósofos e historiadores, naturalistas y humanistas.
Hospitalario.-Me gustaría que enumerases todos los oficios, y los distinguieses, y también si es necesaria la educación común.
Genovés.-En primer lugar, tienen estancias, dormitorios, lechos y necesidades comunes; después cada seis meses son distribuidos por los maestros, diciéndoles quién ha de dormir en este círculo o en aquel otro, y en la estancia primera o en la segunda, anotadas alfabéticamente.
Después las artes son comunes a los hombres y a las mujeres, las especulativas y las mecánicas, con esta diferencia, que aquellas que requieren gran esfuerzo y desplazamiento, como arar, sembrar, recoger la cosecha, apacentar las ovejas, trabajar en la era, en la vendimia, las hacen los hombres. En cambio, para hacer queso, ordeñar, ir a por hierba a los huertos cerca nos a la ciudad, y para servicios ligeros, acostumbran a mandar a las mujeres. Las artes que se realizan estando sentados o de pie son, por lo general, atribuidos a las mujeres, como tejer, coser, cortar el pelo y la barba, venta de especias, confeccionar toda clase de vestidos, exceptuando, naturalmente, el arte de la herrería y de las armas. Incluso si alguna tiene aptitudes para la pintura, no se le prohibe. La música está reservada a las mujeres, porque deleitan más, y a los niños, excluida la producida por trompetas y tambores. Hacen también la comida y preparan las mesas; pero servir a la mesa es algo propio de los jóvenes, varones y hembras, hasta que cumplen los veinte años.
En cada círculo tienen cocinas y despensas comunes. Y en cada oficio tienen a un viejo y a una vieja de supervisores, que son los que mandan y tienen la facultad de pegar o hacer que otros peguen a los negligentes y desobedientes, y anotan en qué trabajo cada uno o cada una se desenvuelven mejor. Todos los jóvenes sirven a los mayores que pasan de los cuarenta años, pero el maestro o la maestra cuidan de ellos al anochecer, cuando Van a dormir, y asignan por la mañana a cada uno los servicios que les tocan, uno o dos por habitación, y los jóvenes se ayudan mutuamente y, ¡ay!, del que se niegue. Hay un primer y un segundo turno para comer: a un lado comen las mujeres, al otro los hombres, y se comportan como en los refectorios de los frailes: sé come sin hacer ruido, y alguien siempre, cantando, lee, y, a menudo, un oficial comenta algún pasaje de la lectura. Es algo realmente agradable verse servido por tan hermosa juventud, con la ropa ceñida, tan puntualmente, y verse rodeado de tantos amigos, hermanos, hijos y madres que conviven con tanto respeto Y amor,
A cada uno se le da, según el ejercicio realizado, un plato de comida y menestra, frutos, queso, y, los médicos tienen la obligación de decir a los cocineros qué alimento conviene ese día, y cuál a los viejos, y cuál a los jóvenes y cuál a los enfermos, Los oficiales reciben mejor parte; a menudo, envían comida de su mesa a la de aquellos que se han distinguido por la mañana en las lecciones y en las discusiones científicas y en las armas, y esto es considerado como un gran honor y favor. Y en los días festivos hacen tocar música, incluso en la mesa, y puesto que todos echan una mano en los servicios, nunca ocurre que falte algo. Viejos sabios son los supervisores de quien cocina y de los refectorios, y aprecian sobremanera la limpieza de las calles, de las estancias y de los vasos y de los vestidos y de la persona.
Visten por dentro con una camisa blanca de lino, después un vestido, que es a la vez jubón y calzas, sin pliegues, abierto por el centro, por el lado y por abajo, y después abotonado. Las calzas llegan hasta el talón, sobre el que se pone un gran peal, como una especie de borceguí, y encima los zapatos. Y están tan ajustados que, cuando se quitan la sobreveste, se distinguen todas las formas de la persona.
Cambian de vestido en cuatro ocasiones distintas: cuando el Sol entra en Cáncer y en Capricornio, en Aries y en Libra. Y, de acuerdo con la complexión y la estatura, corresponde al Médico su distribución junto con el oficial encargado del vestido en cada círculo. Y resulta realmente admirable cómo de inmediato tienen cuantos vestidos necesitan, gruesos, ligeros, según el tiempo que haga. Visten todos de blanco y todos los meses los vestidos se lavan con jabón, o con lejía los de tela.
Todos los sótanos son talleres, cocinas, graneros, guardarropas, despensas, refectorios, lavaderos; pero ellos se lavan en las pilas de los claustros. El agua se tira por las letrinas o por canales que llevan a aquéllas. En todas las plazas de los círculos tienen sus fuentes, que sacan el agua del fondo moviendo simplemente un leño; de ahí se derrama en los canales. Hay agua de manantial, y mucha en las cisternas, a las que van las aguas de las lluvias por los canales de las casas, pasando por acueductos arenosos. Se lavan sus cuerpos a menudo, según ordena el maestro y el médico. Las artes se realizan en los claustros de abajo, y las especulativas en los de arriba, donde se encuentran las pinturas y se leen en el templo.
En los atrios de fuera hay relojes de sol y de campanillas en todos los círculos, y banderolas para conocer los vientos.
Hospitalario.-Háblame ahora de la generación.
Genovés.-Ninguna mujer se entrega al varón, si no ha cumplido diecinueve años, ni el varón se dedica a la generación antes de los veintiuno, y más si es de complexión débil. Antes de esta edad es lícito a alguno el coito con las mujeres estériles o preñadas, para no hacerlo contra natura y las maestras matronas con los más viejos de su generación, se preocupan de proveerles, según les ha sido dicho a ellos en secreto por aquellos que están más acuciados por Venus. Les proveen, pero no lo hacen sin decir nada al maestro mayor, que es un gran médico, y depende del Amor, Príncipe oficial. Si son sorprendidos en sodomía, son reprendidos, y les. obligan a llevar durante dos días un zapato atado al cuello, significando que pervirtieron el orden y pusieron los pies en la cabeza y la segunda vez aumentan la pena hasta que se convierte en pena capital. Quien, en cambio, se abstiene de todo coito hasta los veintiún años, es alabado con algunos honores y canciones.
Puesto que, cuando se ejercitan en la lucha, como los griegos antiguos, están todos desnudos, machos y hembras, los maestros se dan cuenta de quién es impotente o no para el coito, y qué miembros convienen a otros. Y así, estando bien lavados, se consagran al coito cada tres noche, y acoplan las hembras corpulentas y hermosas sólo con corpulentos y dotados de energía, y las gruesas con los delgados, y las delgadas con los gruesos, para mitigar los excesos. Al atardecer, los niños van y arreglan las camas, y después van a dormir, según ordena el maestro y la maestra. No dan comienzo al coito, sino después de haber hecho la digestión, y antes hacen oración, y tienen hermosas estatuas de hombres ilustres, a las que miran las mujeres. Después salen a la ventana, y ruegan al Dios del Cielo, que les conceda una buena prole. Y duermen en dos celdas, estando separados hasta el momento que tienen que unirse, y entonces va la maestra, y abre la puerta de una y otra celda. Esta hora viene determinada por el Astrólogo y el Médico, Y. procuran siempre escoger el momento en que Mercurio y Venus están orientales al Sol en casa benigna, y que sean mirados por Júpiter de buen aspecto y por Saturno y Marte tanto el Sol como la Luna, que a menudo son afetas. Y por lo general, quieren a Virgo en ascendente; pero se preocupan mucho de que Saturno y Marte, no estén angulares, porque perjudican a todos los cuatro ángulos con sus oposiciones y cuadrados, y en esos ángulos se ve la raíz de la energía vital y de la suerte, que depende de la armonía del todo con las partes. No se preocupan de la trasmisión de luz de los, satélites, sino sólo de los aspectos buenos. Pero la trasmisión de luz de los satélites la investigan solamente con la construcción de la ciudad y de la ley, pero que no tengan por príncipe a Marte o Saturno, a no ser con buenas disposiciones, Y consideran como un pecado el que los engendradores tres días antes del coito no se encuentren puros y sin malas acciones, y que no sean devotos del Creador. Los otros, que por placer o por cuestión de necesidad se entregan al coito con estériles o preñadas o con mujeres de poco valor, no observan estas sutilezas. Y los oficiales, que son todos sacerdotes, y los sabios no se dedican a engendrar, si no observan durante muchos días más condiciones, pues ellos, debido a la mucha especulación, tienen debilitado el instinto animal, y no son capaces de transmitir el valor del pensamiento, porque están pensando siempre en alguna cosa, por lo que producen una raza débil. De forma que se tiene muy en cuenta, y se entregan éstos a mujeres dotadas de vitalidad, gallardía y hermosura, y los hombres fantasiosos y caprichosos a mujeres gruesas, templadas, de costumbres suaves. Y dicen que la pureza de la complexión, que da como fruto a las virtudes, no se puede adquirir artificialmente, y que difícilmente puede la virtud moral arraigar sin una disposición natural, y que los hombres de mala naturaleza hacen el bien por temor de la ley, y, cesando ésta, dañan a la república de modo manifiesto y secreto. Sin embargo, todo el interés principal debe ponerse en la generación, y dar importancia a los méritos naturales, y no a la dote y a la falaz nobleza.
Si alguna de estas mujeres no conciben con uno, las ponen con otros; si después alguna resulta estéril, puede convertirse en. común, pero, en el Consejo de la generación y en la mesa y en el templo, no tendrá el honor de las matronas, y esto lo hacen para que ésa no procure ser estéril para lujuriar. Aquellas que han concebido, no hacen ejercicio durante quince días; después hacen ejercicios ligeros para reforzar la prole, y abrirle los canales de la alimentación. Después de haber parido, ellas mismas crían a los hijos en lugares común es, amamantando durante dos años e incluso más, según la opinión del Físico. Después se desteta la prole, y se entrega al cuidado de las maestras, si son mujeres, o de los maestros. Y con los otros niños se ejercitan allí en el alfabeto, en caminar correr, luchar y en las figuras historiadas, y tienen vestidos de distintos y hermosos colores, A los siete años se dedican a las ciencias naturales, y después a las otras, de acuerdo con el parecer de los oficiales, y después comienzan las artes mecánicas. Pero los hijos de escaso ingenio se les envía a las aldeas, y, si tienen buenas aptitudes, después retornan a la ciudad. Pero, por lo general, siendo engendrados bajo la misma constelación, los contemporáneos son semejantes en virtud, rasgos y costumbres. Y esto produce una estable concordia en la república, se aman grandemente y se ayudan el uno al otro.
Los nombres no se los ponen de forma gratuita, sino por el Metafísico, según sus características, como hacían los romanos: por eso algunos se llaman el Hermoso, otros el Narigudo, otros el Pies Grandes, otros el Torvo otros el Grueso, etc.; pero después cuando sobresalen en su arte o se distinguen en algún hecho de guerra, se añade el sobrenombre del arte como Pintor Magno, Aureo, Excelente, Gallardo, diciendo: Grueso Aureo, etc., o del hecho realizado diciendo: Grueso Fuerte, Astuto, Vencedor, Magno, Máximo, etc., y del enemigo vencido, como Africano, Asiático, Toscano, etc.; Manfredi, Tortelio por haber vencido a Manfredo o Tortelio y otros semejantes. Y estos sobrenombres los añaden los grandes oficiales, y se imponen, con una corona que tenga relación con el hecho o con su arte, con aplausos y música. Aprecian sobremanera estos aplausos, porque no valoran el oro y la plata, sino como material para los vasos y para los adornos comunes a todos.
Hosspitalario.-¿Y no hay celos entre ellos o dolor por no ser elegido como engendrador o para aquello que ambiciona?
Genovés.-No señor, porque a nadie les falta lo necesario en cuanto al gusto, y la generación está organizada religiosamente en función del bien público, no del privado, y es imprescindible atenerse al dictado de, los oficiales. Decía Platón, que se debía hacer trampas con los que pretendían a hermosas mujeres de forma inmerecida, haciendo con destreza que la suerte corresponda al mérito; pero aquí no es necesario hacer trampas con las bolas para que se contenten los feos con las feas, porque entre ellos no existe fealdad; pues, mediante el ejercicio, estas mujeres adquieren un color saludable y miembros fuertes y grandes, y entre ellos la belleza consiste en la gallardía, viveza y grandeza. Por eso se castiga con pena de muerte el acicalarse el rostro, o llevar chinelas, o vestidos con colas para ocultar los pies de madera; pero no tienen la posibilidad de hacer eso, porque ¿quién se los daría? Y dicen que entre nosotros este abuso procede del ocio de las mujeres, que las hace pálidas y flacas y pequeñas, y por eso tienen necesidad de coloretes y altas chinelas, y de hacerse pasar por bellas mediante la dulzura, y así es como estropean la propia complexión y la de la prole. Además, si alguien se enamora de alguna mujer, está permitido hablar entre ellos, hacer versos, bromas, regalos de flores y de plantas. Per o si se echa a perder la generación, de ninguna forma se permite el coito entre ellos, excepto cuando ella está preñada o estéril. No obstante, por lo general, sólo se conoce entre ellos el amor de amistad no el de ardiente concupiscencia.
Los bienes materiales no son apreciados, porque todo el mundo tiene cuanto le es necesario, salvo como signo de honor. Efectivamente a los héroes y a las heroínas la república les concede en la mesa o en fiestas públicas, ciertos dones de guirlandas o de vestidos con hermosos adornos; aunque visten todos de blanco durante el día y en la ciudad, pero de noche y fuera de la ciudad visten de rojo, o de seda o de lana. Aborrecen el color negro, como la hez de las cosas, y por eso odian a los japoneses, amigos del mismo. La soberbia es considerada como un gran pecado, y se castiga un acto de soberbia de modo semejante a como se ha cometido. Por eso nadie considera cosa vil el servir a la mesa, en la cocina o en otro sitio, sino que a esto lo llaman aprender, y dicen que tanto honor es para el pie caminar cómo para el ojo mirar; por eso quien es destinado a algún oficio, lo hace como algo muy honroso, y no tienen esclavos porque ellos se bastan, incluso se sobran, a sí mismos. No es así entre nosotros, pues en Nápoles hay unas trescientas mil almas, y no llegan a cincuenta mil las que trabajan, y éstos soportan un exceso de trabajo y se destruyen, y los ociosos se pierden también por el ocio, la avaricia, la lascivia y la usura, y pervierten a muchísima gente, manteniéndola en la servidumbre y en la pobreza, y haciéndola partícipe de sus vicios, hasta el punto de que faltan los servicios públicos, y el campo, la milicia y las artes no se pueden hacer, sino malamente y a duras penas. Pero entre ellos, repartiéndose entre todos los oficios y las artes y los trabajos, ni siquiera les toca trabajar cuatro horas al día a cada uno; así que todo el resto es aprender jugando, discutiendo, leyendo, enseñando, caminando, y siempre con alegría, Y no tienen la costumbre de juegos que se hacen estando sentados, ni el ajedrez, ni los dados, ni las cartas u otros semejantes, pero sí el de la pelota, balón, disco, lucha, lanzar el venablo, el dardo, disparar el arcabuz.
Dicen también que una gran pobreza convierte a los hombres en viles, astutos, ladrones, insidiosos, apátridas, embusteros, falsos testigos, y las riquezas en insolentes, soberbios, ignorantes, traidores, gentes sin amor, que presumen de aquello que no saben. En cambio, la comunidad les hace a todos ricos y pobres: ricos, porque todo lo tienen y poseen; pobres, porque no se convierten en esclavos de las cosas, sino que todas las cosas les sirven a ellos. Y mucho alaban en esto a las órdenes religiosas de la cristiandad y la vida de los Apóstoles.
Hospitalario.-Esto es algo hermoso y santo; pero lo de las mujeres comunes me parece duro y arduo. San Clemente Romano dice que también las mujeres deben ser comunes, pero la glosa aclara que es en cuanto al servicio, no al lecho, y Tertuliano coincide con la. glosa, o sea, que los antiguos cristianos tuvieron todo en común, excepto las mujeres, pero también éstas fueron comunes en el servicio.
Genovés.-Yo no entiendo de esto; sé solamente que ellos tienen el servicio común de las mujeres y el lecho, pero no siempre, solamente para engendrar. Y creo que incluso en esto pueden engañarse; pero ellos se defienden con Sócrates, Catón, Platón y otros. Bien podría ocurrir que un día, abandonasen esta costumbre, porque en las ciudades sometidas a ellos solamente tienen en común los bienes materiales, y las mujeres en, cuanto al servicio y a las artes, pero no en cuanto al lecho, y esto lo atribuyen a la imperfección propia de aquellos que no han filosofado. Además, van observando las costumbres de todas las naciones, y mejorando siempre, y cuando sepan las razones profundas del cristianismo probadas con milagros, consentirán, porque son dulcísimos. Pero hasta ahora tratan de esto en base a la razón natural sin fe revelada, y no pueden ir más allá.
Además, hay algo hermoso y es, que entre ellos no existe defecto que haga al hombre ocioso, si no es la edad decrépita, cuando tan sólo sirve para aconsejar. Así quien es cojo, hace de centinela con los ojos; quien no tiene ojos, carda la lana y separa las plumillas de la caña de las plumas para los colchones; quien no tiene manos, se dedica a otro ejercicio, y si tiene un solo miembro, con él sirve en las aldeas, y son bien tratados, y son espías que avisan de cuanto sucede a la república.
Hospitalario.-Háblame de la guerra, y después me hablarás de las artes y del alimento, y, por último, de la religión.
Genovés.-El Poder tiene a sus órdenes un oficial encargado de las armas, otro de la artillería, uno de, la caballería, otro de la ingeniería, y cada uno de éstos tiene a sus, órdenes muchos jefes maestros de aquel arte. Pero además están los atletas, que enseñan a todos el ejercicio de la guerra. Estos son gentes entradas en años, prudentes capitanes, que adiestran a los jóvenes de más de doce años en las armas; si bien antes estaban habituados por maestros. inferiores a la lucha. y a correr y a lanzar piedras. Ahora éstos les enseñan a golpear, a ganar al enemigo con arte, a usar la espada, la lanza, a asaetear, a cabalgar, a perseguir, a huir, a estar en formación militar. Y también las mujeres aprenden estas artes con sus maestras y maestros, por si fuese necesario ayudar a los hombres en las guerras cercanas a la ciudad, y, si se produjese un asalto, defenderían las murallas. Por lo que saben muy bien disparar el arcabuz, construir balas, lanzar piedras, salir al encuentro. Y se esfuerzan por alejar de sí todo, temor, y reciben grandes castigos aquellos que muestran cobardía. No temen a la muerte, porque todos creen en la inmortalidad del alma, y que, al morir, irán junto a los espíritus buenos o malos, según sus méritos. Aunque hayan sido Brahmanes pitagóricos, no creen en la transmigración del alma, si no es por algún juicio de Dios. No se abstienen de combatir al enemigo rebelde contra la razón, que no merece ser hombre.
Pasan revista cada dos meses, y todos los días hay prácticas con las almas, o en el campo, cabalgando, o dentro, y una lección de arte militar, siempre hacen y leer las historias de César, de Alejandro, de Escipión y de Aníbal, y después casi todos ofrecen su opinión, diciendo: «Aquí obraron bien, aquí mal», y después responde el maestro y dictamina.
Hospítalario.-¿Con quién hacen la guerra y por qué .razón, si son tan felices?
Genovés.-Incluso si no tuviesen nunca guerra, se ejercitarían igualmente en el arte de la guerra y en la caza para no apoltronarse y por lo que pudiese suceder. Además, existen cuatro reinos en la isla, que tienen una gran envidia de su felicidad, porque esos pueblos desearían vivir como estos Solares, y preferirían estar sometidos antes a ellos, que, no a sus propios reyes. Por esto a menudo les es declarada la guerra con la excusa de usurpación de confines y de vivir impíamente, porque no siguen las supersticiones de los gentiles, ni la de los otros Brahmanes, y a menudo les hacen la guerra como rebeldes, pues antes estaban sometidos. Y a pesar de todo siempre pierden. Ahora bien estos Solares, tan pronto como sufren un saqueo, insulto u otro deshonor, o son ofendidos sus amigos, o también si son llamados como liberadores por algunas ciudades tiranizadas, se reúnen en consejo, y antes de nada se arrodillan ante Dios y le ruegan que les ilumine en sus deliberaciones, después se examinan los aspectos más importantes del asunto, y así se declara la guerra. Envían a un sacerdote llamado el Forense: éste les pide a los enemigos que devuelvan lo usurpado o que renuncien a la tiranía, y si aquéllos se niegan, les declaran la guerra, poniendo por testigo al Dios de las venganzas contra los culpables, y si aquéllos prolongan la situación, para evitar ser engañados, no les dan tiempo para decidir la respuesta, no más de una hora si es rey, tres horas, si es república; así comienza la guerra, si aquéllos son contumaces a la razón. Una vez que ha comenzados todo es ejecutado por el lugarteniente del Potestad, y éste decide sin el consejo de los demás, pero, si es algo de importancia, consulta al Amor y a la Sabiduría y al Sol. Se propone en un gran Consejo, en el que entra toda la gente de más de veinte años, y las mujeres también, y se declara por el Predicador la justicia de la empresa, y disponen lo necesario.
Debe saberse que tienen dispuestas en las armerías todo tipo de armas, y a menudo las prueban en guerras simuladas, Tienen en todos los círculos, en el muro exterior, artillería y artilleros preparados y otros muchos cañones de campaña que llevan a la guerra; y los tienen incluso de madera, y también de metal, y los llevan en carros, y las demás municiones y el equipaje militar en mulas. Y si están en campo abierto, encierran en medio el equipaje y la artillería, y combaten durante un gran espacio de tiempo, y después emprenden la retirada. Y el enemigo se engaña creyendo que ceden, pues ellos forman hileras, recobran aliento, y dejan a la artillería disparar, y después vuelven a la pelea contra unos enemigos desorientados. Acostumbran a poner las tiendas siguiendo la costumbre de los romanos con empalizadas y fosas alrededor con gran rapidez. Hay especialistas de equipaje, de artillería y dé construcciones. Todos los soldados saben manejar la azada y el hacha. Hay cinco, ocho o diez capitanes expertos en la guerra y en estrategia, que mandan a sus escuadras de acuerdo con las decisiones tomadas conjuntantente. Suelen llevar con ellos una escuadra de niños a caballo para aprender la guerra, y se ceben, como lobeznos, en la sangre, pero en los momentos de peligro se retiran, y muchas mujeres con ellos. Y después de la batalla ésas mujeres y esos niños hacen caricias a los guerreros, les curan, sirven, abrazan y confortan, y aquéllos para aparecer como, valientes a las mujeres y a sus hijos, hacen una gran demostración. En los asaltos, quien escala el muro en primer lugar, tiene después, en señal de honor una corona de grama con aplauso militar de las mujeres y de los niños. Quien ayuda al compañero, tiene la corona cívica de encina; quien mata al tirano, recibe abundante botín, que lleva al templo, y por el Sol le viene impuesto el nombre de la empresa.
Los caballeros llevan una lanza, dos pistolas en la parte de delante sobre el caballo, de temple admirable, estrechas por la boca, por lo que traspasan cualquier armadura, y tienen también un estoque. Otros llevan la maza, y éstos son, los hombres de armas, porque, no pudiendo perforar una armadura de hierro con la espada o con la pistola, asaltan siempre al enemigo con la maza, como Aquiles hizo con Cicno, y los destrozan y los derribar. La maza tiene en la punta dos cadenas, de las que cuelgan dos bolas que, volteándolas, rodean al cuello del enemigo, lo sujetan, lo tiran y derriban, y, para poderla manejar, no sujetan las riendas con la mano, sino con los pies, entrelazándolas en la silla y fijándolas por el extremo a los estribos, no a los pies, para no enredarse, y los estribos tienen la esfera por fuera y el triángulo por la parte de dentro, por lo que torciendo el pie hacia los lados, las hacen girar, puesto que están enhebilladas a la correa de los estribos, y as! tiran hacia sí o aflojan el freno con maravillosa rapidez, y con la derecha tuercen a la izquierda y viceversa. Este secreto no es conocido ni siquiera por los tártaros, que no saben estirar y cambiar de dirección con los estribos. La caballería ligera comienza el ataque con fusiles, y después les siguen las lanzas y las hondas, a las que se da mucha importancia. Y suelen combatir por filas entretejidas, unos avanzando, y los otros retrocediendo de forma alternativa, y tienen escuadrones fijos con las picas para seguridad del campamento, y las espadas son lo último que decide.
Después celebran los triunfos militares según la costumbre de los romanos, y más hermosos, y las oraciones de acción de gracias. Y el capitán se presenta en el templo, y el poeta o el historiador que fueron con él narran sus gestas. Y el príncipe lo corona, y a todos los soldados hace algún regalo u honor, y durante muchos días quedan exentos de los trabajos públicos. Pero éstos lo toman a mal, porque no saben estar ociosos y ayudan a los otros. Y, al contrario, aquellos que han perdido por su culpa, son recibidos con vituperio, y aquel que fue el primero en huir no puede escapar a la muerte, sino cuando todo el ejército pide la gracia de su vida, y todos individualmente toman sobre sí parte de la pena. Pero tal indulgencia se concede en raras ocasiones, sólo cuando hay un gran motivo para ello. Quien no ayudó al amigo y o cometió una acción vil, es azotado; quien fue desobediente, es condenado a morir en un recinto de fieras con un bastón en la mano, y si vence a los leones y a los osos, lo que es casi imposible, recibe el perdón.
Las ciudades vencidas o que se rindieron a ellos ponen inmediatamente todos los bienes en común, y reciben a los oficiales solares y su producción, y se van adaptando ininterrumpidamente a la forma de la Ciudad del Sol, su maestra, y envían a sus hijos a aprender en ella, sin tener que contribuir a los gastos.
Sería largo de contarte lo relativo al maestro de los espías y centinelas, de sus sistemas de organización dentro y fuera de la ciudad, que te los puedes imaginar, pues son elegidos desde niños según su inclinación y vista la constelación de su nacimiento. Por lo que cada uno, al obrar de acuerdo con su inclinación natural, hace bien y con agrado aquella actividad por serle natural; lo mismo dio de la estrategia y otras. La ciudad tiene vigilancia de noche y de día en las cuatro puertas y en los muros exteriores, sobre los torreones y baluartes, y las mujeres vigilan los círculos por el día, por la noche los varones, y esto lo hacen para no apoltronarse y para las situaciones imprevistas. Tienen las guardias, como nuestros soldados, divididas de tres en tres horas; comienzan la guardia al atardecer.
Usan la caza como imagen, de guerra, y los juegos en la plaza a pie y a caballo en todas las fiestas; después sigue la música, etc.
Perdonan de buen grado a los enemigos y después de la victoria les tratan bien. Si derriban muros o quieren matar a los jefes o cualquier otro daño a los vencidos, lo hacen todo en un día, y después les tratan bien, y dicen que no se debe hacer la guerra si no es para hacer buenos a los hombres, no para exterminarlos. Si entre ellos hay algún altercado por injurias o por otra causa, pues ellos sólo disputan por honor, el Príncipe y sus oficiales castigan al reo en secreto si, después de las iras iniciales, incurrió en injuria de hecho; si de palabra, esperan a la guerra para decidir, diciendo que la ira debe desfogarse contra los enemigos. Y quien después en la guerra realiza más actos heroicos, se considera que ese tenía razón en el altercado de honor, y el otro cede. Pero existen penas para los asuntos relacionados con la justicia; pero los duelos mano a mano no están permitidos; quien quiera hacer ver que es mejor, que lo haga en guerra pública.
Hospitalario.-Optima cosa para no fomentar facciones para ruina de la patria y eliminar las guerras civiles, de las que surge el tirano, como sucedió en Roma y Atenas. Habla ahora, te ruego, de sus artesanos.
Genovés.-Debes haber entendido que a todos son comunes el arte militar, la agricultura y la ganadería; que todos están obligados a conocerlas y que son las más nobles entre ellos; pero quien más artes conoce, más noble es, y para ejercerlas es elegido aquel que está más capacitado. Las artes fatigosas y útiles, como el herrero, el albañil, son las más alabadas, y nadie se avergüenza de dedicarse a ellas, tanto más que desde su nacimiento se les ve la inclinación, y, entre ellos, por el reparto de los trabajos, nadie realiza un trabajo que destruya al individuo, sino que lo conserva. Las artes que requieren un menor esfuerzo son para las mujeres. Las especulativas son de todos, y quien es más excelente, se convierte en lector, y éste es más honrado que en las artes mecánicas, y se hace sacerdote. Saber nadar es obligatorio para todos, y, con este propósito, hay piscinas fuera de los fosos de la ciudad, y dentro están las fuentes.
El comercio les es de poca utilidad, pero, sin embargo, conocen el valor de las monedas, y acusan moneda para sus embajadores, a fin de que puedan comprar con el dinero la comida que no pueden llevar, y hacen venir mercaderes de todas las partes del mundo para vender lo que les sobra, y no quieren dinero, sino mercancías de aquellas cosas que ellos no tienen. Y los niños se ríen, pero no los viejos, cuando ven que aquellos dan tantas cosas por poco dinero. No quieren que esclavos o forasteros infecten la ciudad con malas costumbres; por eso venden a aquellos que capturan en la guerra, o les ponen a cavar fosas o a hacer ejercicios fatigosos fuera de la ciudad, a donde van siempre cuatro escuadras de soldados para vigilar el territorio y a los que trabajan, saliendo por las cuatro puertas, que tienen las calzadas de ladrillo hasta el mar para facilitar el transporte de las mercancías y de los extranjeros. A éstos les hacen grandes demostraciones de afecto, les dan comida para tres días, les lavan los pies, les conducen para que vean la ciudad y su organización, les admiten en el Consejo y en la mesa. Y hay hombres encargados de custodiarles, y si quieren hacerse ciudadanos, les tienen de prueba un mes en las aldeas y uno en la ciudad, y de este modo después deciden, y les reciben con determinadas ceremonias y juramentos.
Tienen en gran estima a la agricultura: no hay un palmo de terreno que no esté cultivado. Observan los vientos y las estrellas propicias, y van todos armados al campo para arar, sembrar, cavar, segar, recolectar, vendimiar, con música, trompetas y estandartes, y lo hacen todo en poquísimas horas. Tienen carros de vela, que caminan con el viento, y cuando no hay viento una bestia tira del carro, cosa admirable, y tienen a los guardianes del territorio armados, que giran siempre por los campos. Usan poco estiércol en los huertos y en los campos, porque dicen que las semillas se. pudren y tienen. una vida breve, como las mujeres acicaladas y no hermosas por falta de ejercicio tienen una prole débil. Por lo que no abonan la tierra, sino que la trabajan mucho, y tienen grandes secretos para que nazca pronto y se multiplique, y no se pierda la semilla. Y tienen un libro expresamente para tal trabajo, que se titula «Geórgica». Una parte del territorio, la suficiente, se ara; la otra sirve para pasto de los animales. Precisamente este noble arte de criar caballos, bueyes, ovejas, perros y toda clase de animales domesticados es sumamente apreciado por ellos, como sucedió antiguamente en tiempos de, Abraham, y con modos mágicos les hacen aparearse, cuando puedan engendrar bien, delante de caballos pintados o bueyes u ovejas, y no dejan ir al campo a los sementales con las yeguas, sino que les aparean en tiempo oportuno delante de los establos del campo. Observan a Sagitario en ascendentes, con buen aspecto de Marte y Júpiter: para los bueyes Tauro, para las ovejas Aries, según el tipo de ganado. Tienen después manadas de gallinas bajo las pléyades y gansos y ánades, conducidas con gusto por las mujeres a alimentarse cerca de la ciudad y de los lugares, donde al atardecer son encerradas para hacer queso y productos lácteos, manteca y semejantes. Se preocupan mucho de los capones y de los animales castrados y del parto de los animales, y existe un libro con este arte titulado «Bucólica». Y tienen abundancia de todo, porque cada uno quiere ser el primero en el trabajo por la docilidad de sus costumbres y por ser poco y productivo, y todo el que dirige ese trabajo se llama rey, considerando que ese nombre les corresponde a ellos, y no a quien no sabe. Es cosa admirable que mujeres y hombres vayan siempre en escuadras y nunca solos, y que siempre estén a las órdenes del jefe sin el menor disgusto, y esto porque le consideran como un padre o hermano mayor.
Tienen también las montañas y la caza de animales, y a menudo se ejercitan en ella.
Dan mucha importancia a la marina, y tienen algunos navíos que caminan sin viento y sin remos, y otros con viento y remos. Conocen muy bien las estrellas, y los flujos y reflujos del mar, y navegan para conocer gentes y países. No agravian a nadie, y si no son provocados no combaten. Piensan que el mundo tendrá que llegar a vivir del mismo modo que ellos, no obstante intentan siempre saber si otros viven mejor que ellos. Tienen relación con los chinos, y con muchos pueblos insulares y continentales, de Siam, de Conchinchina y de Calcuta, solamente para obtener información.
Poseen también grandes secretos de fuegos artificiales para las guerras navales y terrestres, y estrategias, que les permiten vencer siempre.
Hospitalario.-¿Qué cosa y cómo comen, y cuánto tiempo viven?
Genovés.-Dicen que es necesario pensar primero en la vida del todo y después en la de las partes, por lo que cuando construyeron la ciudad, pusieron los signos fijos en los cuatro ángulos del mundo. El Sol en ascendente en Leo y Júpiter en Leo oriental del Sol, y Mercurio y Venus en Cáncer, pero próximos, para que transmitan la luz de los satélites; Marte en nona en Aries, que desde su domicilio miraba con aspecto feliz al ascendente y al afeta, y la Luna en Tauro que miraba de buen aspecto a Mercurio y Venus, y no hacía aspecto cuadrado al Sol. Estaba Saturno entrando en la cuarta, sin hacer mal aspecto a Marte y, al Sol. La Fortuna estaba con la Cabeza de Medusa en décima, por lo que auguran señorío, firmeza y grandeza. Y Mercurio, estando en buen aspecto a Virgo y en la triplicidad de su ápside, iluminado por la Luna, no puede ser malo; pero siendo jupiteriana, su ciencia no es pobre; se preocupan poco por esperarlo en Virgo y la conjunción.
Ellos comen carne, manteca, miel, queso, dátiles y verduras de distintas clases, y, al principio, no querían matar a los animales, por parecerles una crueldad; pero después viendo que también era crueldad matar a las plantas, que también sienten, por lo que era inevitable morir, comprendieron que las cosas innobles están hechas para las nobles, y comen de todo. Sin embargo, no matan de buen grado a los animales útiles, como bueyes y caballos. Distinguen después los alimentos beneficiosos de los perjudiciales, y se sirven de ellos de acuerdo con la medicina: una vez comen carne, otra pescado y otra verdura, y después vuelven de nuevo a la carne, para no forzar ni debilitar la naturaleza. A los viejos se les dan alimentos más digestibles, y comen tres veces al día y poco, los niños cuatro, la comunidad dos. Viven alrededor de cien años, a lo más ciento setenta o muy raramente doscientos. Y son muy moderados en la bebida: a los niños no se les da vino hasta los diecinueve años, a no ser en caso de extrema necesidad, después lo beben mezclado con agua, y así también las mujeres; los viejos de más de cincuenta años lo beben sin agua. Comen, según la estación del año, lo que es más útil y apropiado, de acuerdo con lo que viene dispuesto por el jefe médico, que se encarga de ello. Usan mucho los perfumes: por la mañana, al levantarse, todos se peinan y se lavan con agua fresca; después mastican mejorana o peregil o menta, y con ella se frotan las manos, y. Los viejos usan incienso, y recitan una oración muy breve como el «Pater noster», y después salen y van unos a servir a los viejos, otros en el coro, otros a preparar las cosas de la ciudad, y después se dirigen a las primeras lecciones, después al templo, después a hacer ejercicio, después reposan un poco, sentándose, y van a.comer.
Entre ellos no existe la podagra ni la quiragra, ni catarros, ni ciáticas, ni dolores cólicos, ni flatos, porque éstos nacen de la destilación y de la inflación, y ellos con el ejercicio eliminan todo flato y humor. Por eso es considerado vergonzoso escupir porque piensan que esto nace de un escaso ejercicio, de la poltronería y del comer en exceso. Padecen más bien inflamaciones y espasmos secos a los que ponen remedio con abundancia de buenos alimentos y baños, y de fiebre hética que curan con baños de agua dulce y lacticinios, y viviendo agradablemente en el campo con ejercicios suaves. El morbo venéreo no puede arraigar, porque se lavan a menudo con vino y con aceites aromáticos, y el sudor elimina también aquel vapor infecto que corrompe la sangre y las médulas. Y no se vuelven tísicos, porque no hay destilación que cale al pecho, y mucho menos asmáticos, porque para provocarla se requiere un humor grueso. Curan las fiebres ardientes con agua fresca, y las efímeras solamente con hierbas olorosas y caldos gruesos o con el sueño o con música y alegría; las fiebres tercianas sacando sangre y con ruibarbo y otras plantas con cualidades semejantes, y bebiendo agua de raíces de hierbas purgantes y acetosas. Rara vez recurren a la medicina purgante. Las fiebres cuartanas son fáciles de curar con sustos. repentinos, con hierbas semejantes al humor u opuestas, y me mostraron algunos maravillosos secretos de aquéllas. De las fiebres continuas se preocupan mucho, y, para curarlas, observan las estrellas y las hierbas y rezan a Dios. Fiebres quintanas, octanas y sextanas casi no hay, pues no existen humores gruesos. Usan baños y aceites como antiguamente, y descubrieron muchos más secretos para estar limpios, sanos y lozanos. Con éstos y otros modos tratan de ayudarse, contra la enfermedad sagrada, que la padecen a menudo.
Hospitalario.-Señal de gran ingenio, por lo que Hércules, Sócrates, Mahoma, Scoto y Calímaco la padecieron.
Genovés.-Y se ayudan con oraciones al cielo y con hierbas olorosas y confortando la cabeza y con sustancias ácidas y alegrías y caldos grasos, rociados con flor de harina. En la condimentación de las comidas no tienen par: usan macis, miel, manteca y otros muchos aromas, que te confortan sobremanera. No beben cosas heladas, como los napolitanos, ni calientes, como los chinos, porque no tienen necesidad de ayudarse contra los humores gruesos estando a favor del calor natural, sino que se confortan con ajo machacado y vinagre, serpol, menta, basilicón, en el verano y estando cansados, y tampoco tienen necesidad de ayudarse contra el excesivo calor producido por los aromas, porque no se salen de la norma. Tienen también un secreto para rejuvenecer cada siete años, sin dolor y con admirable arte.
Hospitalario.-No has hablado aún de las ciencias y de los oficiales.
Genovés.-Sí, pero puesto que eres tan curioso, te diré más cosas. Cada luna nueva y su opuesta reúnen el Consejo después del sacrificio, y aquí admiten a todos los mayores de veinte años, y se pide a cada uno que exponga qué cosa falta en la ciudad y qué oficial, es bueno y cuál malo. Después cada ocho días se reúnen todos los oficiales que son el Sol, Pon, Sin y Mor, y cada uno de éstos tiene tres oficiales a sus órdenes, que hacen un total de trece, y cada uno de estos otros tres, que en total suman cuarenta, y aquéllos se encargan de los oficios de las artes que les son propias, el Potestad de la milicia, el Sabiduría de las ciencias, el Amor del alimento, generación y vestido y educación, y también se reúnen los maestros de cada escuadra, esto es, caporales, decuriones, centuriones, tanto los de las mujeres como los de los hombres. Y se discute de aquello que se necesita para el bien público, y se eligen los oficiales, antes propuestos por el Consejo grande. Al final, de cada día, se reúnen el Sol y los tres Príncipes para tratar de las cosas que son necesarias, y confirman y deciden lo que se trató en la elección y las otras necesidades. No acostumbran a hacer sorteos, sino cuando están dudosos de forma que no saben qué partido tomar. Estos oficiales se cambian según el sentir de la voluntad del pueblo, pero no a los cuatro primeros, a no ser que ellos mismos, después de haberlo consultado entre sí, cedan su cargo a quien ven que sabe más que ellos, y tiene un ingenio más sutil, y son tan dóciles y buenos, que gustosamente ceden su cargo a quien más sabe, y aprenden de ellos; pero esto ocurre muy raramente.
Los jefes principales de las ciencias están sometidos al Sabiduría, excepto el Metafísico, pues él es el Sol, que, como arquitecto, lleva la dirección de todas las ciencias, y se avergüenza de ignorar cualquier cosa del mundo humano. Bajo sus órdenes está el Gramático, el Lógico, el Físico, el Médico, el Político, el Economista' el Moralista, el Astrónomo, el Astrólogo, el Geómatra, el Cosmógrafo, el Músico, el Dibujante en perspectiva, el Aritmético, el Poeta, el Orador, el Pintor, el Escultor. A las órdenes del Amor está el Engendrador, el Educador, el Encargado del vestidol, el Agricultor, el Ganadero, el Pastor, el Domesticador, el Gran Cocinero. Dependen del Potestad el Estratega, el Campeón, el Herrero, el Armero, el Platero, el Encargado de las monedas, el Ingeniero, el Maestro espía, el Maestro de caballería, el Gladiador, el Artillero, el Hondero, el justiciero. Y todos éstos tienen a sus órdenes a artesanos específicos.
Debes ahora saber que cada uno es juzgado por el maestro de su propio arte; de modo que cada jefe del arte es juez, y castiga con el exilio, con el látigo, con amonestación, con la privación de la mesa común, de ir a la iglesia, de hablar con mujeres. Pero cuando tiene lugar un caso injurioso, el homicidio se castiga con la muerte, y se paga con la misma moneda, ojo por ojo, nariz por nariz, cuando es un caso premeditado. Cuando es una riña inesperada, se atenúa la sentencia, pero no por el juez, pues éste condena de inmediato de acuerdo con la ley, sino por los tres Príncipes. Y se puede apelar también al Metafísico solicitando gracia, no por justicia, y aquél puede conceder la gracia. No tienen cárceles, tan sólo un torreón para algún enemigo rebelde. No se escribe el proceso, simplemente se dicen los pros y los contra en presencia del juez y del Potestad, y el juez dicta sentencia de inmediato, y después el Potestad, si se apela, dicta sentencia al día siguiente, y después el Sol al tercer día dicta sentencia, o si concede la gracia después de muchos días con el consentimiento del pueblo. Y ninguno puede morir si todo el pueblo en común no le mata, pues no tienen verdugo, sino que todos lo lapidan o lo queman, permitiendo que elija la pólvora para morir inmediatamente. Y todos lloran y rezan a Dios que aplaque su ira, doliéndose por haber tenido que llegar a amputar un miembro infecto del cuerpo de la República, y tratan de que él mismo acepte la sentencia, y discuten con él hasta que éste, convencido, reconozca que la merece; pero cuando se trata de un caso contra la libertad o contra Dios o contra los oficiales mayores, se ejecuta sin misericordia. Solamente estos casos se castigan con la muerte, y el que está a punto de morir tiene que decir las razones por las que no debe morir, y los pecados de los otros y de los oficiales, diciendo que ellos merecen algo peor, y si vence, lo mandan al exilio y purifican la ciudad con oraciones y sacrificios y propósitos. de enmienda; pero no castigan a los que han sido nombrados.
Los delitos por fragilidad o por ignorancia se castigan sólo con amonestaciones, y enseñando al culpable a contenerse, y a que aprenda aquel arte en el que falló, u otro, y se tratan de modo que parezcan el uno miembro del otro.
Aquí debe saberse que si un pecador, sin esperar la acusación, va espontáneamente a los oficiales, acusándose y solicitando un castigo, lo liberan de la sanción del pecado oculto y la conmutan porque no fue acusado.
Se guardan muy mucho de la calumnia para no sufrir la misma pena. Y puesto que casi siempre están acompañados, se requieren cinco testimonios como prueba, de lo contrario, una vez prestado juramento, se libera al reo. Pero si es acusado otras dos veces por dos o tres testimonios, paga una pena doble.
Las leyes son muy pocas, todas escritas en una tabla de bronce a la puerta del templo, esto es, en las columnas, en las que están escritas, de forma breve y con gran agudeza, todas las esencias de las cosas: qué cosa es Dios, qué cosa es el ángel, qué cosa es el mundo, la estrella, el hombre, etc., y la definición de cada una de las virtudes. Y los jueces de cada una de las virtudes tienen la sede en aquel lugar, y, cuando juzgan, dicen: «Mira, has pecado contra esta definición: lee», y así después lo condenan por ingratitud o por pereza o por ignorancia, y las condenas son, más que penas, auténticas y verdaderas medicinas, y de gran suavidad.
Hospitalario.-Ahora es necesario que hables de los sacerdotes y de los sacrificios y de sus creencias.
Genovés.-Sumo sacerdote es el Sol, y todos los oficiales, me refiero a los jefes, son sacerdotes y su trabajo consiste en purificar las conciencia!. De manera que todos se confiesan con ellos, y éstos conocen qué clase de pecados predominan. Y se confiesan a los tres príncipes supremos tanto los pecados propios, como los de los otros, pero de una forma general, sin nombrar a los pecadores, y estos tres después se confiesan al Sol. Este conoce así qué clase de faltas están circulando y pone remedio a las necesidades de la ciudad y ofrece sacrificios y oraciones a Dios, a quien él confiesa públicamente desde el altar sus pecados y los de todo el pueblo, siempre que sea necesario para corregirlos, pero sin nombrar a nadie. Y así absuelve al pueblo, exhortándole al que se guarde de aquellas faltas, y confiesa a los suyos públicamente, y después ofrece sacrificios a Dios para que absuelva a toda la ciudad, la ilumine y la defienda. El sacrificio consiste en esto: pregunta al pueblo quién está dispuesto a sacrificarse por sus miembros, y así uno de los mejores de aquéllos se sacrifica. Y el sacerdote lo coloca sobre una tabla, que está sostenida por cuatro cuerdas, que están enganchadas a cuatro argollas en la cúpula, y, hecha la oración a Dios para que acepte aquel sacrificio humano noble y voluntario (no de involuntarios animales, como hacen los gentiles), hace tirar de las cuerdas, y éste sube a gran ,altura debajo de la pequeña cúpula y allí se pone en oración, y se le da de comer con sobriedad, hasta que la ciudad no quede purificada. Y él con oraciones y ayunos ruega a Dios que acepte su espontáneo sacrificio, y así, después de veinte o treinta días, aplacada la ira de Dios, vuelve abajo por la parte de fuera o se hace sacerdote, y éste es siempre honrado y muy querido, porque él había elegido morir, pero Dios no quiere que muera.
Además, arriba en el templo hay veinticuatro sacerdotes, los cuales a medianoche, a mediodía, por la mañana y al anochecer, cantan algunos salmos a Dios, y su trabajo consiste en observar las estrellas y anotar con los astrolabios todos sus movimientos y los efectos que producen por lo que conocen qué cambio se ha producido en tal país y cuál va a tener lugar. Y éstos fijan el momento de la generación y los días de la siembra y de la recolección, y sirven como mediadores entre Dios y los hombres, y, por lo general, de entre ellos se eligen los Soles, y escriben cosas admirables y se dedican a la investigación científica. Bajan sólo para comer; no se mezclan con mujeres, tan sólo alguna vez por medicina corporal. El Sol sube todos los días allí arriba y habla con ellos de lo que han investigado para el bien de la ciudad y de todas las naciones del mundo. Abajo en el templo tiene que haber siempre una persona que haga oración a Dios, y cada hora se cambia, como hacernos nosotros con las cuarenta horas, y esto se llama sacrificio continuo.
Después de comer se dan gracias a Dios con música, y luego se cantan las gestas de los héroes cristianos, hebreos, gentiles, de todas las naciones, por distracción y por placer. Se cantan himnos de amor y de sabiduría y de todas las virtudes. Cada uno elige a la que más ama, y hacen algunos bailes, por cierto bellísimos bajo los claustros. Las mujeres llevan cabellos largos, recogidos y formando un nudo en medio de la cabeza con una trenza. Los hombres solamente un mechón de pelos, un velo y un gorro pequeño. En el campo usan sombreros, en casa gorros blancos o rojos o de varios colores, según el trabajó y el arte que hacen, y los de los oficiales son más grandes y pomposos.
Todas sus fiestas con cuatro principales, esto es, cuando entra el Sol en Aries, en Cáncer, en Libra y en Capricornio, y hacen grandes representaciones hermosas. y cultas, y cada conjunción y oposición de la Luna celebran ciertas fiestas. Y el día de la fundación de la ciudad y cuando consiguieron una victoria, hacen lo mismo con música de voces femeninas y con trompetas y tambores y salvas de artillería, y los poetas cantan las alabanzas de los más virtuosos. Pero quien alabando miente, es castigado; no se puede llamar poeta entre ellos a quien inventa mentiras, y sostienen que esta licencia poética es la ruina del mundo, pues quita el premio a la virtud y lo da a otros por miedo o por adulación.
No se erige una estatua a nadie antes de que muera, pero, mientras vive, se inscribe en el libro de los héroes quien ha descubierto nuevas artes o secretos de importancia, o ha hecho un gran beneficio al bien público, ya sea en guerra o en paz.
Los cuerpos muertos no se entierran, sino que se queman para eliminar el peligro de la peste y para convertirlos en fuego, que es algo tan noble y vivo, que viene del Sol y a él retorna, y para evitar sospechas de idolatría. Dejan solamente pinturas o estatuas de grandes hombres, y a esas miran las hermosas mujeres que se dedican al servicio de la raza.
Las oraciones se hacen en dirección a los cuatro ángulos horizontales del mundo, y por la mañana primero a levante, después a poniente, luego al sur, después al norte; al atardecer, al revés, primero a poniente, después a levante, luego al norte, después al sur. Y repiten sólo un verso que pide cuerpo sano y mente sana, y felicidad para ellos y para todo el mundo, y concluye: «Como parezca mejor a Dios.» Pero la oración más atenta y larga se hace mirando al cielo; el altar es redondo y dividido en forma de cruz por donde entra el Sol después de cada una de las cuatro repeticiones, y reza mirando hacia lo alto. Y esto viene hecho como un gran misterio. Las vestiduras pontificales son magníficas por su belleza y significado como las de Aarón.
Dividen el tiempo según el año trópico, no según el sidéreo, pero anotan siempre el tiempo que aquél adelanta. Creen que el Sol cae hacia abajo invariablemente, y por eso haciendo círculos más estrechos llega a los trópicos y a los equinoccios antes que el año anterior, o en verdad parece llegar, pues el ojo viéndole más bajo en sentido oblicuo, lo ve llegar antes e inclinarse. Miden los meses con la Luna y el año con el Sol, y no coincide éste con aquélla hasta los diecinueve anos, cuando ya la cabeza del Dragón termina su curso; a partir de aquí han hecho una nueva astronomía. Alaban a Ptolomeo y admiran a Copérnico, aunque antes que a el a Aristarco y a Filolao; pero dicen que el uno hace la cuenta con las piedras, el otro con las habas, pero ninguno con las cosas mismas, y pagan al mundo con escudos para contar, no de oro. Ellos, por el contrario, investigan este asunto con mucha sutileza, puesto que les interesa conocer la construcción del mundo, si perecerá y cuándo, y la sustancia de las estrella y quién está dentro de ellas. Y creen que es verdad lo que dijo Cristo de que habrá señales en las estrellas, el Sol y en la Luna, que a los necios no parecerán verdaderas, pero les llegará, como ladrón nocturno, el fin del mundo. Ellos esperan, pues, la renovación del mundo, y, tal vez, su fin. Dicen que es una cuestión enormemente discutible saber si el mundo fue hecho de la nada o de las ruinas de otros mundos o del caos; pero parece verosímil que haya sido creado, más bien cierto. Son enemigos de Aristóteles, al que llaman pedante.
Honran al Sol y a las estrellas como seres vivientes y estatuas de Dios y templos celestes; pero no los adoran, y honran más al Sol. Ninguna creatura es adorada con latría, excepto Dios, pero le sirven sólo bajo el símbolo del Sol, pues es símbolo y rostro de Dios, del que viene la luz y el calor y toda otra cosa. Por esta razón el altar está hecho como un Sol, y los sacerdotes invocan a Dios en el Sol y en las estrellas como altares suyos, y en el cielo, como su templo, y llaman como intercesores a los ángeles buenos que habitan en las estrellas, vivas cosas suyas, y creen que Dios mostró más sus bellezas en el cielo y en el Sol, como su trofeo y estatua.
Niegan las excéntricas y los epiciclos de Ptolomeo y de Copérnico; afirman que existe un solo cielo, y que los planetas se mueven y elevan por sí mismos, cuando se unen al Sol por la mayor luz que reciben, y descienden en las cuadraturas y en las oposiciones para acercarse a él. Y la Luna, tanto en la conjunción como en la oposición, se eleva para estar bajo el Sol y recibir mucha luz en ambas posiciones que la hace subir. Y por esto las estrellas, aunque se mueven siempre de levante a poniente, al elevarse parecen moverse en sentido opuesto, y se ven así, porque el cielo estrellado corre velozmente en veinticuatro horas, y ellas cada día, caminando menos, se quedan más atrás; de forma que, siendo pasadas por el cielo, parecen volver. Y cuando se encuentran en el lado opuesto del Sol, al inclinarse para coger luz de él, describen un breve círculo en el descenso, y por eso avanzan más de prisa, y cuando los planetas se mueven a la par de las estrellas fijas, se llaman estacionarios; cuando más veloces, retrógrados, según los astrólogos vulgares, y cuando menos, directos. Pero la Luna lentísima en la conjunción y en la oposición no parece volver, sino sólo avanzar bastante poco porque el primer cielo no es mucho más veloz que ella al tener bastante luz o por arriba o por abajo, por lo que no parece retrógrada, sino sólo se retrasa o se anticipa. Y así se ve que no se requieren ni epiciclos ni excéntricas para hacer que los planetas suban y retrocedan. Es verdad que en algunas partes del mundo simpatizan con las cosas sobrenaturales, y se detienen, y por eso se dice que se elevan excéntricamente.
Explican después la causa física del Sol, que se eleva en el septentrión para combatir a la Tierra, allí donde ella adquirió fuerza, mientras él hacía su curso por el mediodía, cuando tuvo lugar el principio del mundo. De forma que debe sostenerse que en septiembre fue hecho el mundo, como pensaron los hebreos y los antiguos caldeos, no los modernos, y así, elevándose para hacerse de nuevo con lo suyo, permanece más día! en la zona septentrional que en la austral, y parece subir excéntricamente.
Reconocen dos principios físicos: el padre Sol y la madre Tierra, y que el aire es cielo impuro, y el fuego procede del Sol, y el mar es sudor de la Tierra licuada por el Sol y que el aire une al Sol con la Tierra, como la sangre al espíritu con el cuerpo humano, y que el mundo es un animal grande, y que nosotros estamos dentro de él, como los gusanos en nuestro cuerpo, y nosotros, sin embargo, dependemos de la providencia de Dios, y no del mundo y de las estrellas, porque respecto a esos seres somos por casualidad, pero respecto a Dios, del cual esos son instrumentos, somos objeto de su presciencia y de su providencia, y por eso sólo a Dios debemos, reconocer como señor, como padre y corno todo. Admiten como cosa segura la inmortalidad del alma, y que ésta al morir, según sus merecimientos, se asocia con espíritus buenos o malos. Pero no están tan seguros de cuáles sean los lugares de lo s castigos y de los premios, pero les parece bastante razonable que se trate del cielo y de lugares subterráneos. Están también muy interesados en saber si estos castigos son eternos o no. Además, están seguros de que existen ángeles buenos y malos, como sucede entre los hombres, pero esperan aviso del cielo para lo que será de ellos. Dudan si existen otros mundos fuera de éste, pero consideran una locura decir que no existe nada, porque la nada no existe ni dentro ni fuera del mundo, y Dios, ser infinito, no puede tener la nada consigo.
Tienen como principios metafísicos de las cosas al ser, que es Dios, y a la nada, que es la carencia de ser, como condiciones sin las que nada se hace, porque no se haría si ya fuese; por tanto, no existía lo que se hace. De la tendencia a la nada nace el mal y el pecado; por eso el que peca se dice que se aniquila y el pecado tiene causa deficiente, no eficiente. La deficiencia es lo mismo que carencia, esto es, carencia o de poder o de saber o. de querer, y en este último está incluido el pecado, porque quien puede y sabe hacer el bien, debe quererlo, ya que la voluntad nace de ellos, no viceversa. En este punto te resulta sorprendente que adoren a Dios en la Trinidad, diciendo que Dios es suma Potencia, de la que procede suma Sabiduría, y de ambas, sumo Amor. Pero no conocen a las distintas personas ni las nombran como hacemos nosotros, porque no tuvieron revelación, pero saben que en Dios hay procesión y relación de si mismo a si mismo, y así todas las cosas se componen de potencia, sabiduría y amor, en cuanto tienen el ser; de impotencia, ignorancia y desamor en cuanto tienden al no ser. Y por aquéllas son dignas de mérito, por éstas pecan, o de pecado de naturaleza por las primeras o de arte por todas las tres. Y así la naturaleza particular peca al hacer monstruos por impotencia o ignorancia. Pero todas estas cosas son entendidas Por Dios potentísimo, sapientísimo y óptimo, por lo que ningún ser peca en El y fuera de El sí, pero no se sale fuera de El, sino por nosotros mismos, no por El, porque en nosotros está la deficiencia, en El la eficiencia. Por tanto, el pecar es acto de Dios, en cuanto tiene ser y eficiencia; pero en cuanto tiene no ser y deficiencia, en lo que consiste la esencia de ese pecar, está en nosotros, que somos proclives al no ser y al desorden.
Hospitalario.-iOh, qué agudos son!
Genovés.-Si lo hubiese retenido en la mente, y no tuviese prisa y temor, te contaría muchas cosas; pero si no me pongo en camino, pierdo la nave.
Hospitalario.-Por tu fe, dime solamente esto: ¿qué es lo que piensan del pecado de Adán?
Genovés.- -Ellos admiten que en el mundo hay una gran corrupción, y que los hombres se comportan locamente y no con razón, y que los buenos sufren y los malos mandan, aunque llaman infelicidad a esa su vida, porque es como aniquilarse el aparentar lo que no se es, esto es, que se es rey, sabio y no Serlo en realidad. De lo que deducen que ha existido un gran desorden en las cosas humanas, y se inclinaban a decir con Platón, que los cielos antes giraban desde el ocaso, allí donde ahora es el levante, y después cambiaron. Pensaron también que puede ser que gobierne alguna deidad inferior, y que lo permita la deidad primera, pero consideran también esto como una locura. Más locura es decir que primero reinó bien Saturno, y después Júpiter, y después los otros planetas; si bien confiesan que las edades del mundo se- suceden según el orden de los planetas, y creen que las mutaciones de los ápsides cada mil o mil seiscientos años cambian el inundo. Y esta nuestra edad parece que sea la de Mercurio, si bien las grandes conjunciones la alteran, y las anomalías tienen una gran fuerza fatal.
Finalmente afirman que es, feliz el cristiano que se contenta con creer que tanto desorden es debido al pecado de Adán, y creen que el mal que se transmite de padres a, hijos es más el castigo que la culpa. Pero la culpa vuelve de los hijos al padre, porque descuidaron la generación haciéndola fuera de tiempo y de lugar, en pecado y sin elegir a los que debían engendrar, y descuidaron la educación, instruyéndoles mal. Por eso, ellos se preocupan mucho de estos dos aspectos, esto es, de la generación y de la educación, y dicen que el castigo y la culpa, tanto de los hijos como de los padres, recae en la ciudad; por eso no se ve que éstas marchen bien, hasta el punto que parece que el mundo sería por puro azar. Pero quien estudia la construcción del mundo, la anatomía del hombre (como hacen ellos con los condenados a muerte, practicando la disección) y de los animales y de las plantas, y las funciones de sus partes y partículas, se ve obligado a reconocer en voz alta la providencia de Dios. Por eso el hombre debe dedicarse mucho a la verdadera religión, y honrar a su creador, y esto no puede hacerlo adecuadamente quien no investiga sus obras, y no se preocupa de filosofar correctamente y no observa sus santas leyes: «No hagas a los demás lo que no quieras para ti, y aquello que quisieras para ti, haz tú lo mismo.» De lo que se sigue, que si de los hijos y de las gentes a las que hemos dado poco, buscamos honor, mucho más deberemos nosotros a Dios, del que recibimos todo, en todo y por todo somos. Sea siempre alabado.
Hospitalario.-Si éstos, que solamente siguen la ley de la naturaleza están tan cercanos al cristianismo, que no añade nada a la ley natural excepto los sacramentos, yo deduzco de esta relación que la verdadera ley es la cristiana, y que, suprimidos los abusos, será dueña del mundo, y que los españoles descubrieron el resto del mundo, aunque el primer descubridor fue Colón, vuestro genovés, para unirlo todo en una sola ley, y estos filósofos, elegidos por Dios, serán testimonios de la verdad. Y me doy cuenta que no sabemos lo que hacemos, sino que somos instrumentos de Dios. Aquéllos van descubriendo nuevas tierras por amor del dinero, pero Dios persigue un fin más alto. El Sol trata de destruir la Tierra, no producir plantas y hombres; pero Dios se sirve de ambos para esto. Sea alabado.
Genovés.-¡Oh!, si supieras lo que dicen de este nuestro siglo por la astrología y por los mismos profetas nuestros y hebreos y de otros pueblos, que tiene más historia en cien años que el mundo en cuatro mil, y que más libros se hicieron en estos cien que en cinco mil, y hablan también de las maravillosas invenciones de la brújula y de la imprenta y de los arcabuces, grandes señales de la unión del mundo, y cómo estando en la cuarta triplicidad el ápside de Mercurio, mientras grandes conjunciones tenían lugar en Cáncer, hizo inventar estas cosas gracias a la Luna y Marte, que en aquel signo incitan a nuevas navegaciones, nuevos reinos y nuevas armas. Pero entrando el ápside de Saturno en Capricornio, el de Mercurio en Sagitario y el de Marte en Virgo, y volviendo las grandes conjunciones a la triplicidad primera después de la aparición de una nueva estrella era Casiopea, habrá una gran monarquía nueva, y reforma de leyes y de artes y de profetas, y una renovación.. Y dicen que esto a los cristianos les traerá gran utilidad, pero antes es necesario extirpar y podar, después edificar y plantar.
Ten paciencia, que tengo cosas que hacer.
Debes saber esto, que han descubierto el arte de volar, única cosa que falta al mundo, y esperan inventar un aparato óptico para ver las estrellas ocultas y un aparato acústico para escuchar la armonía de los movimientos de los planetas.
Hospitalario.-¡Oh!, ¡oh!, ¡oh!, me gusta. Pero Cáncer es signo femenino de Venus y de la Luna, ¿qué puede, pues, hacer de bueno?
Genovés.-Ellos dicen que la mujer es signo de fecundidad de las cosas del cielo, y de un poder menos arrogante respecto a las cosas que están bajo nuestro dominio. Por lo cual se ve que en este siglo reinan las mujeres, como las Amazonas entre la Nubia y Monopotapa y entre las europeas, Rosa en Turquía, Bona en Polonia, María en Hungría, Isabel en Inglaterra, Catalina en Francia, Margarita en Flandes, Blanca en Toscana, María en Escocia, Camila en Roma e Isabel en España, descubridora del Nuevo Mundo. Y el poeta de este siglo comenzó por las mujeres, diciendo: «Le donne, i cavalier, l'armi e l'amori». Y todos los poetas de nuestros días son, debido a Marte, unos maldicientes, y, debido a Venus y a la Luna, hablan de asuntos de invertidos y de putas. Y los hombres se vuelven afeminados, y se llaman: «Vossignoria», y en Africa, donde reina Cáncer, además de las Amazonas, hay en Fez y en Marruecos burdeles públicos de afeminados, y mil porquerías.
Sin embargo, no dejó de producirse también un gran cambio de las leyes, al ser Cáncer signo trópico y darse la exaltación de Júpiter y el apogeo del Sol y del trígono Marte, así como por medio de la Luna y Marte y Venus ha traído el nuevo descubrimiento del mundo y la maravillosa manera de dar la vuelta a toda la tierra y el imperio de las mujeres, y por medio de Mercurio y de Marte y de Júpiter la imprenta y los arcabuces. Y en el Nuevo Mundo y en todas las costas de Africa y Asia austral ha entrado el cristianismo debido a Júpiter y al Sol, y en Africa la ley del jerife, debido a la Luna, y en Persia la de Alí, debido a Marte, renovada por el Sufí, Con cambio de gobierno en todos esos lugares, y también en Tartaria. Pero en Alemania, Francia e Inglaterra entró la herejía por estar esos países inclinados hacia Marte y hacia la Luna, y España por su inclinación a Júpiter e Italia al Sol, permanecieron en la belleza ley cristiana pura, gracias a Sagitario y a Leo, que son sus signos. Y cuántas más cosas sucederán de ahora en adelante, y cuánto aprendí de estos sabios acerca de la mutación de los ápsides de los planetas y de las excentricidades y de los solsticios y de los equinoccios y de las oblicuidades, y de la variación de los polos y de la confusión de las figuras en el espacio inmenso, y del simbolismo de las cosas de nuestro mundo con las que están fuera del mundo, y todo el cambio que tendrá lugar después de la gran conjunción y los eclipses, que siguen después de la gran conjunción en Aries y Libra, signos equinocciales, con la renovación de las anomalías, harán cosas maravillosas en confirmación del dictado de la gran conjunción y para cambiar todo el mundo y renovarlo.
Pero por tu fe no me entretengas más, que tengo que hacer. Sabes la prisa que tengo. Continuaré en otro momento.
Esto sí debes saberlo, que ellos creen libre firmemente en el albedrío. Y dicen que, si en cuarenta horas de tormento un hombre no es convencido para que diga aquello que ha decidido callar, menos podrán forzarle las estrellas que influyen desde lejos. Pero puesto que influyen suavemente sobre los sentidos, quien está mas sometido a los sentidos que a la razón está sometido a ellas. Por lo que la constelación que de un cadavérico Lutero hizo brotar vapores infectos, de nuestros jesuitas que vivieron en su tiempo hizo brotar olorosas emanaciones de virtud, y en el mismo tiempo Hernán Cortés promulgó el cristianismo en México.
Pero de aquello que sucederá en el mundo, te hablaré en otra ocasión.
La herejía es obra de la carne, como dice San Pablo, y las estrellas inclinan a ella a los que son carnales, a los que son racionales a la verdadera ley santa de la primera Razón: Que sea siempre alabada. Amén.
Hospitalario.-Espera, espera.
Genovés.-No puedo, no puedo.

FIN