Para algunos la ciencia ficción cinematográfica, carece de la profundidad y de la altura intelectual de su equivalente literario. Es cierto que en el cine, existe una mayor tendencia al infantilismo o la superficialidad, pero también lo es que, del mismo modo que la literatura de género contiene más basura que piedras preciosas, el cine fantástico en general está repleto de obras que rezuman riqueza visual, complejidad de conceptos y auténtica penetración intelectual. Valga esta pequeña introducción para presentar dos obras maestras de la ciencia ficción -tristemente poco conocidas- y que DDOOSS recupera y presenta en versión original subtituladas en español. Se trata de "Alphaville" (1966) de Jean-Luc Godard, y "Solaris" (1972) de Andrei Tarkovsky. Dos genios del cine que nos muestran dos obras de extraordinario interés.
Alphaville, une étrange aventure de Lemmy caution"
País y año: Francia (1965)
Género: C.Ficción Duración: 98'
Director: Jean Luc Godard
Actores: Eddie Constantine, Anna Karina, Akim Tamiroff
Es ciencia ficción, pero sin efectos especiales, es un sutil homenaje al cómic, es también una novela negra enmarcada en un ambiente opresivo sometido al imperio de la lógica, la razón y el omnipresente computador Alfa 60. Pero también es una metáfora contra el absolutismo tecnócrata que da como resultado ciudades anodinas y sociedades sin un sentido de la vida, sin derecho al amor y a la poesía. Godard, uno de los grandes exponentes de la Nueva Ola del cine francés, dirige esta película de culto y uno de los grandes clásicos del cine europeo de los años 60.
Sinopsis: A la ciudad de Alphaville llega el periodista Ivan Johnson, siguiendo la pista del profesor Von Braun. Encuentra, al final de su carrera, a Henri Dickson. Los otros agentes que le han precedido, Dick Tracy y Flash Gordon, han muerto. Von Braun, apodado Nosferatu, es el creador de Alpha 60, la máquina que comanda la vida mental de los habitantes de la ciudad.
Usando más ingenio que efectos especiales, el director francés convierte al París de los '60 en una sociedad totalitaria futurista. A ese lugar llega el agente Lemmy caution (Eddie Constantine), con la misión de destruir a la siniestra computadora que dirige sus destinos. Una brillante sátira en la que el cineasta mezcla la ciencia-ficción con su gusto por el cine negro.
Biografía de Jean-Luc Godard:
Director de cine francés. Hijo de un médico y de la hija de un banquero, Godard se educó en Suiza y en la Sorbona, donde estudió etnología. En la universidad, frecuentaba la Cinemateca donde tomó contacto con los futuros miembros de la nouvelle vague. Tras obtener su licenciatura escribió críticas para Cahiers du cinema y otras revistas especializadas. En 1952, después de trabajar en una presa en Suiza, hizo un documental sobre el proyecto con el dinero que había ganado y un cortometraje de ficción. Tras volver a París y hacer otro par de cortos, Godard afrontó su primer largo con el respaldo de François Truffaut, Al final de la escapada (1959), en el que se desarrolla la nueva tendencia de un cine más espontáneo comenzada en los años cincuenta, con sus saltos de eje, mucha cámara en mano, y rodajes sin iluminación especial. Sus siguientes películas, como Vivir su vida (1962), Una mujer casada (1964), Alphaville (1965), o Pierrot el loco (1965), muy influyentes en su momento, mostraban la evolución de un estilo realmente personal y vanguardista que mezclaba la ficción con partes casi documentales, intertítulos, o comentarios del autor. La mayoría estaban protagonizados por Anna Karina, esposa y descubrimiento suyo, en una línea de descubrir actrices fascinantes que continúa con Anne Wiazemsky, Maruschka Detmers, Myriem Roussel o Juliette Binoche. Con Week-end (1967), Godard exacerbó sus posiciones políticas de extrema izquierda (en concreto maoístas), entonces tan populares entre los estudiantes parisinos, como su nueva esposa Anne Wiazemsky, intentando que sus películas posteriores sean "películas revolucionarias para audiencias revolucionarias". Filmadas en 16 mm, con presupuestos muy bajos, eran incluso más radicales que las anteriores. Algunas, como Pravda (1969), las hizo en colaboración con otros autores, como Jean-Pierre Gorin. En la década de 1970, Godard experimentó con producciones en grandes formatos de vídeo de carácter menos político y más didáctico, aunque todavía muy innovadoras desde el punto de vista formal; en un intento de congraciarse con el cine comercial realiza Todo va bien (1972). Después, regresa nuevamente a Suiza, y rueda Sálvese quien pueda (1979): su vuelta al cine convencional en 35 mm, más en la línea de su primer periodo, Pasión (1982), Nombre: Carmen (1983) y Yo te saludo, María (1984), son sus últimos trabajos en los que aún genera nuevas ideas, pero ya sin el interés de la crítica y el público, que parecen considerar anticuadas sus pretensiones vanguardistas.
SOLARIS
"Vi tu película Andrei... por supuesto que no toda, ¡es tan larga! Pero lo que vi era el trabajo de un genio." (Federico Fellini a Andrei Tarkovsky).
Dir. Andrei Tarkovsky
TITULO ORIGINAL Solyaris (Solaris)
Producción: Mosfilm.
Guión: Andrei Tarkovski, Friedrich Gorenstein, basado en la novela Solaris, de Stanislav Lem.
Dirección de fotografía: Vadim Yussov (Cinemascope, Sovcolor).
Montaje: Ludmila Feganova.
Ayudante de dirección: Mijaíl Romadin.
Dirección artística: Mijáil Romadin.
Música: Eduard Artemiev; J. S. Bach (Preludio Coral en Fa Menor).
Duración original: 168 min.
Estreno: 1972.
Intérpretes: Natalia Bondarchuk (Hari), Donatas Banionis (Chris Kelvin), Yuri Yarvet (Snaut), Anatoli Solonitsyn (Sartorius), Vladislav Dvorjetzski (Burton), Nikolái Grinko (padre de Chris), Sos Sarkissian (Gibarian).
Premios
Londres: Premio a la mejor película del año (1972).
Cannes: Gran Premio Especial del Jurado; Premio Ecuménico (1972).
San Francisco: Mejor Película; Premio del Jurado Interfilm (1972).
Panamá: Premio a la mejor interpretación femenina (Natalia Bondarchuk) (1973).
Carlovy Vary: Premio de la Asociación Internacional de Cine Clubs (1973).
Stradford: Diploma de Honor (1973).
GÉNERO Y CRÍTICA Cannes: Gran Premio del Jurado / Ciencia-Ficción. Intriga psicológica / Adaptación del clásico de ciencia-ficción del escritor polaco Stanislaw Lem.
Un científico es enviado a la estación espacial de un remoto planeta cubierto de agua para desvelar la misteriosa muerte de un doctor ocurrida en la estación.
Tarkovsky plantea en "Solaris" un viaje espacial a un planeta de gelatinosa superficie, una especie de ente pensante que sirve de metafórico reflejo de la psicología humana materializando deseos y pensamientos pasados, presentes y futuros en reveladoras alucinaciones que hacen de este filme una estrujante revisión de la psique humana.
El Solaris de Tarkovsky
Stanislaw Lem (autor de la novela en la que se basa la película) supo interrelacionar distintos campos del saber mediante la literatura (medicina, psicología, física, matemáticas, química, cibernética) como otros clásicos del género de la ciencia ficción (Asimov, Clarke). Algunas de sus novelas: Ciberiada, Diarios de las estrellas-viajes, Retorno de las estrellas, La investigación, Edén... En todas ellas mezcla dos de sus rasgos más característicos: un sentido del humor muy suyo y una sincera angustia existencial.
El argumento de Solaris es simple. Kris Kelvin, procedente de la Tierra, llega a una estación humana situada en la superficie de Solaris, un planeta formado por un inmenso océano pensante. La novela tiene dos líneas argumentales:
1.- Descripción de las investigaciones hechas sobre el planeta (capítulos como Los solaristas o Los monstruos).
2.- Influencia del océano sobre los protagonistas (el propio Kelvin y los científicos Snaut y Sartorius), principalmente mediante la materialización de seres y pensamientos que están en la mente de los personajes (es el caso de Harey, la esposa muerta de Kelvin que "resucita" para volver de nuevo junto a su marido).
Kelvin (el científico amante de la razón) se verá enfrentado a una dura prueba. Cuando todavía en la Tierra, un antiguo visitante del planeta le dice: "no soy partidario del conocimiento a toda costa, no hay que hacer inmoral la ciencia", contesta sin dudarlo: "pues yo tengo un objetivo concreto, no soy ningún poeta".
Ya en Solaris, vivirá el pulso definitivo entre racionalismo científico y espiritualidad, entre empirismo y humanismo. Verá reaparecer a aquello que más quería en el mundo (uno de los momentos álgidos del film que no le deben de haber pasado desapercibidos a Steven Soderbergh) y volverá a enamorarse, poco a poco, del inalcanzable fruto de los deseos de un mortal: alguien que ya está muerto. Tras un nuevo intento de suicidio de esta, Kelvin la verá resucitar entre sus brazos. Su particular "caída del caballo" se materializa en esta frase, más propia del wagneriano Tristán e Isolda: "te prefiero a todas las verdades científicas". El principal cambio que los guionistas introducen respecto al original (Frederic Gosenstein y el propio Tarkovsky) es un prólogo que se desarrolla en el planeta tierra.
Andrei Tarkovsky (1932-1986), Cineasta ruso, hijo del célebre poeta Arsenio Tarkovski, que creció en la colonia de artistas de Peredelkino, cerca de Moscú. Después de estudiar en la escuela estatal de cine durante el periodo que siguió a la muerte de Stalin, se graduó en 1960. Su primera participación en el cine fue en una película basada en la historia de un espía infantil durante la II Guerra Mundial que, con el título La infancia de Iván, ganó el León de Oro del Festival de Cine de Venecia en 1962, lanzando a Tarkovski como el líder de una nueva generación de cineastas soviéticos. Su siguiente proyecto era una ambiciosa visión de la Rusia medieval, centrado en la misteriosa figura de un célebre pintor de iconos, que resultó demasiado ambiguo en el aspecto religioso, por lo que la película definitiva Andréi Rublev, rodada entre 1964 y 1965, no fue estrenada hasta 1969. Una historia de ciencia ficción, Solaris (1972), encontró menores obstáculos a pesar de continuar con las preocupaciones espirituales del cineasta, que aparecerían de nuevo en El espejo (1974), en la que empleó recuerdos fragmentarios de su infancia y poemas de su padre para crear una declaración personal que es también la biografía de una generación. Volvió a la ciencia ficción con Stalker (1979), que parecía una alegoría abiertamente religiosa y agudizaba el conflicto entre las autoridades soviéticas y el éxito internacional del autor. Después de rodar en Italia Nostalgia (1983), película sobre un compositor ruso del siglo XVIII que vuelve a casa a suicidarse, Tarkovski anunció públicamente que no volvería a la URSS. Mientras crecía su fama, apareció una colección de escritos suyos, y en 1986 rodó su última película en Suecia, Sacrificio, una coproducción internacional franco-sueca donde se percibe la influencia del maestro sueco Ingmar Bergman. Su muerte en el exilio conmocionó a la comunidad cinematográfica rusa y las exequias de su muerte fueron una manifestación popular que evidenciaron la decadencia del régimen soviético. Con su nombre se instituyó un premio que recibió en 1989 el animador ruso Yuri Norstein.
Reflexión
Cuando Andrei Tarkovsky vio 2001: Odisea del espacio, se puso bastante triste. No lograba comprender por qué Kubrick había optado por filmar una película donde la tecnología era el catalizador universal para dominar a la humanidad. Hacía tiempo que Tarkovsky estaba ensimismado por la pérdida de identidad humana ante el paso firme de la conquista espacial. Para esas fechas, el Apolo XV y su módulo lunar Falcon se convertían en la cuarta misión tripulada que llegaba a la luna. Tarkovsky leyó la noticia en un tabloide y tomó la decisión de canalizar su frustración, dirigiendo una película donde se mostrara la pérdida espiritual del ser humano gracias al advenimiento tecnológico. Para lograr su objetivo, escogió el libro Solaris, del polaco Stanislaw Lem. Así, se puso a trabajar en lo que a la postre se volvería la primera película de ciencia ficción elevada al estatus de culto y que confundió (y sigue confundiendo) a todas las persona que han decidido analizar los intrínsecos significados de su guión.
La historia es la siguiente: una misión tripulada es enviada a estudiar el planeta Solaris porque se ha detectado un tipo de inteligencia sobre la superficie del océano que cubre al planeta. Pero algo extraño pasa y toda la tripulación pierde la razón. Un psiquiatra, Kris Kelvin (Donatas Banionis), llega a investigar el extraño comportamiento dentro de la nave, y descubre con azoro que solamente quedan dos tripulantes, el cosmonauta Snaut (Yuri Yärvet) y el astrobiólogo Sartorius (Anatoli Solonitzin), mismos que están a un paso de la locura total. Kris trata de buscar una explicación coherente para lo que ha pasado, pero Snaut le comenta que ciertas entidades visitan la nave y se adueñan de su conciencia. Confuso y cansado, Kris decide irse a dormir y sueña con su esposa Hari (Natalia Bondarchuk) que murió siete años antes. Al despertar, de golpe y porrazo se ve sumergido en el caos surrealista que existe en la nave puesto que Hari, de ser un sueño inmanente, se transforma en carne palpable. Por amor, Kris acepta a este doppelgänger de Hari, pero este ente-mujer nacido de la nada, pronto cae en el dilema existencial de la individualidad humana y comienza a tener sus propios problemas mentales.
El público, como se imaginarán, rechazó la película. La queja principal fueron sus 165 minutos de duración, la lúgubre ambientación de los decorados y el énfasis de los movimientos corporales de los actores al entrar a foco. El mismísimo Lem rezongó enormemente cuando observó la película (como cuando Stephen King vio El resplandor [1980] de Kubrick), pues dijo que Tarkovsky había enfatizado hasta el hastío la insalvable línea que existe entre la ciencia y la fe, dejando de lado el tema sobre la paciencia que un ser humano tendría para lidiar con alienígenas. Pero entre tantas críticas, la película recibió en 1972 el premio especial del jurado en Cannes. Aunque Solaris ha servido de modelo para películas como Contacto (1997) de Robert Zemeckis y The Astronaut's Wife (1999) de Rand Ravich, pocos conocen de su existencia. Quizá porque es diabólicamente confusa o porque es un filme metafísico en toda la expresión de la palabra, muchos han declinado verla. Por suerte, gracias a un fallido remake que Steven Soderbergh hizo en 1999 del magnus opus de Tarkovsky, un nuevo público ha descubierto y valorado la película de ciencia ficción poética más importante de la historia del cine.